Table of Contents Table of Contents
Previous Page  2235 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 2235 / 2894 Next Page
Page Background

Anestesia fuera del quirófano

2235

69

Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito

fácil a la vía respiratoria del paciente durante la RM y porque la

evaluación y la comunicación con el paciente están limitadas por

el orificio del imán y por el intenso ruido que produce la explora-

ción con RM. Si el paciente necesita algo más que una sedación/

analgesia moderada es más seguro administrar una anestesia

general con control de la vía respiratoria mediante intubación

endotraqueal o mascarilla laríngea (ML). Los tubos endotraquea-

les, las ML y sus conexiones al circuito de respiración no deben

contener material ferromagnético. Debido a que las baterías tradi-

cionales de zinc son muy ferromagnéticas, si fuera necesario un

laringoscopio para la sala de RM debería ser de plástico y estar

equipado con baterías de litio y espaciadores de aluminio. Como

se ha dicho, las situaciones urgentes en la sala de RM deben tratarse

con técnicas de apoyo vital básicas mientras el paciente es trasla-

dado con rapidez a la vecindad de la sala para un tratamiento

definitivo.

Dada la inaccesibilidad al paciente en el aparato de RM, el

anestesiólogo tiene limitada la observación de éste (v.

fig. 69-1 )

. Pro-

bablemente podrá observarse el movimiento del tórax, pero esto no

está garantizado. Puede que se disponga de algún pulso periférico

para la palpación pero, de nuevo, esto no está garantizado. Los pro-

blemas y soluciones específicos para monitorizar cada parámetro

fisiológico en el ambiente de la RM pueden resumirse como sigu

e 52 .

1. Electrocardiografía: el voltaje inducido por el flujo sanguí-

neo en la aorta cuando el paciente se encuentra en un campo

magnético estático produce alteraciones en las ondas T y ST.

Además, los cambios rápidos de los campos magnéticos

inducen artefactos en el trazo del ECG. Por otra parte, como

se ha dicho antes, el paciente puede estar sometido a calen-

tamiento y a lesiones por calor. Los electrodos del ECG

deben mantenerse rectos y se debe minimizar su contacto

con el paciente.

2. Pulsioximetría: el efecto antena en los cables de pulsioxime-

tría tradicionales ha provocado lesiones térmica

s 42 .

Los pul-

sioxímetros compatibles con la RM utilizan una señal de

fibra óptica entre el sensor y el monitor.

3. Monitorización no invasiva de presión arterial: este tipo de

monitorización puede conseguirse con éxito siempre que

las conexiones del manguito de presión y las mangueras sean

de plástico.

4. Estetoscopios precordial y esofágico: estos instrumentos no

funcionan bien por la interferencia creada a causa del ruido

del aparato de RM cuando está funcionando.

5. Capnografía: este monitor suele funcionar satisfactoria-

mente, pero la longitud del tubo de muestreo puede retrasar

de manera significativa la transducción de la señal.

6. Temperatura: la monitorización de la temperatura no suele

ser un problema si se usan sondas de temperatura con filtros

de RF.

Por tanto, es problemático cumplir todas las recomendacio-

nes de la ASA para los monitores estándar en la sala de RM. Debe

utilizarse la pulsioximetría en todos los pacientes que reciben seda-

ción/analgesia o anestesia, con una sonda colocada lo más lejos

posible de la zona que se está explorando para limitar la posibilidad

de que se produzca una lesión térmica, que todavía es posible con

el uso de conexiones no ferromagnética

s 56 .

Además, debe monito-

rizarse de forma no invasiva la presión arterial en todos los pacien-

tes anestesiados. La capnografía ha de utilizarse en todos los

pacientes en quienes esté indicada. La monitorización del ECG en

la RM debe limitarse como mucho a los pacientes considerados de

alto riesgo, tomando precauciones para limitar las posibilidades

de provocar una lesión térmic

a 41 .

No es necesaria ninguna técnica anestésica específica para la

RM. La mayoría de los pacientes cooperadores, como ya se ha seña-

lado, tolerarán la RM sin sedación o con una sedación/analgesia de

ligera a moderada. La RM no es dolorosa, y por ello el régimen

farmacológico puede inclinarse hacia la sedación, a menos que la

enfermedad de base del paciente o el período prolongado de explo-

ración en decúbito supino precise analgesia. A los pacientes con

problemas neurológicos y cardíacos críticos, incluidas cardiopatías

congénitas, se les anestesia a menudo de manera segura para la RM.

Si el paciente precisa sedación/analgesia, el profesional que la admi-

nistra debe estar presente en la sala de exploración. De nuevo, es

necesario que este profesional lleve protecciones auditivas mientras

se encuentra en la sala. A los pacientes muy graves, los adultos no

cooperadores y los niños mayores de 3 años, que pueden no respon-

der favorablemente al hidrato de cloral, es preferible administrarles

una anestesia general. Debido a que el acceso al paciente es limitado

durante la exploración, se ha sugerido asegurar la vía respiratoria

con un tubo endotraqueal o una ML y ventilación controlada. La

anestesia general se induce en un área adyacente a la sala de RM

destinada a este propósito tras colocar los monitores estándar y

asegurar la vía respiratoria. Hay que procurar que se retiren los

electrodos del ECG antes de pasar a la sala de exploración, así como

otros dispositivos de monitorización que no sean compatibles con

la RM. Después se traslada al paciente a la sala de exploración

adyacente, se reanuda la ventilación y se vuelve evaluar el funcio-

namiento del respirador. La desconexión de la vía respiratoria se

suele limitar a 15-30 segundos. La anestesia suele mantenerse con

anestésicos volátiles o propofol. Se colocan monitores compatibles

con la RM y se procede a realizar la exploración. No es preciso que

el profesional que administra la anestesia permanezca en la sala de

exploración durante la anestesia general, siempre que desde la sala

de control adyacente se puedan mirar los monitores y la máquina

de anestesia. Si esto no es factible, el profesional que administra la

anestesia debe permanecer en la sala de exploración con el paciente.

Al final de la exploración se vuelve a trasladar al paciente al área de

inducción y se le despierta; allí puede reanudarse la monitorización

habitual y tratarse cualquier complicación que surja. En todo

momento de la exploración se puede trasladar al paciente urgente-

mente al área de inducción para tratar una situación urgente. Tras

el despertar de la anestesia, se lleva al paciente a la sala de recupe-

ración y se le monitoriza. Se le da el alta cuando se comprueba que

cumple los criterios habituales para ello.

Anestesia para la

neurorradiología intervencionista

Los avances realizados en el campo de la neurorradiología interven-

cionista en los últimos 25 años han sido notables (v.

cap. 53 ) 57 .

Intervenciones que antes se consideraban experimentales y de alto

riesgo se realizan ahora de forma habitual en muchos centros. Los

procedimientos neurorradiológicos intervencionistas que más se

llevan a cabo son la embolización de MAV cerebrales y durales, la

colocación de espirales en aneurismas cerebrales, la angioplastia de

lesiones ateroscleróticas y la trombólisis de accidentes cerebrovas-

culares tromboembólicos agudo

s 58 .

Los procedimientos neurorra-

diológicos intervencionistas constituyen acciones diagnósticas y

terapéuticas complicadas que implican una manipulación avanzada

del trastorno del paciente para conseguir un resultado óptimo. En

ellos puede provocarse una hipotensión, una hipercapnia o una

isquemia cerebral deliberadas como parte del procedimiento; puede

ser necesaria una transición rápida entre la sedación/analgesia