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sólo cuando el riñón está previamente «cebado» por una secuencia

de tres procesos: deshidratación, LMMA (un inhibidor de la

sintasa de óxido nítrico) e indometacina (un inhibidor de la sín-

tesis de porstaglandinas)

. 81

Fármacos anestésicos

La elección de una técnica anestésica que mantenga la función

renal durante y después de la cirugía se basa en la conservación del

FSR y de la presión de perfusión, la supresión de las respuestas de

estrés (vasoconstricción y retención de sal) ante la estimulación

quirúrgica y el dolor postoperatorio, así como la evitación o reduc-

ción de las agresiones nefrotóxicas. Ningún fármaco anestésico

aislado satisface estos criterios.

Anestesia regional

La anestesia raquídea o epidural (v. cap. 33) que produce un bloqueo

simpático del cuarto al décimo segmento torácico (v. caps. 41 y 42)

resulta muy eficaz a la hora de suprimir la respuesta simpático-su-

prarrenal de estrés y la liberación de catecolaminas, renina y AVP.

Durante una cirugía mayor, el FSR y el FG se mantienen mientras

se conserve una adecuada presión de perfusión rena

l 82 .

El manteni-

miento de una adecuada presión de perfusión supone un ajuste de

dosis cuidadoso del bloqueo, sobre todo en ancianos con enferme-

dades cardiovasculares, y puede precisar un 25-50% de aumento de

la administración intraoperatoria de líquidos. Sin embargo, Gamulin

y cols

. 83

encontraron que el bloqueo simpático renal obtenido con la

anestesia epidural no impidió los aumentos de la resistencia vascular

renal inducidos por el pinzamiento aórtico infrarrenal, ni evitó los

descensos postoperatorios del aclaramiento de creatinina. La anes-

tesia combinada espinal-epidural para la nefrectomía de donantes

vivos emparentados parece que promueve el flujo sanguíneo en el

injerto renal más que la anestesia general, pero no hubo diferencias

en la función renal o en la evolución en los receptore

s 84 .

Anestesia general

El efecto global de los fármacos anestésicos de uso común en la

función renal está bien descrit

o 85,86

. Todas las técnicas y medicacio-

nes anestésicas tienden a disminuir el FG y la diuresis intraopera-

toria. Algunos fármacos también reducen el FSR, pero la fracción

de filtración suele estar aumentada, lo que implica que la vasocons-

tricción arteriolar eferente inducida por la angiotensina limita la

disminución del FG. Sin embargo, estos efectos son mucho menos

significativos que los producidos por el estrés quirúrgico o por el

pinzamiento aórtico, y suelen desaparecer con rapidez tras el des-

pertar de la anestesia. Cualquier técnica anestésica que induzca

hipotensión disminuirá la diuresis, debido a la alteración de los

gradientes hidrostáticos capilares peritubulares, incluso aunque se

conserve la autorregulación renal (como suele estarlo durante la

anestesia). Pocas veces se produce una lesión permanente, a no ser

que exista una anomalía renal previa o que la agresión hipovolémica

se prolongue y se agrave por una agresión nefrotóxica (v. cap. 14).

El halotano, el enflurano o el isoflurano junto con el óxido

nitroso inducen reducciones de leves a moderadas del FSR y del FG,

sobre todo como resultado de sus efectos en la circulación central

(depresión miocárdica, acumulación periférica

) 85 .

Estos efectos

pueden atenuarse con una hidratación previa. Las técnicas con opioi-

des a altas dosis que utilizan fentanilo o sufentanilo no deprimen la

contractilidad miocárdica y tienen un mínimo efecto sobre el FSR y

el FG. También son mucho más eficaces a la hora de suprimir la

liberación de catecolaminas, angiotensina II, aldosterona y AVP

durante la cirugía que los fármacos volátiles. Sin embargo, durante

la CEC, tanto la concentración de AVP como la de catecolaminas

aumentan de forma notable, a pesar de una anestesia con altas dosis

de opioides. Los medicamentos intravenosos como el tiopental y el

diazepam modifican poco la función renal, aproximadamente un

10-15% de desviación respecto al control. La ketamina aumenta el

FSR, pero reduce la diuresis, quizá por la activación simpática.

También conserva el FSR durante la hipovolemia hemorrágic

a 86

.

Nefrotoxicidad de los anestésicos volátiles

La posible nefrotoxicidad de los anestésicos volátiles (v. cap. 14) se

debe a su degradación metabólica a iones fluoruro libres. Éstos

ocasionan una lesión tubular que produce la pérdida de la capaci-

dad de concentración y una insuficiencia renal aguda poliúrica. Los

aminoglucósidos o una disfunción renal previa aumentan su toxi-

cidad. Los niveles máximos de fluoruro inferiores a 50

m

m/l no

suelen provocar lesión, mientras que por encima de 150

m

m/l se

asocian a una mayor incidencia de insuficiencia renal aguda poliú-

rica

87 .

La administración de metoxiflurano a una dosis superior a

la concentración alveolar mínima (CAM) durante más de 2 horas

puede generar un nivel máximo de fluoruro superior a 100

m

m/l,

por lo que ya no se utiliza este fármaco. El enflurano se metaboliza

con más rapidez, y la mayoría de los estudios indicaron que los

niveles máximos de fluoruro casi nunca se elevaban por encima de

25

m

m/l. La isoniazida (fármaco antituberculoso) aumenta la pro-

ducción de fluoruro, pero sólo se han descrito casos aislados de

nefrotoxicidad inducida por el fluoruro debido al enflurano. El

isoflurano produce una concentración máxima de fluoruro inferior

a 4

m

m/l, y el halotano no se metaboliza a fluoruro en absolut

o 88 .

La posible nefrotoxicidad del sevoflurano permanece discu-

tida. Aunque su metabolismo genera más fluoruro que el del enflu-

rano, no se ha detectado una nefrotoxicidad significativa desde el

punto de vista clínico inducida por el ion. El compuesto A, un éter

vinílico formado por la degradación de sevoflurano de bajo flujo a

través de absorbentes de dióxido de carbono, es capaz de inducir

lesión renal en ratas. Aunque no se ha descrito insuficiencia renal

aguda en seres humanos, Eger y cols. han aportado pruebas de

lesión renal transitoria (albuminuria, enzimuria tubular) en volun-

tarios sometidos durante 8 horas a 1,25 veces la CAM de sevoflu-

rano a un flujo gaseoso de 2 l/min del fármac

o 89 .

No se apreciaron

cambios en la capacidad de concentración urinaria, la creatinina

sérica ni el BUN. Con posterioridad, Eger y cols

. 90

describieron una

relación dosis-respuesta entre los marcadores bioquímicos de

lesión glomerular y tubular (albúmina urinaria,

a

-glutatión-

S

-

transferasa) y la exposición al compuesto A, expresada como partes

por millón por hora (ppm/h). Estos autores sugirieron que el

umbral de lesión renal es de 80-168ppm/h, según su observación

de la alteración de los marcadores bioquímicos con 1,25 veces la

CAM de sevoflurano a 2 l/min durante 4 horas, lo que no aparecía

pasadas 2 horas y en ningún caso con el desflurano.

Otros autores han puesto en duda los hallazgos de Eger. Bito

y cols. compararon una exposición del paciente durante 6 horas a

bajo y alto flujo de sevoflurano frente a isoflurano de bajo flujo,

sin encontrar diferencias en el BUN, la creatinina o las enzimas

tubulares durante 3 días de forma postoperatori

a 91

. Kharasch y

cols

. 92

obtuvieron resultados similares al utilizar sevoflurano o

isoflurano a 1 l/min en 73 pacientes sometidos a procedimientos

de más de 2 horas de duración, y concluyeron que un período

moderado de anestesia con sevoflurano de bajo flujo, incluso con

la formación de compuesto A, es tan seguro como el uso de iso-

flurano de bajo flujo. Ebert y cols

. 93

intentaron repetir el estudio

original de Eger de 8 horas con sevoflurano en voluntarios en dos

centros, con método ciego en los análisis de laboratorio. Las alte-

raciones bioquímicas fueron mínimas y transitorias. Además, no

se apreciaron cambios significativos del BUN, la creatinina, ni el

aclaramiento de creatinina. A pesar de la similitud del diseño

experimental, la concentración media del compuesto A fue un

25% menor y la presión arterial media alrededor de un 10% mayor

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Fisiología y anestesia

I