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Una revisión retrospectiva de los ingresos por traumatismo

en el Los Angeles Medical Center publicada en 1996 respalda estos

hallazgos. Los pacientes que son trasladados al hospital por un

transporte privado, sin realizar ningún tipo de reanimación pre-

hospitalaria, evolucionan sustancialmente mejor que aquellos que

son llevados por los servicios paramédicos, incluso cuando se trata

de lesiones verdaderamente grave

s 89 .

Más adelante esto es corrobo-

rado por un estudio retrospectivo de la evolución de un grupo de

población que sufre hemorragia postraumatismo y al que se le

administran líquidos en la reanimación inicial por medio de un

sistema comercializado de administración rápida de líquidos (RIS,

Haemonetics, Inc.

) 90 .

La supervivencia de este grupo se compara

con la supervivencia esperada y previsible según los datos históri-

cos registrados. Los pacientes en los que se utiliza el sistema de

infusión rápida, cuando se comparan con los casos control, tienen

un índice de supervivencia de sólo un 56,8% frente al 71,2% en

pacientes con edades y lesiones similares (

p

<

0,001).

Esta revisión retrospectiva fue seguida en 2002 por un

segundo ensayo prospectivo sobre reanimación tardía en el paciente

traumatológic

o 91

. Los pacientes con una presión arterial menor de

90 mmHg y evidencia clínica de hemorragia fueron aleatorizados

para recibir volumen con el fin de mantener una presión arterial sis-

tólica de 100mmHg (gruponormal) oparamantenerla en70mmHg

(grupo estudio) hasta el final de la intervención quirúrgica.

Los resultados de este estudio se resumen en la

tabla 62-3 .

Como

en el estudio de Bickell, la hipotensión permitió una resolución

espontánea de la hemorragia y la recuperación de la presión arte-

rial, que aumentará sin la administración exógena de líquidos una

vez alcanzada la hemostasia. El paciente tipo empezaba con una

presión inicial baja, que se recuperaba hasta alcanzar una cifra

cercana a la buscada; se producían subidas y bajadas mientras

continuaba la hemorragia y la administración de líquidos, y de

forma eventual una subida por encima de la presión diana cuando

se resolvía la hemorragia, incluso habiendo dejado de adminis-

trarse más líquidos

( fig. 62-7 )

. El índice global de supervivencia del

93% en este estudio fue mayor que el previsible según datos históri­

cos y sustancialmente mayor que el del grupo de Bickell. Este

mayor índice refleja la exclusión de pacientes que murieron antes

de llegar al hospital o que llegaron a la unidad de reanimación de

urgencias en estado preagónico. También puede ser reflejo de las

mejoras en la asistencia global a los pacientes, un efecto observa-

cional (es decir, los pacientes de ambos grupos recibieron mejor

asistencia que los pacientes que no entraban en el estudio), o una

parcialidad en el reclutamiento de los casos. Pasadas las primeras

24 horas, el lactato y el equilibrio acidobásico se normalizaron en

ambos grupos, siendo similar el aporte de líquidos y sangre utili-

zados, lo que sugiere que ambos grupos alcanzaron al final un

resultado equivalente en su reanimación. Los autores llegaron a la

conclusión de que la administración de líquidos en un paciente con

hemorragia activa debe realizarse dentro de unos límites fisiológi-

cos concretos, y el anestesiólogo debe moverse entre la posibilidad

de que la hemorragia sea mayor y el riesgo de una hipoperfusión.

La respuesta al efecto de los fármacos anestésicos es muy

diferente según se trate de una hipotensión controlada en una

cirugía programada o de un shock hemorrágico en la sala de urgen-

cias. Los pacientes con hipotensión que han sufrido un trauma-

tismo reciben dosis pequeñas de anestésicos, incluso para la

inducción, debido al efecto de estos fármacos sobre la presión

arterial. Un paciente con hipotensión presenta una situación de

vasoconstricción, al contrario que el paciente al que se le mantiene

una hipotensión controlada durante la cirugía programada, que

está vasodilatado de forma intencionada antes de que se produzca

la pérdida de sangre. En la

tabla 62-4

se recogen las diferencias

fisiológicas entre estos dos estados. Según modelos experimentales,

la pérdida de sangre cuando no existe shock no produce compli-

caciones sistémicas como el SDR

A 71

. Teniendo en cuenta esta

Anestesia en traumatología

2055

62

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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Tabla 62-3

 Resultados de un ensayo aleatorizado con hipotensión

controlada en reanimació

n *

Convencional Con hipotensión Total

Pacientes incluidos

55

55

110

Varones

46

41

87

Traumatismo cerrado

22

31

53

Traumatismo penetrante

33

24

57

Grado de gravedad de la lesión 19,65

23,62 (

p=

0,11)

Supervivencia predecible

0,94

0,90 (

p

=0,19)

Presión arterial sistólica

durante el período de estudio

114

100 (

p

<

0,001)

Supervivencia al alta

51

51

Fallecidos

4

4

*La probabilidad de supervivencia se calculó según datos históricos publicados.

Figura 62-7

 Medidas de la presión arterial sistólica de un paciente sometido

a tratamiento quirúrgico por una lesión hepática de grado V con hipotensión

controlada. Las oscilaciones en la presión arterial son frecuentes durante la

reanimación inicial debido a la existencia de hemorragia y a la administración

de líquidos. Una vez que se controla la hemorragia, la presión se estabiliza.

Tabla 62-4

 Diferencias en los hallazgos clínicos entre pacientes sometidos a

cirugía programada con hipotensión controlada y los casos de urgencia

traumatológic

a *

Aspectos estudiados Programada

Traumatológica

Volumen intravascular Normovolémico Hipovolémico

Temperatura

Normal

Probablemente hipotérmico

Lechos capilares

Dilatados

Vasoconstricción

Grado de anestesia

general

Profundo

Generalmente superficial

Nivel de consciencia

previo

Normal

Puede estar alterado

Lesiones asociadas

Ninguna

Pueden ser significativas

Episodios de

comorbilidad

Conocidos

y tratados

Desconocidos

*Cada uno de estos factores puede constituir una contraindicación al uso de

hipotensión controlada en el paciente traumatológico.