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Si la decisión que se toma es realizar la intervención, es útil escribir

una nota en la historia clínica que documente la disquisición.

Inducción de la anestesia

El método de la inducción anestésica está determinado por varios

factores: el estado clínico del paciente, la intervención quirúrgica,

el nivel de ansiedad del niño, su capacidad para colaborar y comu-

nicarse (por la edad, retraso psicomotor, barrera lingüística), la

presencia o ausencia de un estómago lleno y otros factores.

Lactantes

La inducción con mascarilla, sin premedicación, suele utilizarse en

lactantes menores de 10-12 meses, ya que en este grupo de edad es

fácil separar a los niños de sus padres. La inducción con mascarilla

se realiza con mayor facilidad sujetando con una mano el extremo

del circuito anestésico sobre la cara del lactante o con la mascarilla

por encima de la superficie de la cara; la otra mano puede ajustar

la concentración del anestésico. Para evitar que lloren durante la

inducción se puede permitir que los neonatos y lactantes chupen

el chupete o un dedo con guante. A medida que el lactante va

perdiendo la consciencia, se ajusta la mascarilla para mejorar la

administración del anestésico y disminuir la contaminación del

quirófano. Esta fase de la inducción es el momento más peligroso

ya que es muy fácil malinterpretar la profundidad anestésica y

producir una depresión miocárdica. Una vez se ha realizado la

inducción anestésica, es fundamental reducir la fracción inspirada

de halotano (al 1,0-1,5%) o sevoflurano (al 2-4%) y mantener estas

concentraciones hasta que se canalice la vía intravenosa, tras lo cual

se puede profundizar el plano anestésico o usar relajantes muscu-

lares. Es peligroso profundizar el plano anestésico directamente sin

haber canalizado una vía intravenosa; sin esta precaución, la reani-

mación podría ser muy difícil.

El segundo momento más peligroso se presenta justo

después de la intubación endotraqueal. Si el vaporizador no se ha

cerrado antes de la laringoscopia, es fácil olvidar que el niño está

inspirando una concentración elevada y que durante la ausculta-

ción pulmonar se está dando, quizá, una sobredosis del anestésico

inhalatorio. Por ello, es prudente suspender todo aporte anestésico

hasta que se hayan realizado la laringoscopia y la intubación endo-

traqueal. Con un circuito D de Mapleson puede administrarse con

más facilidad una concentración elevada del anestésico porque

éste entra directamente en las vías respiratorias. Por el contrario,

los ajustes en el vaporizador de un sistema circular exigen un

tiempo más elevado para conseguir el equilibrio del sistema; por

tanto, la concentración inspirada del anestésico se eleva (o des-

ciende) de forma más gradual a menos que se utilice un flujo alto

de gas fresco. Se deben tomar precauciones especiales cuando se

cambia de sevoflurano a halotano o isoflurano porque se produce

un efecto aditivo de los depresores miocárdicos de estos

fármacos.

Pacientes pediátricos de más edad

Una inducción anestésica con mascarilla satisfactoria y psicológi-

camente atraumática en pacientes pediátricos de más edad requiere

que el paciente entienda la situación y colabore. La premedicación

es especialmente útil en el grupo de edad de 1-4 años. Se pueden

utilizar diversas técnicas, una de las cuales puede consistir en jugar

a un juego. Por ejemplo, a un niño pequeño se le puede decir

«que

infle el globo».

Un niño un poco más mayor (más de 4 años) puede

ser receptivo a una sugestión hipnótica durante la inducción. Un

niño puede ser sugestionable diciendo que la mascarilla es

«la

mascarilla de un piloto de avión»

y que el olor del halotano o del

sevoflurano es

«oxígeno»

o

«combustible de avión».

Al decir que a

medida que

«el avión vuela más rápido y más alto, el olor a com-

bustible es más fuerte»

conseguimos distraer al niño. Durante este

tipo de inducción, el quirófano debe estar libre de distracciones y

el anestesiólogo debe ser capaz de comunicarse con el niño. El uso

de conversación de forma constante y aumentos paulatinos de la

concentración inspirada del anestésico cada tres o cuatro inspira-

ciones suele producir una transición suave a la anestesia general.

A menudo, el paciente contiene la respiración. Si esto ocurre, no se

debe intentar ventilar porque esto puede producir tos o laringoes-

pasmo. El anestesiólogo debe ser capaz de diferenciar una obstruc-

ción de las vías respiratorias y un laringoespasmo de cuando el

paciente contiene la respiración. La observación de la pared torá-

cica y el abdomen ayuda a identificar la obstrucción de las vías

respiratorias, en cuyo caso se crea un movimiento de balanceo del

tórax y el abdomen (cuando el diafragma desciende el abdomen

parece expandirse, pero el tórax no). Tan pronto el niño pierde la

consciencia puede reducirse la concentración inspirada de anesté-

sico y canalizarse una vía intravenosa. En caso de producirse un

laringoespasmo o una obstrucción parcial de las vías respiratorias

altas, el cierre de la válvula del circuito y la creación de alrededor

de 10-15 cmH

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O de presión positiva en el sistema permitiendo que

el niño respire de forma espontánea suelen facilitar el intercambio

gaseoso. Si este procedimiento no es eficaz, la administración de

ventilaciones a presión positiva evitando la insuflación del estó-

mago a menudo produce el cese del laringoespasmo. Es obvio que

la administración de un relajante muscular también resolverá el

laringoespasmo; la succinilcolina continúa siendo el fármaco de

elección en situaciones de emergencia.

Un tercer método de inducción es utilizar mascarillas con

olor. Existe una gran variedad de esencias para reducir el olor

desagradable de los anestésicos; el niño puede elegir su olor

favorito.

Un cuarto método es la técnica de capacidad vital, que

requiere un paciente muy colaborador que pueda seguir las ins-

trucciones. Con una mascarilla de anestesia suelta, el anestesiólogo

puede demostrar el método al niño y alienta que ensaye los siguien-

tes pasos: 1) hacer una inspiración profunda y contener la respira-

ción, 2) expirar completamente, mantener la respiración y colocar

la mascarilla en la cara del niño cuando termina la expiración,

3) hacer una nueva inspiración profunda y mantenerla tanto como

sea posible, 4) continuar con la respiración normal. Antes de la

inducción, el circuito anestésico debe estar saturado con halotano

al 5% o sevoflurano al 8% en óxido nitroso al 60%. La bolsa del

circuito debe vaciarse y llenarse varias veces para que el circuito

entero quede saturado con halotano al 5% o sevoflurano al 8%. Los

pasos 1-4 se repiten con la mascarilla unida con una pieza en Y al

circuito anestésico. Cuando se coloca la mascarilla, se debe tener

cuidado de no dirigir el gas a los ojos porque esto puede asustar al

niño. Si el paciente colabora, la pérdida del reflejo palpebral se suele

producir en menos de 1 minuto. En ocasiones, un paciente no

realiza la inspiración completa o se asusta o la aplicación de la

mascarilla no ha sido completa. Si el niño está parcialmente anes-

tesiado, la inducción se prolonga un poco más, pero el niño no

suele recordar la inducción. Si el niño se agita antes de inhalar el

anestésico, la inducción no debe forzarse y se debe seguir un plan

alternativo.

Padres en el quirófano

Es muy frecuente que los padres soliciten estar presentes durante

la inducción anestésica. Yo agradezco su participación en este

proceso (limitado a uno, no ambos padres) porque, en algunas

ocasiones, la seguridad de tener un padre presente y evitar la

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Anestesia pediátrica

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