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de oxígeno, una ampliación de la diferencia en el contenido arterio-

venoso y una reducción de la Syvo

2

. En las personas normales en

reposo se aceptan habitualmente valores de Syvo

2

entre el 55-75%.

Valores de Syvo

2

inferiores al 50% durante 5 minutos se consideran

constitutivos de «desaturación yugular». Ha habido muchas publica-

ciones sobre la mejoría de los valores de la Syvo

2

como consecuencia

de reducir la hiperventilación, aumentar la PAM o inducir hipervo-

lemia. La medición de la Syvo

2

supone una estimación de la extrac-

ción

global

de oxígeno. Por tanto, se podría esperar que tuviera una

sensibilidad limitada en alteraciones muy

focales

y se han descrito

situaciones en las que una inadecuación focal de la perfusión no se

reflejaba en una baja Syvo

2 29-31,39

. Uno de esos trabajos ofrece una

posible explicación para la existencia de una Syvo

2

normal en pre-

sencia de una isquemia focal significativa. Coles y cols

. 39

demostra-

ron la coexistencia de áreas de hiperemia e hipoperfusión enpacientes

que había sufrido un TCE. Las primeras tenderían a enmascarar la

reducción de la Syvo

2

que se produciría si la última (hipoperfusión)

tuviera lugar de forma aislada. Una limitación inherente adicional en

la colocación unilateral del catéter es la observación realizada por

Stocchetti y cols

. 286

de que existía una diferencia media entre las

saturaciones simultáneas de ambos bulbos yugulares del 5,3±5% y

de que eran frecuentes diferencias entre ambos lados de hasta el 15%

en la saturación de la hemoglobina.

A pesar de los éxitos indicados con la monitorización de la

Syvo

2 40,287,288

, nosotros no creemos que este método esté suficiente-

mente bien definido como para justificar la recomendación de su

empleo intraoperatorio generalizado. En la UCI, parece potencial-

mente útil como monitorización de tendencia, que quizá sirva para

identificar el nivel de PPC e hiperventilación por debajo del cual

la perfusión cerebral

comienza

a verse comprometida, con la adver-

tencia de que hay un gran número potencial de resultados falsos

negativo

s 29,31-39

. La técnica también tiene un uso potencial más allá

de la identificación de pacientes con una Syvo

2

baja que alerta de

una perfusión inadecuada. Unos valores elevados de Syvo

2

pueden

servir para identificar a los pacientes con una PIC elevada en

quienes la hiperemia es un factor contribuyente significativo y

en quienes los intentos enérgicos para disminuir el FSC (p. ej., hiper­

ventilación, barbitúricos) pueden resultar beneficiosos.

Monitorización de la Po

2

tisular cerebral

Se dispone de electrodos intraparenquimatosos de pequeño diáme-

tro que permiten una medición de la Pbo

2

(y a veces del pH y de

la Pbco

2

). Se han utilizado para monitorizar el bienestar cerebral

durante el tratamiento en la UCI de pacientes tanto con TCE como

con HSA y para evaluar el efecto de las intervenciones quirúrgi-

ca

s 289 .

Una Pbo

2

de 20 mmHg o mayor se considera normal, y se

estima que valores por debajo de 10 mmHg o menos comportan

un riesgo de lesión hipóxica. Las monitorizaciones de la Pbo

2

pre-

sentan el problema inverso al que aparece con la monitorización

de la Syvo

2

: proporcionan información muy localizada sobre el

estado de oxigenación sólo de pequeñas regiones cerebrales en

torno a la punta del electrodo. Si se colocan lejos de las lesiones

focales para obtener una medición «global» de la oxigenación,

puede que no «vean» situaciones adversas en el tejido perilesional

en riesgo, pero salvable. De igual modo, pueden ser incapaces de

convertirse en una guía terapéutica útil si se encuentran dentro de

un parénquima con lesión cerebral irreversible.

Hasta ahora, el uso de la monitorización de la Pbo

2

no se ha

estandarizadoni generalizado.Uncentrohapublicado, sinembargo,

con base en la comparación con un grupo control histórico, una

reducción de la mortalidad cuando las guías de control establecidas

para la PPC y la PIC se apoyaban adicionalmente con atención

dirigida en la Pbo

2

, con el electrodo colocado en la sustancia blanca

adyacente pero no en el interior de las zonas de lesión grav

e 290 .

El

mismo grupo ha señalado que el 29% de los pacientes con una

puntuación de 8 o menos en la GCS presentan regiones con una

Pbo

2

de 10 mmHg o menos a pesar de cumplir los objetivos de

PPC y PIC de 60 mmHg o más (PPC) o menos de 25 mmHg

(PIC

) 261 .

Hipotermia

Hay claramente un componente isquémico en la fisiopatología de

los TCE, y se ha demostrado que la inducción de una ligera hipo-

termia resulta altamente protectora en la isquemia cerebral expe-

rimental (v. la sección anterior sobre hipotermia). Partiendo de esta

base, se llevó a cabo un estudio sobre la hipotermia tras traumatis-

mos craneales experimentales, y se demostraron mejoras en el

pronóstic

o 146 .

La hipotermia en el control de los pacientes con TCE

fue el objeto de al menos cuatro pequeños ensayos prospectivos

controlado

s 147-150 .

Debido a que estos estudios unicéntricos pare-

cían indicar una buena tolerancia de los pacientes a una hipotermia

leve mantenida (32-34 °C), así como una mejora de la PIC, del

aporte y de la demanda cerebral de oxígeno y del pronóstico, se

realizó un estudio multicéntrico. Este estudio no demostró un

beneficio global de la hipotermi

a 151 .

Como resultado, la hipotermia

no tiene un papel establecido en el tratamiento del traumatismo

craneal en el momento de escribirse este libro.

Un análisis posterior demostró que los pacientes de menos

de 45 años de edad que ya se encontraban hipotérmicos (

35 °C)

en el momento del ingreso en el hospital sí presentaban un mejor

pronóstico. Este hallazgo creo la preocupación de que el protocolo,

que requiere una inducción de hipotermia durante las 8 primeras

horas desde la lesión, no estaba alcanzando la hipotermia con la

rapidez suficiente como para lograr los beneficios potenciales. Está

en marcha un estudio de seguimiento. Los pacientes entre 16 y

45 años de edad con una GCS menor de 8 que lleguen al hospital

con una temperatura vesical inferior a 35 °C van a ser distribuidos

aleatoriamente entre un grupo de enfriamiento entre 32,5 °C y

33,5 °C (dentro de las 4 horas después de la lesión) durante 48 horas

y otro de calentamiento pasivo hasta la normotermia. El resultado

se evaluará a los 6 meses.

Monitorización de la presión intracraneal para cirugías

no neurológicas en pacientes con traumatismo craneal

En circunstancias ideales, se podrá consultar siempre con facilidad

al neurocirujano, por lo que el anestesiólogo raramente tendrá que

tomar una decisión sobre la monitorización de la PIC, aunque

puede resultar necesario que el anestesiólogo participe en ella.

Entre las variables relevantes se incluyen las siguientes:

1.

Nivel de consciencia

. Si se ha producido en cualquiermomento

una pérdida de consciencia o si la GCS es inferior a 15,

debería realizarse una TC. Si el estudio de TC revela una

compresión de las cisternas basales (indicativo de agota-

miento de las capacidades de compensación supratentoria-

les), desviación de la línea media o borramiento de los

ventrículos y probablemente cualquier lesión intracraneal

(p. ej., contusión, pequeños hematomas subdurales), debe

colocarse un monitor de PIC. Una buena puntuación en la

GCS no debe ser un factor de excesiva tranquilidad. Los

pacientes con buenas puntuaciones pueden «hablar y dete-

riorarse» o «hablar y morir» tras un traumatismo craneal

asociado a pérdida de conocimiento. Se ha observado dete-

rioro diferido hasta incluso 48 horas después del trauma-

tismo inicial (promedio de 17 horas

) 291 .

Los pacientes con

lesiones (habitualmente contusiones) en la región fronto-

temporal y sobre todo aquellos con lesiones temporales

mediales son los de mayor riesgo de presentar este fenó-

meno. Una pequeña expansión de las lesiones en esta

1838

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV