Table of Contents Table of Contents
Previous Page  1829 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 1829 / 2894 Next Page
Page Background

Es en el período de inducción durante el cual resulta más probable

que se produzca hipertensión, con los riesgos asociados que ello

conlleva en un paciente con alteración de la distensibilidad y la

autorregulación. Los procedimientos que puedan suponer una

hemorragia sustancial (p. ej., tumores que invadan el seno sagital,

grandes tumores vasculares) también pueden justificar los catéteres

arteriales o de PVC. Aquí surge la pregunta sobre si es imprescindi-

ble monitorizar la PIC para el control intraoperatorio. En nuestra

opinión la respuesta es «no». Los anestesistas disponen de una

comprensión suficiente del posible impacto de los fármacos y téc-

nicas anestésicas como para ser capaces de controlar la inducción

anestésica «a ciegas». Posteriormente, una vez que el cráneo esté

abierto, la observación de las condiciones del campo quirúrgico

aporta una información equivalente.

Control de la anestesia

Los principios que rigen la elección de los anestésicos se presenta-

ron anteriormente bajo el epígrafe sobre control de la presión intra-

craneal y relajación cerebral.

Aneurismas y malformaciones

arteriovenosas

El tratamiento actual de los aneurismas intracraneales requiere una

intervención quirúrgica precoz tras una HSA, de manera ideal

durante las primeras 24 horas y siempre en menos de 48 horas. La

intervención consiste bien en la colocación quirúrgica de clips o

en una aproximación endovascular. Esta última se expone en la

siguiente sección sobre neurorradiología intervencionista.

Esta estrategia se aplicó originariamente sólo a los pacientes

con los mejores estados neurológicos, es decir, de los grados I a III y

quizá IV de la clasificación de la World Federation of Neurosurgeons

( tabla 53-8

) o de los grados I a III de la clasificación de Hunt-Hess

( ta­ bla 53-9 )

, pero más recientemente se ha extendido a los pacientes

de grados superiore

s 164

. Si no fuese factible la intervención precoz y

se pretende una intervención quirúrgica, la cirugía suele retrasarse

de 10 a 14 días para superar con seguridad el período de máximo

riesgo de vasoespasmo (es decir, días 4 a 10 tras una HSA).

Hay varias razones para esta técnica precoz. En primer lugar,

cuanto antes se coloquen clips en el aneurisma, menor será la pro-

babilidad de nueva hemorragia (que es la principal causa de morta-

lidad en los pacientes hospitalizados tras una HS

A 165

). En segundo

lugar, el control de la isquemia producida por el vasoespasmo supone

una carga de volumen y la inducción de hipertensión. La oclusión

precoz del aneurisma elimina el riesgo de una nueva hemorragia

asociada con este tratamiento. El vasoespasmo parece estar relacio-

nado con la presencia de sangre en las cisternas basales cercanas al

polígono de Willis. Parte de esta sangre puede extraerse durante la

colocación de clips y además se posibilita la administración de fibri-

nolíticos intracisternales (cuya evidencia de eficacia es limitad

a 166

).

Una intervención precoz no sólo hace más seguro el tratamiento

contra el vasoespasmo, sino que también reduce la incidencia y

gravedad del problema. Las prácticas quirúrgicas previas incluían

mantener al paciente en reposo en cama durante unos 14 días, hasta

que pasara el período de riesgo de vasoespasmo. La colocación

precoz de clips en los aneurismas reduce el período de hospitaliza-

ción y disminuye la incidencia de complicaciones médicas (p. ej.,

trombosis venosa profunda, atelectasias, neumonía) asociadas con

un período prolongado de reposo forzoso en cama.

La intervención precoz puede dificultar más la tarea del

cirujano. Es probable que el parénquima cerebral en el período

inmediatamente posterior a una HSA se encuentre más edematoso

que tras un retraso de 2 semanas. Es frecuente que aparezca un

grado leve de hidrocefalia tras la contaminación del espacio suba-

racnoideo con sangre. Entre el 10 y el 20% de las víctimas de una

HSA puede precisar una derivación del LCR en algún momento de

su evolució

n 167 .

La intervención precoz también puede aumentar

el riesgo de rotura intraoperatoria del aneurisma, en parte por el

menor tiempo que tiene el trombo para organizarse sobre el punto

de la hemorragia inicial. Todas estas cuestiones ponen un énfasis

sustancial en las técnicas diseñadas para reducir el volumen de los

contenidos intracraneales (v. la sección sobre control de la presión

intracraneal y relajación cerebral) con el fin de facilitar la exposi-

ción y minimizar la presión de retracción.

Evaluación preoperatoria

Muchos pacientes programados para la colocación de clips en un

aneurisma intracraneal provendrán directamente de la UCI y

algunos elementos de su tratamiento allí pueden influir en su

estado preoperatorio inmediato.

Utilización de líquidos.

En algunos pacientes se desarrolla un

síndromedesecrecióninadecuadadehormonaantidiurética(SIADH)

tras una HSA, que se tratará de forma adecuada con restricción de

líquidos. Sin embargo, es más probable que la hiponatremia posterior

a una HSA sea consecuencia de un síndrome de pérdida de sal

cerebral, que tal vez se deba a la liberación de péptido natriurético

(similar a lo que se produce en el corazón

) 168

. Este síndrome se

caracteriza por la tríada de hiponatremia, contracción de volumen

y concentraciones elevadas de sodio urinario (

>

50mmol/l). Es

importante la distinción entre este síndrome y el SIADH. Este último,

que se caracteriza por normovolemia o una leve hipervolemia, se trata

Anestesia neuroquirúrgica

1829

53

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito

Tabla 53-8

 Escala de hemorragias subaracnoideas de la World Federation

of Neurosurgeons (WFNS)

Grado WFNS Puntuación de la GCS Déficit motor

I

15

Ausente

II

14-13

Ausente

III

14-13

Presente

IV

12-7

Presente o ausente

V

6-3

Presente o ausente

GCS, escala del coma de Glasgow.

Tabla 53-9

 Clasificación de Hunt-Hess sobre el estado neurológico tras

una hemorragia subaracnoidea

Categoría Criterios*

I

Asintomático o cefalea mínima y ligera rigidez de la nuca

II

Cefalea moderada a intensa, rigidez de la nuca, ausencia de

déficit salvo parálisis de nervios craneales

III

Obnubilación, confusión o déficit focal leve

IV

Estupor, hemiparesia de moderada a intensa, posiblemente

rigidez de descerebración incipiente y alteraciones

vegetativas

V

Coma profundo, rigidez de descerebración, aspecto

moribundo

*Las alteraciones sistémicas graves como hipertensión, diabetes, arteriosclerosis

intensa, enfermedad pulmonar crónica y observación de vasoespasmo intenso en

una arteriografía hacen que el paciente se sitúe en la siguiente categoría menos

favorable.