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Premedicación

En los múltiples trabajos publicados sobre premedicación se han

obtenido aproximadamente los mismos resultados: casi todos los

sedantes son eficaces. La cuestión más importante para cada

anestesiólogo en su hospital es que sea eficaz. La necesidad de

una premedicación ha de ser individualizada y debe tenerse en

cuenta la situación clínica subyacente, la duración de la cirugía,

el tipo de inducción anestésica deseada y el perfil psicológico del

niño y su familia. Un niño de 6 meses no suele necesitar preme-

dicación, pero sí está justificada en niños de 10-12 meses que

tienen miedo a separarse de sus padres. La premedicación admi-

nistrada con más frecuencia en EE.UU. es el midazolam oral.

Una dosis oral de 0,25- 0,33mg/kg (máximo, 20mg) suele pro-

ducir una sedación en el niño que permite la separación de los

padres sin llora

r 51 .

Una revisión de los antecedentes anestésicos

es particularmente útil para averiguar cómo ha respondido el

niño en el pasado.

La premedicación puede administrarse por vía oral, intra-

muscular, intravenosa, rectal, sublingual o intranasal. A pesar de

que la mayoría de estas vías de administración es eficaz y segura,

cada una tiene sus inconvenientes. Las premedicaciones orales o

sublinguales no duelen, pero pueden tener un comienzo de acción

lento o se pueden escupir; el sabor del fármaco y la cooperación

del paciente son los principales determinantes de su éxito. La medi-

cación intramuscular duele y puede producir abscesos estériles. La

vía intravenosa puede ser dolorosa al inyectar o al comenzar la

infusión. La medicación rectal algunas veces produce incomodi-

dad, puede producir deposición y en ocasiones quemaduras. La

medicación intranasal puede ser irritante, a pesar de que su absor-

ción sea rápida. Dosis intermedias de ketamina

intramuscular

(2 a

4mg/kg) combinado con atropina (0,02mg/kg) y midazolam

(0,05mg/kg); o dosis

orales

de ketamina (4 a 6mg/kg) combinadas

con atropina (0,02mg/kg) y midazolam (0,5mg/kg hasta un

máximo de 20mg) darán lugar a una sedación profund

a 103 .

Esta

combinación intramuscular suele reservarse para pacientes en los

que una premedicación más suave ha fracasado en el pasado o para

los que rechazan la premedicación oral. Dosis más altas de keta-

mina intramuscular (hasta 10mg/kg) combinadas con atropina y

midazolam, pueden administrarse a pacientes en los que se obser-

van accesos venosos difíciles o en los que una vía intravenosa es

necesaria para la inducción anestésica (p. ej., lactantes con enfer-

medades cardíacas congénitas) ya que proporcionan mejores con-

diciones para canalizarla.

En niños, los fármacos anticolinérgicos no suelen adminis-

trarse por vía intramuscular porque produce mucho dolor y no

reducen de forma significativa los reflejos laríngeos durante la

inducción anestésica. Por otra parte, la atropina (0,02mg/kg),

administrada por vía oral o intramuscular menos de 45 minutos

antes de la inducción, reduce la incidencia de hipotensión durante

la inducción con potentes agentes inhalatorios, pero sólo en lactan-

tes menores de 6 mese

s 104 .

El niño con infección de vías respiratorias

altas

Las implicaciones anestésicas de una IVRA en un niño pueden ser

verdaderamente importantes y constituyen un problema para el

anestesiólogo. Lamentablemente, los datos relacionados con las

IVRA y sus implicaciones anestésicas son difíciles de analizar con

perspectiva porque las complicaciones no suelen ser frecuentes y

las definiciones de los casos de IVRA varían de un estudio a otro.

La decisión sobre si se debe proceder con la cirugía y la anestesia

depende de muchos factores. La IVRA puede representar los pró-

dromos de una enfermedad mucho más grave o puede ser simple-

mente la infección viral habitual tan común en los niños,

particularmente en invierno. Es probable que un niño con una

IVRA tenga las vías respiratorias irritables, lo que incrementa el

riesgo de laringoespasmo, broncoespasmo, crup a la extubación,

atelectasias, neumonía y episodios de desaturación. En varios estu-

dios se ha registrado un aumento de la incidencia de los problemas

relacionados con las vías respiratorias en niños que están expuestos

de forma pasiva al humo del tabac

o 105-107 .

Estas complicaciones

pueden reducirse evitando la intubación endotraqueal o mediante

el uso de ML. Con todo, la incidencia de episodios adversos rela-

cionados con la vía respiratoria no se reduce por el hecho de ad-

ministrar anticolinérgicos o broncodilatadore

s 108,109

. Dado que la

hiperreactividad bronquial tras una IVRA puede durar hasta 6 se­

manas, la suspensión de la cirugía sólo es útil cuando se pospone

durante ese período

110,111 .

También se sabe que la incidencia de

complicaciones asociadas con las vías respiratorias en niños que se

están recuperando de una IVRA es casi la misma que en aquéllos

en la fase aguda de la IVR

A 105,111,112

. El enfoque que tenemos con

estos pacientes no es más que el sentido común. Si el niño presenta

enfermedad aguda y es obvio que está empeorando, la intervención

se suspende, al igual que si tiene roncus y tos productiva. Si el niño

está estable, afebril y ha tenido esta IVRA durante varios días, se

suele llevar a cabo la intervención. Mi mayor preocupación son los

niños que van a ser sometidos a procedimientos largos y aquellos

que permanecen en el hospital durante el período postoperatorio,

ya que pueden a su vez exponer a otros niños hospitalizados que

pueden estar inmunocomprometidos. Cuando nos encontramos

con este dilema en un niño que va a recibir el alta domiciliaria en

el postoperatorio, informo a la familia y al cirujano de estos riesgos

y son ellos los que suelen tomar la decisión. Creo que contamos

con los medios suficientes para tratar las complicaciones más fre-

cuentes. Tenemos oxígeno para tratar la hipoxemia, albuterol y

anestésicos inhalatorios para tratar el broncoespasmo, relajantes

musculares para tratar el laringoespasmo y por lo general podemos

encontrar la forma de evitar la intubación durante los procedi-

mientos sencillos. La suspensión de un caso en el último minuto

no es justa para la familia y además altera el horario del quirófano.

Por otra parte, no deberíamos poner en peligro a un paciente sólo

por problemas económicos o sociales. La mejor manera de evitar

las suspensiones de última hora es una llamada del personal de

enfermería el día anterior para preguntar por la salud del niño. Si

el niño tiene una IVRA, el anestesiólogo puede ponerse en contacto

con la familia y hacer la historia para determinar la forma de pro-

ceder. De esta manera se evitan los viajes en balde al hospital y el

padre o la madre o ambos no tienen que pedir innecesariamente

el día libre en el trabajo. Los médicos deben ser libres de seguir su

juicio clínico en cada paciente de forma individual, en un día

determinado en el que se someten a un procedimiento específico.

Anestesia pediátrica

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Sección V

Anestesia pediátrica

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Tabla 72-5

 Recomendaciones de ayuno para pacientes pediátricos

Tiempo de ayuno (horas

) *

Edad

Leche y sólidos

Líquidos claros

<

6 meses

4

2

6-36 meses

6

3

>

36 meses

8

3

*Las guías de la American Society of Anesthesiologists permiten un «desayuno

ligero» (té y tostadas) 6 horas antes de la anestesia; sin embargo, es difícil

determinar lo que es un «desayuno ligero» para un niño.