Table of Contents Table of Contents
Previous Page  2231 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 2231 / 2894 Next Page
Page Background

Anestesia fuera del quirófano

2231

69

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito

Lo ideal es que el anestesiólogo se implique en el estadio más tem-

prano posible en la planificación de la prestación de este tipo de

asistencia. La comunicación abierta con los radiólogos y la consulta

temprana con el anestesiólogo maximizarán la eficiencia de la

actuación de los dos departamentos al proporcionar una asistencia

anestesiológica de calidad y oportuna, y al minimizar los retrasos

o cancelaciones de intervenciones necesarias. La implicación del

departamento de anestesiología en el diseño de las directrices de

sedación/analgesia, así como en la formación del personal impli-

cado constituye un paso importante para lograr una asistencia

anestesiológica de calida

d 7

. Los profesionales no anestesiólogos que

administran la sedación/analgesia y conocen y comprenden las

directrices sobre la sedación/analgesia tienden más a reconocer a

los pacientes con un mayor riesgo de complicaciones o fracaso de

la sedación, y por ello suelen pedir antes al personal de anestesia

la ayuda necesaria.

En el pasado se observaba una amplia variabilidad en cuanto

al cumplimiento de las modernas directrices respecto de la provisión

de la anestesia, incluidas la falta de evaluación preoperatoria, la falta

de consentimiento informado y la falta de suficiente personal espe-

cializado para monitorizar pacientes adultos y pediátricos durante la

sedación/analgesi

a 26,27

. Es de esperar que una mayor implicación de

los anestesiólogos en este marco mejore la asistencia.

En la sala de radiología se realizan varias técnicas anestésicas.

La sedación/analgesia de mínima a moderada constituye la técnica

usada en la mayoría de los pacientes que se someten a estas inter-

vencione

s 14,27

. En la mayoría de los adultos, las combinaciones de

benzodiazepinas y opiáceos (es decir, el ajuste de dosis de midazo-

lam y fentanilo) son suficientes para asegurar la comodidad durante

la intervención. Como ya se ha indicado, el uso de anestésicos más

potentes, como propofol, barbitúricos y ketamina, es mejor reser-

varlo para los especialistas en anestesi

a 7 .

Es preciso considerar el

trastorno del paciente, el nivel previsto de estimulación y la posición

del paciente durante la intervención. Un paciente al que se realiza

una biopsia hepática guiada con ecografía podría tener ascitis, lo

que provocaría que el paciente sedado aspirase, y podría preverse

que la perforación de la cápsula hepática con la aguja de biopsia

fuera muy dolorosa. En estos casos, sería beneficiosa una anestesia

general en vez de una sedación/analgesia. Las intervenciones que

podrían durar varias horas es mejor realizarlas con anestesia general

desde el principio en lugar de realizar una conversión tardía tras un

fracaso de la sedación/analgesia, momento en que el acceso al

paciente podría estar limitado por la colocación del catéter y el

equipo radiológico. Ciertas intervenciones realizadas en la sala de

radiología pueden precisar técnicas anestésicas específicas para el

máximo beneficio del paciente. Se ha observado que a los pacientes

sometidos a la ablación con RF de lesiones osteolíticas dolorosas,

les es beneficiosa una anestesia regional continua tras la interven-

ción, que suele llevarse a cabo con anestesia genera

l 12 .

Es de esperar

que aumente la importancia de las técnicas anestésicas regionales

fuera del quirófano a medida que se produzcan más avances en las

modalidades terapéuticas (v. también caps. 41 y 42).

Los pacientes pediátricos merecen una consideración espe-

cial (v.

cap. 72 ) 28

. Algunas intervenciones radiológicas requieren

que los pacientes permanezcan quietos durante períodos prolon-

gados, lo que puede no ser posible en los lactantes y los niños,

incluso con sedación/analgesia. Cuando se considera que la inter-

vención puede realizarse con sedación/analgesia, los lactantes y

niños sanos reciben a menudo hidrato de cloral por vía oral para

las intervenciones radiológicas (25-50mg/kg en los lactantes

menores de 4 meses y 50mg/kg en los niños mayores) (v. también

cap. 72).

Las intervenciones que exigen más tiempo o que requieren

más punciones dérmicas que la simple colocación de un catéter

intravenoso pueden precisar regímenes anestésicos más intensivos,

desde una sedación/analgesia más profunda hasta una anestesia

general con o sin intubación traqueal. Además, los pacientes con

enfermedades médicas subyacentes pueden necesitar una implica-

ción anestesiológica más intensa que en otros casos. El Children’s

Hospital Boston ha formulado unos criterios que ayudan al perso-

nal de enfermería de radiología a realizar evaluaciones previas a la

intervención con el fin de determinar si es necesaria una evalua-

ción anestesiológica antes de realizarla. Las características del

paciente que exigen la remisión al anestesiólogo en dicho centro

son la presencia de apnea, la edad inferior a 1 mes, la insuficiencia

respiratoria, el síndrome de Pierre Robin, el síndrome de Apert o

de Crouzon, el reflujo gastroesofágico grave, el desarrollo insufi-

ciente de los músculos orales, la alergia a sedantes/analgésicos, las

enfermedades de comienzo reciente, la presencia de cardiopatía y

las enfermedades metabólicas o mitocondriale

s 29

. Parece prudente

que otras instituciones establezcan unas causas de derivación simi-

lares con el fin de proporcionar una asistencia anestésica oportuna

y de calidad, y de evitar cancelar o retrasar innecesariamente inter-

venciones que pueden ser útiles para el paciente. Es esencial dis-

poner de personal de anestesia familiarizado con el paciente

pediátrico y de equipo para proporcionar anestesia pediátrica en

todas las áreas en que pueda prestarse este tipo de asistencia.

Los pacientes con vías respiratorias problemáticas, conoci-

das o no, presentan riesgos fuera del entorno quirúrgico (v. también

cap. 40). Es preferible realizar la intubación endotraqueal que se

prevea difícil en el quirófano, donde se dispone de personal entre-

nado y de un equipamiento especializado. Una vez controlada la

vía respiratoria se puede trasladar al paciente al lugar donde se

fuera a realizar la técnica, si es preciso llevarla a cabo fuera del

quirófano. En los casos no previsibles el anestesiólogo fuera de su

entorno puede encontrarse en una situación difícil.

Tomografía computarizada

La TC suele utilizarse para el diagnóstico, por ejemplo, para evaluar

el estado de un proceso neoplásico en el tórax o en el abdomen. Ha

resultado valiosa en el estudio de las malformaciones vasculares y

los tumores. Los profesionales sanitarios a cargo de los pacientes a

quienes se va a visualizar deben ser conscientes de que algunos

pacientes disponen de una reserva limitada debido a su enferme-

dad (p. ej., compresión de la vía respiratoria superior o de la vena

cava por un proceso neoplásico). En ocasiones se utiliza la TC en

las intervenciones cruentas en vez de la radioscopia, por ejemplo

para visualizar un drenaje de un absceso hepático. A menudo se

emplean contrastes junto a la TC para aumentar la calidad de la

imagen. La introducción de contrastes en el aparato digestivo de

pacientes sedados o anestesiados suele hacerse mediante una sonda

nasogástrica. Cuando la vía respiratoria no está protegida en esta

situación, hay riesgo de aspiración. También se ha señalado que la

incidencia de secuelas adversas debidas al uso de los contrastes es

mayor en los pacientes en quienes se realiza una TC que en otro

tipo de estudios radiológicos debido al acceso limitado al paciente

y a la consiguiente dificultad de monitorización y tratamiento si se

produce una reacció

n 17 .

Los aspectos a los que tiene que enfrentarse el anestesiólogo

al que se pide que anestesie a un paciente que se va a someter a

una TC son la inaccesibilidad al paciente durante la intervención

y el control de los artefactos de movimiento. La interferencia con

la monitorización no es un problema en la TC como ocurre con la

RM, según se comentará más adelante. Con los pacientes aneste-

siados hay que asegurarse de que los laterales del túnel de explora-

ción no obstruyan ni desplacen el circuito de respiración ni los

electrodos de monitorización durante el procedimiento. Como en

otras intervenciones radiológicas, durante la TC hay una exposi-