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TCE con una puntuación en la GCE inferior a 8 tendrán una

fractura de la columna cervica

l 224,225 .

Esta incidencia sugiere que

una estrategia de «hipnótico-relajante y laringoscopia directa» para

todos los pacientes con un traumatismo craneal cerrado podría

suponer un riesgo apreciable de lesionar la médula espinal cervical.

No obstante, aunque en la literatura aparezcan contradicciones,

varias series publicadas han concluido que una inducción de

secuencia rápida no comporta un riesgo significativo de lesión

neurológic

a 226-230

. Sin embargo, resulta posible que la incidencia de

lesiones neurológicas relacionadas con la intubación se haya publi-

cado a la baja. Un estudio informal de Criswell y cols

. 226

señaló que

habían existido muchos más de tales episodios de lo que se puede

entender a partir de la literatura publicad

a 231,232 .

No obstante, los artículos sostienen que «se seguirá escapando

este problema» la mayoría de las veces, y que hay, ciertamente,

centros en los que la mayoría de pacientes con TCE que requieren

un control de la vía aérea son intubados mediante una secuencia de

hipnótico-relajante y laringoscopia directa. Sin embargo, es nuestra

opinión (probablemente minoritaria) que existe la posibilidad de

una lesión devastadora de la médula espinal, quizá sobre todo en las

lesiones de la región atlantooccipital, las cuales son también difíciles

de identificar de forma radiológic

a 233

, y que el anestesiólogo debe

identificar las circunstancias en las que la libertad temporal permite

una exploración o una evaluación radiológica más detalladas.

Cuando exista cualquier incertidumbre respecto a la vía aérea o a la

columna cervical, tal vez deba evitarse la laringoscopia directa (con

una extensión atlantooccipital enérgica) a menos que las exigencias

del control de la vía aérea lo demanden (lo cual sucede a menudo).

Se puede utilizar la vía nasal si el contexto clínico lo permite, teniendo

en cuenta que puede aumentar el riesgo de infección si hay fractura

de la base del cráneo y fuga de LCR. El anestesiólogo debe actuar

con prudencia (p. ej., en presencia de una fractura conminuta facial

evidente debe evitarse la vía nasal por la posibilidad de entrar en el

cráneo) y estar pendientes de cualquier resistencia inusual cuando

se pasa el tubo endotraqueal.

Cuando se utiliza una secuencia hipnótico-relajante, la estra-

tegia habitual es la aplicación de presión sobre el cricoides y la

estabilización axial en línea. Anteriormente se defendía la tracción

en línea, pero se la ha sustituido por la estabilización debido a la

consideración del riesgo de distracción excesiva y lesión medular en

el caso de una gran inestabilidad. La mayor de las series clínicas en

las que se concluyó que la intubación oral bajo anestesia y la relaja-

ción resulta razonabl

e 227

utilizó la estabilización en línea con el

occipucio del paciente mantenido firmemente contra la mesa, limi-

tando así el margen de «olfateo» posible

( fig. 53-15

). No hay duda de

que la estabilización en línea, realizada de forma adecuada, dificul-

tará en cierto modo la laringoscopia, pero sirve para reducir la can-

tidad de extensión atlantooccipital necesaria para conseguir la

visualización de la gloti

s 234

. Ello se debe a que al realizar la laringos-

copia frente a la presión contraria de un ayudante se logra una mayor

compresión de las estructuras de los tejidos blandos de la lengua y

el suelo de la boca. Algunos autores recomiendan dejar la mitad

posterior del collarín de Filadelfia en posición durante la laringos-

copia (v.

fig. 53-15 )

, porque actúa como un fijador rígido entre el

hombro y el occipucio, limitando la extensión atlantooccipital.

Durante la reanimación, antes de iniciar una secuencia de

hipnótico y relajante, el anestesiólogo debe confirmar la disponibi-

lidad de equipo para cricotirotomía y de alguien capacitado para

hacer uso inmediato del mismo si fuera necesario. Un cerebro que

ha sufrido un traumatismo reciente tolera muy mal la hipoxia y la

hipotensió

n 235 .

Resulta inevitable que en ocasiones se produzca una

intubación fallida. En la extensa experiencia del Cowley Shock-

Trauma Center en Baltimore, el índice cricotirotomía/traqueosto-

mía es del 0,3

% 236 .

Al igual que en muchas otras situaciones, la vía

aérea mediante mascarilla laríngea puede ser un dispositivo muy

útil para ganar tiempo en el caso de una intubación fallida y puede

proporcionar también un acceso para la intubación como alterna-

tiva a la cricotirotomía.

Como se señaló en el capítulo 3, aunque la succinilcolina

puede producir aumentos de la PIC, éstos son pequeños y en reali-

dad tal vez no sucedan nunca en pacientes con traumatismos

craneales grave

s 6 .

Por consiguiente, la succinilcolina no debe con-

siderarse contraindicada en una víctima de TCE. Si existe una

necesidad urgente para asegurar la vía aérea (para garantizar la

oxigenación y controlar la Paco

2

) y la succinilcolina es por lo

demás el fármaco adecuado para conseguirlo, debe utilizarse.

La situación de un paciente cuya columna cervical no ha sido

«evaluada» debe surgir cada vez con menos frecuencia en pacientes

inconscientes gracias a la proliferación de los equipos de TC multi-

detectores que permiten una rápida evaluación con cortes finos y

reconstrucciones sagitales de la columna cervical. La combinación de

una serie de tres radiografías simples y un estudio de TC (y la mayoría

de estos pacientes requieren valoración por TC por otros motivos) ha

presentado según una revisión una tasa de falsos negativos para

lesiones graves inferior al 0,1

% 237

. Sin embargo, otro trabajo indicó

que la TC puede pasar por alto un gran número de lesiones ligamen-

tosa

s 238

. En los pacientes conscientes y en estado de alerta cuya

columna cervical aún no se ha evaluado radiográficamente de forma

completa, varios trabajos clínicos han confirmado que los pacientes

que se encuentran alerta, no intoxicados y libres de lesiones signifi-

cativas presentan de forma invariable dolor, sensibilidad en la línea

media, limitación de los movimientos voluntarios o signos neuroló-

gico

s 239-241 ,

sufren una fractura de la columna cervical.

Por tanto, a pesar de la frecuencia con la que se presentarán

pacientes que aún lleven los collarines de Filadelfia, debido a que

aún no se les ha «asegurado» el cuello, no parecen tener que garan-

tizarse precauciones especiales en un paciente asintomático y

alerta. Obsérvese también que si la situación clínica o la explora-

ción sugieren una lesión de la columna cervical, una radiografía

lateral normal (las proyecciones anteroposterior y transoral de

odontoides no suelen realizarse durante la evaluación inicial) no

permite una completa seguridad. Se ha señalado que la proyección

lateral pasa por alto entre el 1

5 242

y el 26

% 239

de las fracturas.

Anestesia neuroquirúrgica

1835

53

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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Figura 53-15

 Intubación de un paciente con traumatismo agudo con una

columna cervical inestable. Se le han administrado un hipnótico y un

relajante. Un ayudante mantiene la estabilización axial en línea con el

occipucio firmemente sujeto contra la mesa; otro aplica presión sobre el

cricoides. La parte posterior del collarín cervical se mantiene en posición

para «impedir» la extensión atlantoaxoidea.

(De Stene JD: Anesthesia for the

critically ill trauma patient.

En

Siegel JH [ed.]:

Trauma: Emergency Surgery

and Critical Care.

Melbourne, Australia, Churchill Livingstone, 1987,

págs. 843-862.)