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Anestesia fuera del quirófano

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito

intervencionistas resulta esencial para asegurar un tratamiento

óptimo del paciente. Algunas intervenciones pueden requerir una

evaluación neurológica en vigilia durante la intervención. Puede

usarse la inyección supraselectiva de amobarbital sódico en un área

limitada de la circulación cerebral para evaluar la dependencia

funcional en el paciente despiert

o 72-74

. También puede utilizarse la

oclusión temporal con balón de los vasos que se van a embolizar

para estimar la dependencia funcional en un paciente despierto.

Está claro que la asistencia de los pacientes que precisan una

evaluación neurológica durante la intervención puede ser especial-

mente complicada, porque el paciente debe permanecer comple­

tamente inmóvil durante todas las partes críticas de estas largas

intervenciones, pero debe estar despierto y reactivo durante las

pruebas neurológicas. La formación preoperatoria puede ayudar a

tratar al paciente. Los pacientes que no precisan pruebas neuroló-

gicas durante la anestesia pueden tratarse con sedación/analgesia

o con anestesia general. Esta última puede mejorar las imágenes

(menos artefactos de movimiento), procurar un mejor control de

la vía respiratoria dada la posición neutra necesaria de la cabeza y

facilitar el control de la presión arteria

l 58,65

.

Con independencia de cuál sea la técnica anestésica que se

seleccione, se colocarán los monitores estándar. Se usan dos caté-

teres intravenosos, uno para la infusión de fármacos y otro para la

administración de líquidos, y bolos de fármacos. Se puede conse-

guir la monitorización invasiva de la presión arterial a través de un

puerto lateral de la vaina introductora del neurorradiólogo. Pero si

se considera importante controlar la presión arterial después de la

intervención, es razonable colocar un catéter de arteria radial para

una monitorización continua. Se pone una sonda urinaria por el

uso frecuente de grandes cantidades de contrastes radiológicos y

la administración de diuréticos osmóticos. Hay que prestar mucha

atención a almohadillar todos los puntos de presión para asegurar

la comodidad del paciente y evitar lesiones derivadas de la posición

durante intervenciones que pueden ser largas. La sedación puede

lograrse con varios fármacos de forma individual o combinados:

benzodiazepinas, opiáceos, dexmedetomidina o propofol. Asi-

mismo, la anestesia general puede conseguirse con diversas técni-

cas, recordando siempre que es deseable lograr un despertar rápido

y suave para permitir la evaluación neurológica y evitar com­

plicacione

s 58 .

Durante estas intervenciones suele administrarse heparina,

con un tiempo de hemorragia activada recomendado de 2-2,5

veces el valor basal. Con frecuencia se utiliza la hipotensión deli-

berada durante la embolización de las MAV para reducir el flujo

de los vasos tributarios, así como en algunos estudios de oclusión

con balón. En esta situación son útiles fármacos como esmolol,

labetalol o nitroprusiato sódico. Durante la isquemia cerebral se

busca una hipertensión deliberada con el fin de maximizar el flujo

colateral. Suele usarse fenilefrina, en bolo y en infusión ajustada

para aumentar la presión arterial sistólica un 30-40% sobre el valor

basal. La vasopresina puede ser una alternativa mejor a la fenile-

frina en estos casos y debería considerarse. La monitorización

estrecha de los parámetros del ECG en busca de signos de isquemia

miocárdica es esencial durante la hipertensión inducida, sobre todo

en pacientes con probabilidad de tener una arteriopatía coronaria

asociada (v. cap. 32). En estos pacientes es muy importante que se

produzca un despertar suave de la anestesia, ya que tienden a la

migración del dispositivo o a la hemorragia intracraneal. La admi-

nistración de antieméticos antes del despertar está justificada, y

deben tomarse precauciones para evitar toses y «sacudidas

» 58 .

La asistencia anestésica de los pacientes sometidos a inter-

venciones neurorradiológicas es complicada. El anestesiólogo debe

permanecer atento a la aparición de complicaciones y actuar de

manera decisiva y en concierto con el equipo de neurorradiología

cuando surjan complicaciones.

Cardiología intervencionista

Al igual que la neurorradiología intervencionista, la cardiología

intervencionista sigue siendo un campo en rápida expansión. Las

intervenciones de cardiología intervencionista son la angiogra­

fía coronaria y el cateterismo cardíaco, la angioplastia/colocación

de endoprótesis de arteria coronaria, la valvulotomía, el cierre de

defectos intracardíacos, la valvuloplastia endovascular, los estudios

electrofisiológicos con eliminación de vías y la cardioversión. El

resultado de la intervención y la comodidad del paciente pueden

mejorar en estas intervenciones, diagnósticas y terapéuticas, con la

participación del personal de anestesia. Los anestesiólogos que

cuidan de estos pacientes deben familiarizarse con su trastorno

médico, así como con la intervención prevista, para formular un

plan de anestesia coherente. Aunque muchos procedimientos que

se llevan a cabo en el laboratorio de cateterismo cardíaco pueden

realizarse con una sedación leve o moderada, otros requerirán una

asistencia anestésica avanzada y los pacientes sedados pueden

requerir una conversión urgente a la anestesia general debido a las

complicaciones que pueden aparecer. Por consiguiente, se debe

contar con la participación de un grupo de anestesiología en este

contexto por si se producen cambios repentinos de necesidades

de personal.

El ambiente del laboratorio de cateterismo cardíaco no está

optimizado para la administración de la anestesia. Las salas, al igual

que otras instalaciones de procedimientos radiológicos, suelen

estar oscurecidas para visualizar mejor las imágenes radioscópicas

y se encuentran llenas de personal y equipo. La seguridad respecto

de la radiación es tan importante en el laboratorio de cateterismo

como en otras áreas donde se usan dispositivos de rayos X. Al igual

que otros entornos radiológicos, el laboratorio de cateterismo car-

díaco suele estar alejado del quirófano. Es esencial cumplir los

requisitos respecto del equipo de anestesia y la monitorización

comentados antes, y que el anestesiólogo permanezca atento a los

cambios rápidos en el estado del paciente, que son frecuentes en

este ambiente de distracción.

Angiografía coronaria e intervención

coronaria percutánea

Los vasos coronarios pueden visualizarse con contrastes radiológi-

cos para permitir la identificación de la anatomía coronaria, deter-

minar de manera precisa la presencia y localización de las estenosis

de las arterias coronarias y detectar el vasoespasmo coronari

o 75 .

El

American College of Cardiology y la American Heart Association

han elaborado directrices para la práctica de la angiografía coro-

nari

a 76 .

Aunque otras intervenciones, como la TC y la RM, pueden

determinar la presencia de arteriopatía coronaria (y, como se ha

indicado, también es posible que requieran una anestesia fuera del

quirófano), la angiografía coronaria sigue siendo el «patrón oro»

para este diagnóstico. Además, es posible realizar una intervención

coronaria percutánea (ICP) para mejorar el flujo sanguíneo coro-

nario como parte de la misma intervenció

n 77 .

Algunos pacientes

sometidos a intervenciones diagnósticas pueden estar ingresados,

pero muchos son ambulatorios, y el plan anestésico debe tener esto

en cuenta. En este momento constituye un tema controvertido si

las ICP deben realizarse de forma ambulatoria.

La angiografía coronaria y el cateterismo cardíaco tienen un

riesgo menor del 2% de complicaciones significativa

s 76 .

Entre

los riesgos se cuentan las complicaciones relacionadas con el acceso vascular, como la hemorragia, la infección o la isquemia; la

isquemia cardíaca en los pacientes con arteriopatía coronaria; las