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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

o broncoscopia rígida. La insuflación de los gases y agentes anes-

tésicos puede efectuarse por diversas vías: 1) un pequeño catéter

introducido en la nasofaringe y colocado justo por encima de la

abertura laríngea, 2) un tubo endotraqueal cortado a una longitud

corta introducido a través de la nasofaringe para quedar justo un

poco más allá del paladar blando, 3) una cánula nasofaríngea y

4) el conducto lateral de un laringoscopio o broncoscopio.

Los movimientos de las cuerdas vocales suelen ser mínimos

cuando se usa una técnica de respiración espontánea, siempre que

se mantenga un nivel de anestesia adecuado. Si la profundidad de

la anestesia es demasiado ligera, las cuerdas vocales puedenmoverse,

el paciente puede toser o se puede producir un laringoespasmo. En

cambio, si es demasiado profunda, el paciente puede desarrollar una

apnea e inestabilidad cardiovascular. Es vital mantener una obser-

vación cuidadosa durante todo el procedimiento, apreciar los movi-

mientos, la frecuencia y profundidad de la respiración, la estabilidad

cardiovascular y que la respiración no esté obstruida, ajustando la

concentración de los anestésicos volátiles en consonancia.

Las limitaciones de la ventilación espontánea o de las técnicas

de insuflación son la falta de control sobre la ventilación y la posibi-

lidad de contaminación de la vía respiratoria. Otro problema es la

contaminación del quirófano secundaria a la insuflación de agentes

volátiles y requiere la presencia de sondas de aspiración de alta inten-

sidad cerca de la boca. Las técnicas de insuflación pueden ser inade-

cuadas para las lesiones voluminosas, blandas y flexibles, sobre todo

de la supraglotis o la glotis, que pueden obstruir la vía respiratoria

después de iniciar la anestesia general con ventilación espontánea.

Técnicas de ventilación a chorro

En 1967, Sanders fue el primer autor que describió la técnica de

ventilación a chorro utilizando un catéter del calibre 16 situado por

debajo del conducto lateral de un broncoscopio rígido y basándose

en la entrada de aire para continuar la ventilación con un broncos-

copio abiert

o 75a .

Sanders utilizaba chorros intermitentes de oxígeno

(con una frecuencia de 8/min y una presión de 3,5 bares) para la

ventilación y demostró que la técnica mantenía una presión de

oxígeno por encima de lo normal sin aumentar la presión parcial

de dióxido de carbono. Desde 1967, se han realizado modificaciones

de la técnica original de ventilación a chorro de Sanders para la

cirugía endoscópica de la vía respiratoria. Se trata, entre otras, del

lugar en el que sale el aire y la frecuencia de la ventilación a chorro.

La ventilación a chorro supraglótica es una técnica en la que

el chorro de gas sale a nivel de la supraglotis gracias a la conexión

de una aguja de ventilación a chorro con el laringoscopio rígido de

suspensión. La ventilación a chorro supraglótica consiste en la colo-

cación de un pequeño (2-3mm de diámetro) catéter o de un tubo

diseñado específicamente a través de la glotis hasta llegar a la

tráquea. La ventilación a chorro transtraqueal consiste en la colo-

cación de unos catéteres transtraqueales percutáneos especialmente

diseñados a través de la membrana cricotiroidea o la tráquea.

Además de las modificaciones en el lugar de salida del chorro

de gas, también se han descrito modificaciones de la frecuencia de

ventilación. Se utiliza una alta frecuencia (

>

1Hz, 60 respiraciones/

min) con tasas del ventilador de alrededor de 100-150/min. Esto

permite: 1) un flujo de aire espiratorio continuo, mejorar la elimi-

nación de los fragmentos hemáticos y los detritos de la vía respira-

toria, 2) unas presiones máxima y media de la vía respiratoria

menores con una mayor estabilidad cardiovascular y 3) mejorar la

difusión y la mezcla interregional intrapulmonar, lo que logra una

ventilación más eficaz. Estas ventajas son fundamentales en los

pacientes que tienen una enfermedad pulmonar significativa y obe-

sidad. Las frecuencias elevadas se consiguen mediante el uso de

ventiladores automáticos a chorro de alta frecuencia, que tienen

alarmas y un sistema de interrupción del flujo a chorro cuando se

alcanzan los límites prefijados de presión de parada (es decir, cuando

se produce el bloqueo de la ventilación o de la exhalación).

Las técnicas de ventilación a chorro son adecuadas para la

mayor parte de las enfermedades glóticas benignas y las malignas

iniciales en las que no se prevé una obstrucción de la vía respiratoria.

Una técnica típica de ventilación a chorro consiste en una preoxige-

nación seguida de inducción intravenosa y de la administración de

relajantes musculares. A continuación, se realiza la laringoscopia y

se aplica anestesia local tópica (lidocaína). Se inserta una ML y se

continúa la ventilación con oxígeno al 100% hasta que el cirujano

está preparado para colocar el laringoscopio rígido (de suspensión),

al que se ha conectado una aguja de ventilación a chorro como

preparación para la ventilación supraglótica a chorr

o 76 .

Como alter-

nativa, la ventilación por mascarilla se continúa hasta que el cirujano

esté listo para introducir el laringoscopio. La anestesia se mantiene

con una infusión de propofol controlada por objetivo, complemen-

tada mediante la administración o la infusión de alfentanilo o remi-

fentanilo. Al final de la intervención, la ML se reintroduce antes de

inyectar los antagonistas de los relajantes musculares y de interrum-

pir la anestesia i.v., para facilitar un despertar suav

e 76 .

Durante el procedimiento, la idoneidad de la ventilación a

chorro debería evaluarse de forma continua mediante la observación

de los movimientos torácicos, las lecturas de la saturación de oxígeno

y escuchando los cambios del sonido durante la introducción de aire

y la exhalación. La permeabilidad de la vía respiratoria y la presencia

de cualquier obstrucción quirúrgica también se pueden analizar

observando la imagen endoscópica en un monitor de televisión.

Ventilación a chorro supraglótica.

La ventilación a chorro

supraglótica es una técnica en la que el chorro de gas sale a nivel

de la supraglotis al conectar una aguja de ventilación a chorro al la-

ringoscopio quirúrgico rígido de suspensión. Se puede utilizar una

ventilación de alta o baja frecuencia. Las técnicas de ventilación a

chorro supraglótica ofrecen al cirujano una visualización clara y

sin obstáculos, sin riesgo de incendio por láser en la vía respira-

toria. Sin embargo, si el cirujano coloca lentinas quirúrgicas en el

campo quirúrgico y están secas, conllevan un riesgo de incendio de

la vía respiratoria, en el que la lentina actúa como «combustible».

Las limitaciones de las técnicas supraglóticas se relacionan con:

1) un alineamiento incorrecto del laringoscopio de suspensión y

el vestíbulo laríngeo, 2) la introducción de sangre, humo y detritos

hacia la tráquea distal, 3) la producción de una vibración y movi-

miento considerables de las cuerdas vocales, que pueden requerir

la interrupción de la ventilación durante la operación, 4) la incapa-

cidad de monitorizar la concentración teleespiratoria de dióxido de

carbono y 5) el riesgo de barotraumatismo con neumomediastino,

neumotórax y enfisema subcutáneo.

Ventilación a chorro subglótica.

La ventilación a chorro

subglótica permite introducir un chorro de gas directamente en la

tráquea mediante la inserción de un pequeño catéter a través de

la glotis. La técnica es más eficaz que la ventilación a chorro su-

praglótica y permite unas presiones menores, unos movimientos

mínimos de las cuerdas vocales, un campo quirúrgico adecuado y

no impone exigencias temporales al cirujano a la hora de colocar

el laringoscopio rígido. Los principales inconvenientes son la po-

sibilidad de un incendio en la vía respiratoria inducido por láser

debido a la presencia de una posible fuente de combustible en la

vía respiratoria y un mayor riesgo de barotraumatismo que en las

técnicas de ventilación a chorro supraglóticas.

Técnicas de ventilación a chorro transtraqueal.

Se ha

descrito la colocación programada de un catéter transtraqueal bajo

anestesia local en pacientes con una enfermedad significativa de

la vía respiratoria, o bajo anestesia local para la cirugía laríngea