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(normal, 45,2±0,7 mmHg), su valor predictivo positivo para la pre-

sencia de signos físicos de shock circulatorio era del 100

% 118

. La

perfusión tisular insuficiente, detectada por estos indicadores especí-

ficos, o por marcadores sistémicos tradicionales como el nivel de

lactato en suero, déficit de bases y descenso del pH, debe ser rápida-

mente tratada una vez controlada la hemorragia. El grado de norma-

lización del lactato en un paciente con shock está fuertemente

relacionado con el pronóstico: cuando no se consigue una cifra

dentro del rango normal en las primeras 24 horas, existe un mayor

riesgo de insuficiencia multiorgánica y de muert

e 110,119

.

Perspectivas futuras en reanimación

Ya que la reanimación de un shock hemorrágico empieza con el

control de la hemorragia, cualquier progreso en la capacidad de

diagnóstico y tratamiento de la misma constituye un beneficio para

mejorar el pronóstico tras un traumatismo. La década pasada ha

presenciado el desarrollo y la extensión del uso de la valoración

ecográfica traumatológica (FAST)

120

y de la tomografía computari-

zada (TC) de alta resolución para el diagnóstico de la hemorragia,

así como el empleo de la cirugía y la angiografía para controlarla.

Dos tipos diferentes de agentes protrombóticos se utilizan cada vez

con más frecuencia como adyuvantes en los pacientes con hemo-

rragia: agentes procoagulantes tópicos y sistémicos.

Las preparaciones tópicas se aplican en la superficie de

heridas abiertas (una laceración hepática, por ejemplo) para inducir

la inmediata formación del coágulo. Las que han sido más utilizadas

son las preparaciones de trombina y fibrina. Estos «pegamentos de

fibrina» no pueden actuar en presencia de una fuerte hemorragia

porque son rápidamente arrastrados, pero son útiles en el trata-

miento de superficies que rezuman sangre y órganos que son difí-

ciles de suturar o coagular, como el pulmón o el hígad

o 121 .

El

pegamento de fibrina está formado a partir de trombina recombi-

nante o altamente purificada; no conlleva el riesgo de transmisión

de enfermedades víricas, aunque se han descrito casos en los que se

han desarrollado anticuerpos a la trombina bovina administrada de

forma tópica. Su absorción sistémica está también limitada; por

tanto, no es probable que se produzca un coágulo no deseado lejos

del sitio de aplicación. Ya se han comercializado, y se están usando

en Irak y Afganistán, nuevas formulaciones de trombina y fibrinó-

geno estratificadas sobre apósitos de colágeno para el control rápido

de grandes lesiones de vísceras sólidas o del sistema musculoesque-

létic

o 122

. También los militares están utilizando varios hemostáticos

tópicos que consisten en pequeñas partículas hidrofílicas (zeolita o

quitosano) que absorben rápidamente el agua libre del tejido lesio-

nado, creando una mayor concentración de factores de la coagula-

ción y de plaquetas y, de esta manera, aumentando la facilidad de

formación del coágul

o 123

. De momento, ninguno de estos productos

está autorizado, aunque probablemente se desarrollen en el futuro.

El factor de coagulación VII humano activado recombinante

(rFVIIa) está autorizado para el tratamiento de los hemofílicos con

anticuerpos al factor VIII con hemorragia activa o como prevención

ante una intervención quirúrgica (v. caps. 44 y 45). La observación

de una rápida hemostasia en estos pacientes condujo a utilizar el

rFVIIa en otras coagulopatías congénitas y adquiridas, incluyendo la

coagulopatía dilucional de una hemorragia producida por trauma-

tismo. El factor VIIa a dosis mucho más altas que las fisiológicas

actúa generando una auténtica explosión de trombina sobre la super-

ficie de las plaquetas activadas por el factor de activación tisular, lo

que produce una rápida formación del coágulo. Puesto que el factor

tisular es necesario, la coagulación queda limitada al lugar de la lesión

vascular, sin demostrarse una situación de hipercoagulabilidad en

otros órganos o vaso

s 124 .

Los ensayos prospectivos realizados con

rFVIIa han demostrado una disminución de las pérdidas de sangre

en pacientes sometidos a cirugía abierta de próstat

a 125

y una rever-

sión rápida de la anticoagulación en pacientes que tomaban warfa-

rin

a 126

. Algunas publicaciones retrospectivas muestran el papel que

el rFVIIa puede tener en el tratamiento de la hemorragia traumato-

lógica agud

a 127

, de la hemorragia gastrointestinal asociada a cirro-

si

s 128

, de la hemorragia que sigue a una cirugía cardiovascula

r 129

y al

trasplante hepátic

o 130

, y de la hemorragia intracraneal tanto en recién

nacido

s 131

como en anciano

s 132

. En un pequeño ensayo controlado

con placebo en pacientes traumatológicos con hemorragia tratados

con rFVIIa, se ha demostrado un descenso en las pérdidas de sangre,

en las necesidades transfusionales y una mejor evolució

n 133

. Actual-

mente se está llevando a cabo un ensayo a nivel internacional.

Se esperan otros adelantos en el campo de la reanimación que

incluyan algunas estrategias más específicas para el tratamiento de las

consecuencias del shock y de la reperfusión (

v. caps. 81 y 82)

. Un shock

hemorrágico seguido de una reanimación puede ser considerado

como una lesión de isquemia-reperfusión que afecta de forma global

al organismo. La prevención del daño producido por la isquemia

podrá ser posible en el futuro con la administración de fármacos que

regulen la función celular y humoral. Como posibilidades destacan el

control de las alteraciones fisiopatológicas que están relacionadas con

el shock y que dan lugar a la lesión orgánica, como la activación del

complemento y los granulocitos, la activación endotelial, la leucostasis

y la formación de edem

a 134

. Podrían conseguirse cambios con el uso

de transportadores de oxígeno (fluorocarbonos y hemoglobinas

modificadas), antioxidantes, eliminadores de óxido nítrico y com-

puestos antiendotoxina. Es incluso más interesante la posibilidad de

elaborar un tratamiento a medida según la dotación genética del

paciente, mediante la manipulación controlada de una gran variedad

de agentes proinflamatorios y antiinflamatorios utilizados para man-

tener una óptima composición química en plasma durante la recupe-

ración de la lesión. Aunque por el momento es una posibilidad muy

lejana, se han dado unos primeros pasos al respecto con el reciente

descubrimientode que algunos patrones de expresióngenéticapueden

predecir la evolución después de un traumatismo grav

e 135

.

Traumatismos del sistema

nervioso central

El traumatismo del sistema nervioso central (SNC) es la causa de

casi lamitad de las muertes por traumatismo analizadas post mórtem

en un análisis de població

n 136

o después de la admisión en un centro

traumatológico

(v. cap. 53) 137

. Además, más de 90.000 estadouniden-

ses cada año resultan discapacitados por TC

E 138

y entre 8.000 y

10.000 por lesión de la médula espina

l 139 .

Igual que ocurre en el shock

hemorrágico, el traumatismo del sistema nervioso central consiste

en una lesión primaria, en la que los tejidos sufren una fuerza mecá-

nica que los lesiona, y una respuesta secundaria, en la que la reacción

del organismo frente a la lesión desempeña un papel importante.

Paliar los efectos de la lesión secundaria al SNC va a depender de un

diagnóstico precoz y de un tratamiento rápido y bien dirigido.

Aunque la única forma de minimizar la lesión primaria es la preven-

ción, está claro que la lesión secundaria es responsable de la mayoría

de las muertes y discapacidades después del traumatismo. El trata-

miento inicial de estos pacientes puede condicionar de forma impor-

tante el pronóstico

.

Para el éxito de la reanimación habrá que prestar

primero atención al ABCDE, y en este proceso los anestesiólogos

estarán directamente implicados. El manejo de los pacientes con

TCE se trata en el

capítulo 84.

Aquí se realiza una breve discusión

sobre el tratamiento precoz de estos pacientes.

El traumatismo produce una fuerza de cizalla que da lugar

a lesión primaria de los cuerpos neuronales y los axones y a lesión

Anestesia en traumatología

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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