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que no responde al tratamiento médico. En estos casos puede ser

preciso instaurar un soporte mecánico en forma de ECMO o de

dispositivos de asistencia ventricular (DAV). Entre los trastornos que

pueden necesitar este tipo de soporte destacan la incapacidad para

destetar al paciente de la CEC, la parada cardíaca aguda, las arritmias

malignas y el deterioro de la función miocárdica secundario a un

defecto congénito de base o a una miocardiopatía adquirida. Por

fortuna, el número de pacientes es pequeño y se necesita en menos

del 2% de los enfermos después de la CE

C 270

. El soporte mecánico se

puede emplear como opción terapéutica para permitir la recupera-

ción de la función ventricular, como un puente hasta el trasplante o

para ayudar al corazón en los pacientes con una reserva funcional

marginal que necesitan pruebas diagnósticas o terapéuticas cruentas

(p. ej., síndrome de Williams con una estenosis pulmonar o aórtica

supravalvular grave). Como en cualquier tratamiento, antes de

emplear un dispositivo de asistencia mecánica deben descartarse las

contraindicaciones,entrelasqueseincluyenlaprematuridadextrema,

la insuficiencia multiorgánica grave e irreversible, los tumores malig-

nos incurables y un deterioro neurológico devastador preexistent

e 270 .

El tratamiento anestésico en la utilización de la ECMO es de soporte

y se limita a la ayuda en los esfuerzos de reanimación y en la hemo-

rragia asociada a la cirugía cardíaca que persistía en el momento de

conversión a la ECMO. Cuando el paciente se encuentra en soporte

completo mediante ECMO, la ventilación se mantiene, pero a un

ritmo más lento, del orden de 10respiraciones/minuto, con presiones

máximas de 20cm H

2

O, una PEEP de 5-10cm H

2

O y una disminu-

ción de la Fio

2

hasta un 40%. Estos parámetros ayudarán a prevenir

las atelectasias controlando el CO

2

y el O

2

asociados al flujo a través

de la membrana del circuito. Esto es muy distinto de lo que sucede

en los pacientes a los que se coloca unDAV. En este caso, el anestesista

sigue controlando al paciente igual que en el destete convencional de

la CEC. Obviamente, en este caso hay diferencias evidentes. Cuando

se emplea un DAV sistémico, debe prestarse atención al ventrículo

que bombea la sangre hacia el lecho pulmonar, dadas las desastrosas

consecuencias del fracaso de este ventrículo. Por tanto, es de vital

importancia ajustar el tratamiento para descargar este ventrículo

pulmonar, que deberá incluir inodilatadores en forma de inhibidores

de fosfodiesterasa, soporte inotrópico e incluso óxido nítrico inha-

lado para disminuir la RVP y promover el flujo anterógrado. En

colaboración con el perfusionista, se debe valorar la carga de volumen

intravascular y mantenerla para conseguir un funcionamiento eficaz

del DAV y mantener adecuadamente descargado al ventrículo asis-

tido. También es importante vigilar la función pulmonar. Debe rea-

lizarse una limpieza pulmonar adecuada y mantener las maniobras

de reclutamiento y los parámetros de ventilación adecuados. Como

se comenta más adelante, pueden producirse hemorragias en el lugar

de implantación del DAV y se debe planificar una estrategia clara

para esta eventualidad, con antifibrinolíticos, volúmenes de sangre y

de hemoderivados adecuados e incluso con la administración de

factores de la coagulación activados (p. ej., factor VII)

271

.

Como se puede ver en la

tabla 73-13 ,

hay una serie de dife-

rencias entre los dispositivos de asistencia que se acaban de descri-

bir. Existe riesgo de hemorragia en el momento de implantar

cualquiera de estas dos modalidades; sin embargo, dada la disec-

ción extensa y la necesidad de una ventriculotomía de tamaño

adecuado, la experiencia clínica sugiere que la implantación de un

DAV (y sobre todo de un dispositivo de asistencia biventricular) es

más problemática. Una vez dicho esto, no obstante, las necesidades

de anticoagulación para mantener un tiempo de coagulación acti-

vado entre 180 y 200 en el caso de la ECMO pueden ser también

origen de una hemorragia persistente e importante, sobre todo

cuando se realiza en un paciente que necesita soporte durante el

período perioperatorio inmediato. El uso del circuito de ECMO

con un oxigenador de membrana exige una anticoagulación intra-

venosa continua manteniendo el TCA en los valores antes descri-

tos. Salvo en el postoperatorio inmediato, los pacientes con DAV

pueden pasar a tratarse con fármacos por vía oral. Se recomienda

un tratamiento en dos partes. El tratamiento antiagregante incluye

aspirina o clopidogrel, mientras que la segunda parte del trata-

miento conlleva la administración de anticoagulantes, que pueden

ser warfarina o heparina de bajo peso molecular subcutáne

a 270 .

Como se ha comentado antes, estas técnicas se emplean

como un posible puente hacia el trasplante y, como tal, la exposi-

ción a antígenos de donante adquiere gran importancia. Un estudio

realizado por Stiller y cols. en el que se comparó el volumen de

hemoderivados empleados demostró que el volumen era inferior

en los pacientes tratados con DAV en un período de hasta 8 días

tras la inserción. Además, estos autores indicaron que esta diferen-

cia se mantenía aunque el soporte se iniciara en un momento

alejado de la intervenció

n 272 .

Existen tres posibles desventajas en el uso de un DAV. No existe

soporte pulmonar cuando se emplea el DAV y esto limita su uso a

pacientes cuya función pulmonar es adecuada. En la

tabla 73-13

puede verse que, cuando se necesita un soporte biventricular,

el paciente precisa dos dispositivos de asistencia ventricular distintos,

de forma que es preciso poner cuatro cánulas, algo que puede plantear

dificultades técnicas en los niños muy pequeños. La tercera desventaja

es que la colocación del DAV no se puede realizar en una situación

de urgencia o a la cabecera del paciente, como sucede con la ECMO.

Las ventajas importantes del DAV radican en que los pacien-

tes pueden deambular mientras reciben el soporte y que se puede

mantener el DAV durante meses en comparación con las semanas

en las que se puede mantener el soporte con ECMO. Otra ventaja

importante sobre la ECMO es que estos pacientes no necesitan un

orificio adicional en la aurícula izquierda. En los pacientes con

ECMO, este orificio se realiza en la aurícula izquierda en el

momento de la esternotomía o se realiza con una septectomía

auricular con globo, que puede obligar a trasladar al paciente al

laboratorio de cateterismo con las consiguientes complicaciones

asociadas al traslado de un paciente con un circuito de ECMO.

A pesar de la reanimación satisfactoria y de la colocación de

los dispositivos de asistencia mecánica, la morbilidad y mortalidad

siguen siendo altas, y parece que el pronóstico es peor en el caso de

la ECMO. La mortalidad de la ECMO en la década de 1990 era del

orden del 47%, y una serie de supervivencia publicada a principios de

la década de 2000 no demostró resultados mucho mejore

s 274-277 .

Por

2400

Anestesia pediátrica



Tabla 73-13

 Comparación entre la ECMO y el DAV

ECMO

DAV

Hemorragia en la inserción

++

++

Esternotomía

No necesaria

Necesario

Válvula auricular izquierda

 ± 

Uso de hemoderivados

+++

+

Número de cánulas para soporte

biventricular

2

4

Soporte pulmonar

+

Anticoagulación intravenosa

+

±

Duración del soporte

Semanas

Meses

Soporte urgente

No

Movilidad del paciente

+

DAV, dispositivo de asistencia ventricular; ECMO, oxigenación con membrana

extracorpórea.