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donar no sólo el quirófano, sino también la unidad de recupera-

ción postanestésica (URPA) menos de 2 horas después de haberse

sometido a una anestesia epidural o caudal; esto es, antes de alcan-

zar la concentración plasmática máxima.

La levobupivacaína muestra un perfil farmacocinético

similar. Después de la inyección caudal de 2mg/kg de levobupiva-

caína en lactantes menores de 2 años, la Cmax oscilaba entre 0,41-

0,42

m

g/ml (0,91±0,40

m

g/ml), un valor superior a la Cmax

mencionada tras la inyección caudal de la misma dosis de bupiva-

caína racémic

a 19 .

Los valores de Tmax también estaban retrasados

(50min frente a 30min) en los lactantes menores de 3 mese

s 20 ,

debido a la disminución del aclaramiento plasmático.

En el caso de inyecciones repetidas, la dosis epidural debería

reducirse para mantener los valores de Cmax dentro de los mismos

límites que los alcanzados con la inyección única. Para la segunda

inyección:

Disminuir la dosis a un tercio de la dosis inicial y no inyec-

tar hasta que hayan transcurrido, al menos, 30 minutos

(lidocaína, mepivacaína, prilocaína) o 45 minutos (bupiva-

caína levobupivacaína, ropivacaína) desde la primera inyec-

ción; o

Inyectar la mitad de la dosis inicial, pero al cabo de 60

minutos (lidocaína, mepivacaína, prilocaína) o 90 minutos

(bupivacaína, levobupivacaína, ropivacaína) después de la

primera inyección.

En caso de que se necesiten nuevas reinyecciones, la dosis

debería disminuirse hasta la mitad de la segunda dosis (es decir,

un sexto de la dosis inicial), respetando el mismo intervalo de

tiempo que para la segunda inyección.

La finalidad de las infusiones continuas es lograr una con-

centración mantenida estable durante las 24 horas del postopera-

torio. Este objetivo se alcanza fácilmente con ritmos de infusión de

unos 0,3mg/kg/h de bupivacaína y levobupivacaína o de 0,4mg/

kg/h de ropivacaína. Los ritmos de infusión deben rebajarse en los

lactante

s 21-23

; no deberían superar los 0,2mg/kg/h con bupivacaína

(o dosis equipotentes de otros anestésicos locales) en los lactantes

de menos de 4 meses y 0,25mg/kg/h en adelante.

Los lactantes menores de 4 meses (y en ocasiones hasta los

9 meses) pueden manifestar toxicidad sistémica, incluso con estos

ritmos de infusión «seguros» de bupivacaína racémica, porque no

se ha alcanzado la concentración plasmática de equilibrio, incluso

a las 48 horas. En este grupo de edad se prefiere levobupivacaín

a 24

o ropivacaín

a 25

en lugar de bupivacaína racémica, ya que se alcan-

zan concentraciones de meseta estables a partir de las primeras 24

horas y en adelante.

A

bsorción desde otros

puntos de

inyección

.

 La absor-

ción de los anestésicos locales depositados a lo largo de las mucosas

está aumentada en los lactantes. Durante mucho tiempo se ha

contraindicado la anestesia tópica de las mucosas en este grupo de

edad. Sin embargo, la técnica puede emplearse con garantías adop-

tando ciertas precauciones: selección de parches transmucosos

específicos

26

o pulverizadores con lidocaína diluid

a 27,28 ,

sabiendo

que la lidocaína por vía tópica exagera la laringomalaci

a 29 .

Después de la aplicación cutánea de la crema EMLA, las

concentraciones plasmáticas máximas se alcanzan 4 horas más

tarde y se mantienen baja

s 30

: menos de 200ng/ml para lidocaína y

menos de 131ng/ml para prilocaína, incluso en lactantes menores

de 6 meses.

La absorción de los anestésicos locales desde bloqueos com-

partimentales (p. ej., fascia ilíaca, umbilical, ilioinguinal, pudendo)

sigue la misma curva bifásica que en el espacio epidura

l 31-35

. Como

la superficie de absorción es amplia, la inyección de soluciones de

anestésicos locales muy concentradas da lugar a valores máximos

de concentración plasmática altos, y en ocasiones potencialmente

tóxicos, especialmente con ropivacaína al 0,5

% 35

, mientras que las

soluciones más diluidas generan concentraciones plasmáticas bas-

tante bajas.

La absorción desde bloqueos de conducción periféricos

sigue también una curva bifásica similar con valores de Cmax y

Tmax distintos en función del anestésico local, la presencia de

epinefrina y el lugar de inyección: cuanto más distal es la inyección

más lento es el proceso de absorción (como en los adultos).

E

xtracción

pulmonar

.

 Una vez que alcanzan el torrente

sanguíneo venoso y sufren la unión a proteínas plasmáticas y el

almacenamiento eritrocitario, las aminoamidas llegan a las cavida-

des cardíacas derechas y a continuación pasan a la circulación

pulmonar, desde la cual son extraídas por el pulmón; su concen-

tración plasmática en las venas pulmonares, y posteriormente en

la circulación arterial sistémica (especialmente en las arterias coro-

narias y cerebrales), está constantemente disminuida. Así pues, la

extracción pulmonar representa una protección transitoria contra

la toxicidad sistémica. Sin embargo, ciertos procesos médicos

suprimen este efecto protector. Algunos fármacos, como el propra-

nolol, disminuyen la extracción pulmonar con consecuencias clí-

nicas. Además, los niños con cortocircuitos de derecha a izquierda

manifiestan un aumento considerable de la concentración plasmá-

tica arterial de los anestésicos locales como consecuencia de la

derivación pulmonar: pueden desarrollar toxicidad sistémica,

incluso con dosis pequeñas de anestésicos locale

s 36 .

V

olumen de distribución

.

 Después de la inyección intra-

venosa (i.v.), el volumen de distribución en estado de equilibrio

(V

dss

) es de 1-2 l/kg para todas las aminoamidas

( tabla 71-2

). Tras

la administración en otros puntos aumenta la distribución calcu-

lada, en ocasiones considerablemente, debido al «efecto flip-flop»

o bioestable, y en especial para los anestésicos locales de larga

duración. En los lactantes y en los recién nacidos, el volumen de

distribución de todos los anestésicos locales es mayor que en los

adultos, ya que el contenido de líquido extracelular es mayor

( tabla 71-3 )

, con lo cual se produce: 1) un descenso significativo

en la concentración plasmática máxima de todos los anestésicos

locales, disminuyendo por tanto el peligro de toxicidad sistémica

tras una dosis única, y 2) una acumulación con las reinyecciones,

con lo que aumenta la concentración y la semivida de eliminación,

a la vez que disminuye el aclaramiento.

E

xtracción

hepática

y

aclaramiento

de

aminoamidas

.

Los anestésicos locales de acción corta sufren una extracción hepá-

tica elevada (proporción de 0,65-0,75 para la lidocaína), que

depende sobre todo del flujo sanguíneo hepático y en poca medida

de su concentración plasmática. Los datos pediátricos para levobu-

pivacaína son limitados. Después de una inyección única, el acla-

ramiento de levobupivacaína aumenta durante los primeros meses

de vida, pero durante la infusión continua (incluso con levobupi-

vacaína al 0,625%) tiende a disminuir casi en la misma medida que

con bupivacaína racémica, y las concentraciones plasmáticas no

alcanzan un valor de meset

a 20 .

T

ransferencia

placentaria

.

 La extracción placentaria

en las mujeres embarazadas puede influir de forma constante en la

distribución tisular de los anestésicos locales. La unión a proteínas

influye sobre la transferencia placentaria: la proporción de concen-

tración entre la sangre venosa umbilical y la sangre arterial materna

es de alrededor de 0,73 para la lidocaína, 0,85 para la prilocaína,

pero solamente de 0,32 para la bupivacaín

a 37 .

La quiralidad puede

tener cierta importancia también, al menos en el caso de la bupi-

vacaína, ya que la transferencia placentaria de dextrobupivacaína

supera a la de la levobupivacaína, pero sólo con soluciones que

contienen epinefrin

a 38 .

La mayoría de los aminoésteres sufre una hidrólisis plasmática

tan rápida que la transferencia placentaria carece de importancia.

Anestesia regional en los niños

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Sección V

Anestesia pediátrica

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