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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

profunda y el estado consciente reactivo, y puede haber complica-

ciones grave

s 58 .

Por ello, resulta útil la participación de anestesiólo-

gos con experiencia para asegurar un resultado óptimo.

La neurorradiología intervencionista (o neurocirugía endo-

vascular) consiste en un abordaje endovascular mediante guía

radiológica a lesiones situadas en el sistema nervioso central o a

sus estructuras circulatorias relacionadas para administrar un tra-

tamient

o 58 .

El desarrollo de la angiografía de sustracción digital fue

la base del crecimiento de este camp

o 57

. En la década de 1990 se

dispuso de microcatéteres adecuados para colocarlos en vasos san-

guíneos intracraneales, así como de dispositivos como balones y

espirales desprendibles, y empezaron a expandirse rápidamente los

horizontes de la neurorradiología intervencionist

a 57

.

Métodos

La radioscopia de alta resolución y la angiografía por sustracción

digital se combinan para obtener imágenes en directo de la anato-

mía vascular del paciente, a través de la cual pueden manipularse

catéteres. El acceso vascular para el neurorradiólogo suele obte-

nerse a través de la arteria femoral, pero también pueden utilizarse

las arterias carótida o braquial. La zona de colocación de la vaina

se suele infiltrar con un anestésico local para minimizar las moles-

tias del paciente. Se utilizan contrastes radiológicos, con las posi-

bles complicaciones asociadas. Debe observarse que la angiografía

por sustracción digital administra dosis de radiación mayores que

la radioscopia; por tanto, es esencial prestar atención a las normas

de seguridad frente a la radiación en la sala de neurorradiologí

a 58 .

Puede ser necesario aumentar o reducir la presión arterial durante

diferentes momentos de la intervención para facilitar el tratamiento

previsto. Una vez colocado el catéter o catéteres cerca de la lesión,

comienza la intervención definitiva.

Muchos aneurismas cerebrales son susceptibles de trata-

miento endovascular. La práctica actual consiste en embolizar el

aneurisma con espirales metálicas desmontables de Guglielm

i 59 .

Los aneurismas de la arteria cerebral media son difíciles de tratar

por vía intravascular. En cambio, los aneurismas de la circulación

posterior o del segmento cavernoso de la arteria carótida interna

son más adecuados para la embolización. Los aneurismas con cue­

llos grandes o con una relación grande entre el tamaño del cuello

y del aneurisma se tratan mejor con cirugía. Los aneurismas aso-

ciados a hematomas intraparenquimatosos grandes pueden abor-

darse mediante cirugía para hacer a la vez una descompresió

n 59 .

Los pacientes pueden someterse a una reparación de forma pro-

gramada con el aneurisma sin romper o de forma urgente tras una

ruptura con una hemorragia subaracnoidea. Los pacientes con una

hemorragia subaracnoidea pueden sufrir una mayor ruptura, una

hidrocefalia o un vasoespasmo cerebra

l 59-61

. Los anestesiólogos que

asisten a los pacientes durante estas intervenciones deben estar

preparados para una ruptura del aneurisma en cualquier momento,

y será esencial un control estrecho de la presión arterial después

de la intervención para reducir las posibilidades de ruptura o de

repetición de la ruptura tras la intervenció

n 58,59

. La ruptura del

aneurisma puede tratarse con una nueva embolización.

Las MAV encefálicas constituyen otra lesión susceptible de

tratamiento endovascula

r 62 .

Las técnicas utilizadas para obliterar

las MAV son embolización con espirales, balones desprendibles,

partículas de material y adhesivos. Con frecuencia el abordaje

endovascular a las MAV intracraneales se combina con el abor­

daje quirúrgico, con una embolización inicial seguida de una resec-

ción quirúrgica posterio

r 63,64

. A menudo se requieren múltiples

embolizaciones para limitar la aparición de complicaciones hemo-

rrágicas. Las complicaciones de la embolización de las MAV son

la embolización de material extraño a localizaciones no deseadas,

el edema cerebral y la hemorragia intracranea

l 58

. Como en el caso

de la ruptura de un aneurisma cerebral, la hemorragia puede tra-

tarse con embolizaciones adicionales.

Tanto los vasos intracraneales como los extracraneales con

lesiones ateroscleróticas estenosadas se han tratado mediante

angioplastia con baló

n 58,65,66 .

Los pacientes que tienen estenosis

carotídeas extracraneales cada vez se someten más a angioplastia/

colocación de endoprótesis carotídea en vez de realizarse una

endarterectomía carotídea tradicional. Sin embargo, en este

momento no están claras las indicaciones para seleccionar la angio-

plastia/endoprótesis por encima de la endarterectomía, y llevará

años conocer los resultados de los estudios comparativos empren-

didos sobre el resultado. Una característica notable de la angioplas-

tia/endoprótesis carotídea es que con frecuencia se producen

bradiarritmias profundas en el momento en que se infla el balón.

En algunos pacientes puede ser razonable colocar electrodos de

marcapasos transvenosos o un catéter de arteria pulmonar que

pueda aceptar electrodos de marcapasos antes de la intervenció

n 58 .

No es deseable que se mueva el marcapasos cardíaco temporal

externo durante una intervención vascular. Se ha realizado la

angioplastia/endoprótesis arterial intracraneal, pero en este mo­

mento la intervención es arriesgada, con una frecuencia publicada

de complicaciones del 12-28%

67,68 .

El tratamiento de un accidente cerebrovascular oclusivo

agudo, realizado a tiempo, puede revertir deficiencias neurológicas.

Un solo estudio controlado ha demostrado un mejor resultado neu-

rológico tras un tratamiento trombolítico de un accidente cerebro-

vascular agudo (trombólisis en las 3 horas siguientes al inicio del

accidente

) 69 .

El metaanálisis de otros estudios ha constatado una

tendencia hacia la mejoría del resultado neurológico tras el trata-

miento trombolítico del accidente cerebrovascular agud

o 70

. Las com-

plicaciones del tratamiento trombolítico del ictus son unas bajas

tasas de recanalización con una oclusión significativa y un mayor

riesgo de hemorragia cerebra

l 70 .

Los factores de riesgo de las com-

plicaciones después de la trombólisis después de un ictus agudo

consisten en ictus hemisférico grave, signos extensos de infarto

precoz en la TC previa al procedimiento, retraso terapéutico superior

a 3 horas, hipertensión incontrolada, uso de aspirina, diabetes melli-

tus y la edad avanzad

a 71 .

Las estrategias endovasculares actuales para

tratar los ictus isquémicos consisten en el tratamiento trombolítico

intraarterial con activador del plasminógeno tisular, combinado

posiblemente con la administración intravenosa. Cada vez se recurre

más a la combinación del tratamiento trombolítico con la destruc-

ción mecánica o la extracción de las tromboembolia

s 70 .

Administración de la anestesia

La evaluación anestésica previa a la intervención es similar a la que

se realiza antes de las intervenciones neuroquirúrgicas. Es esencial

explorar la vía respiratoria, ya que no es posible manipularla

durante la intervención para no interferir con la posición de

la cabeza para las pruebas de imagen. Los pacientes en quienes se

crea que existe un riesgo especial de compromiso de la vía respi-

ratoria podrían beneficiarse de un control precoz de la misma y de

la anestesia general. Es fundamental la experiencia previa en inter-

venciones radiológicas y cualquier antecedente de reacción al con-

traste. Debido a la importancia que tiene controlar la presión

arterial en estas intervenciones, es preciso evaluar antes la hiper-

tensión, así como asegurarse de un buen control preoperatorio de

la hipertensión existente.

Como en otras áreas situadas fuera del quirófano, la

comunicación entre los anestesiólogos y los neurorradiólogos