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localización (es decir, próximas al uncus y a la incisura

donde se produce la herniación) puede ocasionar una her-

niación incluso a niveles de PIC relativamente bajos (p. ej.,

aproximadamente 20 mmHg). En nuestro centro, los neu-

rocirujanos recomendarían evitar los anestésicos en estos

pacientes y aconsejarían sin duda la monitorización de la

PIC si la anestesia general resulta inevitable.

2.

Tiempo transcurrido desde el traumatismo

. Cuantomás tiempo

hayan tenido los pacientes para establecer su evolución, menos

acuciante será la necesidad de establecer la monitorización de

la PIC. Sin embargo, se ha observado deterioro diferido, como

se señaló anteriormente, hasta en 48 hora

s 291

y cualquier

paciente con una lesión demostrable por TC es un candidato

a monitorización durante al menos este período.

3.

Oclusión aórtica programada

(es decir, reparación de una

rotura aórtica). Los aumentos muy elevados de la PIC se han

asociado a la oclusión aórtica. Estos incrementos pueden

deberse en gran medida a una elevación brusca de la presión

arterial o a los fármacos utilizados para su control o a ambos.

Además, el aumento de las presiones de la vía aérea y venosa

asociadas con la posición lateral y la ventilación monopulmo-

nar, sumado a las dificultades ocasionales para el manteni-

mientodelahipocapniadurantelaventilaciónmonopulmonar,

pueden originar un umbral bajo para la monitorización de la

PIC en esta situación. Obsérvese, sin embargo, que la inten-

ción de utilizar heparinización sistémica impide, en esencia,

la colocación de un monitor, aunque se han utilizado drenajes

lumbares con derivaciones cardiopulmonare

s 219

.

4.

Naturaleza y duración del procedimiento programado.

El

riesgo de que se produzca un episodio adverso de PIC es

inevitablemente mayor durante una intervención en la

columna de 6 horas en posición de decúbito prono que en

un desbridamiento y sutura de una laceración en el brazo de

20 minutos de duración.

Procedimientos de fosa posterior

La mayoría de los temas relativos a los procedimientos de fosa pos-

terior (

tabla 53-12

) se han expuesto en la sección sobre temas recu-

rrentes. Incluyen la posición sentada y sus efectos y complicaciones

cardiovasculares (p. ej., tetraplejía, macroglosia), el neumoencéfalo y

la EGV y la EGP. La utilización de la posición sentada para facilitar

la cirugía sobre la fosa posterior aumenta la probabilidad de todos

estos fenómenos, aunque son también relevantes para posiciones no

sentadas. En esta sección se revisarán los fenómenos cardiovascula-

res asociados a la estimulación directa del tronco del encéfalo y sus

posibles implicaciones en el control postoperatorio.

Estimulación del tronco del encéfalo

La irritación de la parte inferior de la protuberancia, de la parte

superior del bulbo raquídeo y de la porción extraaxial del quinto

nervio craneal puede provocar varias alteraciones cardiovascula-

res. Las dos primeras áreas se estimulan casi siempre durante

procedimientos en el suelo del cuarto ventrículo y la última lo

hace durante la cirugía en el ángulo pontocerebeloso o su vecin-

dad (p. ej., neurinomas del acústico y en la descompresión micro-

vascular de los nervios quinto [neuralgia del trigémino], séptimo

[espasmo hemifacial] o noveno [neuralgia glosofaríngea]). Las

respuestas cardiovasculares pueden incluir bradicardia e hipoten-

sión, taquicardia e hipertensión, bradicardia e hipertensión o

arritmias ventriculare

s 292

. Se debe prestar una atención meticu-

losa al ECG y a la presión arterial medida con un transductor

directo durante la manipulación en esta región para advertir al

cirujano de inmediato sobre el riesgo de lesión de los núcleos de

los nervios craneales y de los centros respiratorios adyacentes. El

tratamiento farmacológico de las arritmias que se produzcan

puede servir para atenuar precisamente los signos de advertencia

que hay que buscar.

La compresión con balón del ganglio trigeminal es otra situa-

ción en la que se pueden producir arritmias. En este procedimiento,

se intenta producir neuroapraxia del quinto nervio craneal mediante

el inflado rápido de un balón de tipo Fogarty dentro de la fosa tri-

geminal (de Meckel

) 293,294 .

El balón se introduce de forma percutá-

nea a través de la mejilla y por debajo del hueso maxilar. Es mejor

realizar el procedimiento bajo anestesia general, porque tanto la

inserción de la aguja en la fosa trigeminal como la compresión con

el balón (que se prolonga varios minutos) son muy estimulantes.

Aparecerá una bradicardia bastante intensa, aunque transitoria, la

cual, de hecho, se busca como confirmación de una compresión

adecuada. Se ha aconsejado utilizar electrodos de marcapasos

externo, pero, en nuestra experiencia, resultan innecesarios.

Cualquier irritación y lesión de las estructuras de la fosa

posterior que puedan producirse durante la cirugía deben tenerse

en cuenta a la hora de planificar la extubación y los cuidados

postoperatorios. Sobre todo, los procedimientos que incluyan la

disección del suelo del cuarto ventrículo comportan la posibili-

dad de lesionar los núcleos de los nervios craneales o de causar

edema postoperatorio en dicha región o ambas complicaciones.

Hay que prestar atención al hecho de que la disfunción de los

nervios craneales, en particular de los nervios IX, X y XII, puede

ocasionar una pérdida del control o de la permeabilidad de la vía

aérea superior y que el edema del tronco del encéfalo puede

originar una alteración de la función de los nervios craneales y

del estímulo respiratorio. La fosa posterior es un espacio relati-

vamente pequeño y su capacidad compensatoria es incluso más

limitada que la del espacio supratentorial. Un edema relativa-

mente pequeño puede causar trastornos de la consciencia, del

estímulo respiratorio y de la función cardiomotora. El anestesista

y el neurocirujano deben interactuar a la hora de tomar decisio-

nes respecto a la pertinencia de la extubación y al lugar donde

deba realizarse la vigilancia postoperatoria (es decir, en la UCI o

fuera de ella).

En su momento se aconsejó la ventilación espontánea en

aquellos procedimientos que comportaban un riesgo de lesión de

los centros respiratorios. La ventilación espontánea raramente se

utiliza en la actualidad debido a que la proximidad de las áreas

Anestesia neuroquirúrgica

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53

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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Tabla 53-12

 Consideraciones relevantes en los procedimientos de fosa

posterior y localización (sección, subsección) de la explicación pertinente

en este capítulo

Consideración

Sección, subsección

Efectos hemodinámicos de la posición

sentada

Colocación, sedestación

Embolia gaseosa venosa

Embolia gaseosa venosa

Embolia gaseosa paradójica

Embolia gaseosa venosa

Efectos hemodinámicos de la

manipulación del tronco del encéfalo

y de los nervios craneales

Procedimientos de fosa posterior

Macroglosia

Colocación, sedestación

Neumoencéfalo

Neumoencéfalo

Tetraplejía

Colocación, sedestación