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Las principales causas de insuficiencia renal aguda (IRA) en

esta población de pacientes son el fallo prerrenal y la necrosis

tubular aguda (NTA). La insuficiencia prerrenal suele ser el resul-

tado de una hipovolemia, una septicemia o un síndrome hepato-

rrenal (SHR) del tipo 1. La enfermedad renal terminal sitúa al

paciente en un riesgo alto de hipovolemia sistémica debido a: 1) la

formación de una ascitis profusa, 2) un tratamiento diurético

intensivo, 3) una hemorragia digestiva y 4) el secuestro de sangre

en los vasos esplácnicos. El tratamiento de la IRA prerrenal es

sencillo; lo único necesario es restaurar el flujo sanguíneo renal.

La causa más frecuente de NTA es la IRA prerrenal, cuando

es lo suficientemente intensa como para causar una lesión tubular

renal isquémica. Otras causas de NTA son las sustancias nefrotóxi-

cas, como los contrastes radiográficos y los antiinflamatorios no

esteroideos. Al contrario que la IRA prerrenal, no hay ningún tra-

tamiento específico de la NTA; la asistencia es sobre todo de

apoy

o 256 .

La insuficiencia prerrenal secundaria al SHR del tipo 1 tiene

mal pronóstico. En muchos casos, el único tratamiento eficaz es el

trasplante hepático. Los tratamientos que pueden mejorar transi-

toriamente la función renal en estos pacientes son: 1) los vasocons-

trictores intravenosos como la terlipresina, la norepinefrina y la

midodrina combinados con octretotida, y 2) dispositivos o proce-

dimientos que apoyan el hígado, como el sistema de recirculación

adsorbente molecular (MARS) o la derivación portosistémica

intrahepática transyugular (TIPS

) 256-258 .

Disfunción sanguínea

En la hepatopatía terminal son frecuentes las coagulopatías y otras

anomalías sanguíneas

60 .

Puede haber anemia por muchas razones,

como la expansión del volumen plasmático, la hemorragia diges-

tiva, la malnutrición, las deficiencias vitamínicas, la hemólisis, el

hiperesplenismo o la depresión de la médula ósea. A medida que

el hígado comienza a fallar, no puede producir procoagulantes

dependientes de la vitamina K. Cuando la concentración del fac­

tor VII disminuye un 70% por debajo de la cifra normal, el TP se

prolonga. Surgen la trombocitopenia y la trombopatía debido a:

1) el síndrome del secuestro esplácnico, 2) la supresión de la médula

ósea secundaria al alcoholismo o medicamentos como el interfe-

rón, o 3) la destrucción plaquetaria inmunitaria por IgG. Puede

haber disfibrinogenemia (activación de la fibrinólisis). Los trastor-

nos de laboratorio abarcan habitualmente un aumento de las con-

centraciones del dímero D, un aumento de los productos de

degradación de la fibrina y unas concentraciones de fibrinógeno

normales o casi normales. Sin embargo, antes de atribuir el tras-

torno fibrinolítico al fracaso hepático, es muy importante una bús-

queda intensiva de todas las posibles causas reversibles de

coagulación intravascular diseminada.

Complicaciones digestivas

La hemorragia digestiva es siempre un aspecto preocupante; casi

un tercio de las muertes relacionadas con la cirrosis se debe a la

ruptura de varices gastroesofágicas. La gastropatía hipertensiva

portal, las varices esofágicas o las varices gástricas aparecen en

la mayoría de los pacientes con cirrosis e hipertensión porta

l 259 .

La

hemorragia por varices esofágicas es más frecuente que la hemo-

rragia por varices gástricas, pero esta última suele ser más intensa.

El tamaño de las varices es un buen factor pronóstico de cuándo

se romperán las mismas, y la velocidad de aumento de las varices

va paralela a la gravedad de la hepatopatía. Menos de 2 años

después del diagnóstico de cirrosis e hipertensión portal, el 20-30%

de los pacientes sufre una hemorragia por varice

s 259 .

El primer

episodio de hemorragia por varices es mortal en el momento en

alrededor del 7% de los casos con una mortalidad a las 6 semanas

de aproximadamente el 30%. Los supervivientes no tratados de una

hemorragia por varices tienen un riesgo de sufrir una nueva hemo-

rragia en los siguientes 2 años del 60%; si ésta ocurre, la mortalidad

es del 40-50%.

Endocrinopatías

Como el hígado produce, procesa y metaboliza muchas sustancias

endocrinas, la hepatopatía avanzada produce diversas alteraciones

endocrinas. Por ejemplo, las concentraciones plasmáticas de

hormona de crecimiento y glucagón aumentan con la hepatopatía

y contribuyen a la resistencia a la insulina. El IGF-1 disminuye en

niños con hepatopatía e influye adversamente en el crecimiento

y el desarroll

o 80 .

La disfunción gonadal se produce en varones y

mujeres debido a un metabolismo anormal de las hormonas sexua-

les. Los varones sufren una feminización con ginecomastia, atrofia

testicular, infertilidad e impotencia. En las mujeres, son frecuentes

la oligomenorrea, la amenorrea y la infertilidad.

Disfunción del sistema nervioso central

La encefalopatía hepática es un síndrome neuropsiquiátrico com-

plejo que aparece en el 50-70% de los pacientes con cirrosi

s 252 .

Los

fenómenos fisiopatológicos que contribuyen al síndrome son: 1) la

disfunción hepatobiliar, 2) la reducción del flujo sanguíneo hepá-

tico y 3) la desviación del flujo portal a través de vasos colaterales

(es decir, flujo sanguíneo portocava). Varias sustancias químicas

derivadas del intestino, como mercaptanos, fenoles, amoníaco,

ácidos grasos de cadena corta y manganeso, pueden contribuir a la

encefalopatía hepática. La depresión del sistema nervioso central

puede deberse a falsos neurotransmisores (p. ej., la octopamina) o

ligandos endógenos que aumentan el flujo inhibidor central, como

los activadores de los receptores del ácido

g

-aminobutírico benzo-

diazepínicos. Otras posibles influencias que pueden contribuir a la

encefalopatía son las anomalías del metabolismo de la energía cere-

bral y las rupturas de la barrera hematoencefálica. En otro lugar se

describen con detalle la patogenia y el tratamiento de la encefalo-

patía hepátic

a 60,252

.

Disfunción cardiovascular

La circulación hiperdinámica, con un aumento del gasto cardíaco

y una resistencia periférica total baja, es una característica de la

cirrosis y la hipertensión porta

l 260 .

La presión arterial sistémica está

ligeramente reducida, la frecuencia cardíaca está ligeramente

aumentada y las presiones de llenado centrales son normales. La

saturación de O

2

en la sangre venosa mixta está elevada y el

aumento de la diferencia arteriovenosa de O

2

es bajo. Globalmente,

los perfiles hemodinámicos se parecen a los de la fístula arteriove-

nosa (AV) periférica. De hecho, la hepatopatía avanzada produce

comunicaciones AV generalizadas (vasos colaterales) dentro de los

órganos esplácnicos, los pulmones, los músculos y la piel. El flujo

sanguíneo alto a través de estos vasos colaterales puede deberse a

incrementos inducidos por la cirrosis de sustancias vasodilatadoras

endógenas, como el glucagón, el NO·, el polipéptido intestinal vaso-

activo (VIP) y la ferritin

a 261-265 .

Los vasodilatadores endógenos también pueden explicar por

qué la hepatopatía grave reduce las respuestas cardiovasculares a

los vasoconstrictores fisiológicos y farmacológico

s 266 .

Los estudios

de laboratorio indican que el NO· podría inducir por sí mismo

cambios cardiovasculares y renales esenciales de la cirrosis y la

hipertensión porta

l 267,268 .

Los modelos animales de hipertensión

portal crónica (a través de ligaduras parciales de la vena porta o

cirrosis inducida por CCl

4

) muestran que el NO· induce elevacio-

nes del monofosfato de guanosina cíclico (GMPc) que se correla-

cionan directamente con la dilatación arterial periféric

a 268,269

. Los

inhibidores de la NO· sintasa pueden: 1) impedir el aumento del

gasto cardíaco y la reducción de la resistencia vascular que son

característicos; 2) restaurar las concentraciones plasmáticas de

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Fisiología y anestesia

I