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el contrario, la supervivencia de los pacientes a los que se coloca un

DAV parece mejor y las series indican que hasta un 80% de ellos

sobrevive hasta el trasplante o pueden ser destetados con éxito del

soport

e 274,278

. En el estudio realizado por Blume y cols

. 275

se observó,

sin embargo, que los pacientes más jóvenes y más pequeños con

cardiopatías congénitas muestran una mortalidad mayor que los

pacientes con una miocarditis fulminante o una miocardiopatía.

Además de los datos de supervivencia, el siguiente factor en impor-

tancia es el pronóstico neurológico, que parece mejor en el grupo de

pacientes con DA

V 279,280

. También en este caso los factores de riesgo

de mala evolución neurológica fueron el peso bajo y la duración de la

PCHP, factores ambos que determinan una desventaja de la supervi-

vencia para los pacientes sometidos a ECMO, debido a que los enfer-

mos para los que se elige esta técnica son más pequeños y algunos de

los que se someterán a PCHP para la reparación de malformaciones

congénitas necesitarán un soporte con ECMO de urgencia para poder

ser destetados de la CEC o en el postoperatorio inmediat

o 281

.

Los indicadores de supervivencia son importantes de cara al

tratamiento de estos pacientes. Parece que una variable frecuente

que permite predecir la supervivencia es la recuperación de la

función ventricular entre 3 y 5 días después de la instauración del

soporte; la morbimortalidad aumenta si el soporte se necesita

durante períodos de tiempo más prolongado

s 276,281 .

Como se ha

comentado antes, estas dos técnicas se han empleado con éxito

como puente para el trasplante y los pacientes con DAV sobreviven

en más del 80% de los casos hasta que se encuentra un donante, lo

que contrasta con la supervivencia inferior al 60% de los pacientes

sometidos a ECMO. Sin embargo, estos datos pueden estar sesga-

dos porque la ECMO se suele emplear en lactantes y en pacientes

que padecen una cardiopatía congénita compleja, y se sabe que

estos dos factores aumentan la mortalidad en los pacientes con

DA

V 278 .

Entre las causas importantes de morbimortalidad en los

pacientes tratados con estas dos técnicas se incluyen los episodios

cerebrovasculares secundarios a fenómenos hemorrágicos o embó-

licos, problemas relacionados con el circuito (p. ej., trombosis del

circuito), insuficiencia renal que requiere hemofiltración, sepsis,

hemorragia mantenida e insuficiencia multiorgánica.

Aunque estas dos modalidades suelen compararse entre sí,

ambas tienen su lugar propio en el tratamiento de los niños con dis-

capacidad cardíaca. LaECMOtiene la granventaja de poderse emplear

con rapidez en una situación de urgencia en pacientes de cualquier

edad o tamaño. Antiguamente, el tamaño era el factor limitante para

la implantación de los DAV en los pacientes pediátricos. El DAV

Berlin Heart (Berlin Heart AG, Berlín, Alemania) se comercializa

incluso para recién nacidos. Este sistema se emplea en Europa desde

hace más de 10 años y tiene bombas de 10-80ml de tamaño. En este

momento este dispositivo sólo está disponible para uso de emergencia

compasivo en EE.UU. Sin embargo, con todos estos datos se puede

observar que estas dos modalidades pueden complementarse entre

ellas, de forma que la ECMO se emplea en situaciones agudas; una vez

que el paciente está estable fisiológicamente, pero sigue necesitando

un soporte, se puede emplear un DAV a largo plazo.

Anestesia para el trasplante

de corazón y pulmón

Aunque el tratamiento perioperatorio para el trasplante de órganos

torácicos se analiza en otros párrafos de este texto, la aplicación de

estas intervenciones en niños exige algunas modificaciones especí-

ficas. Entre las diferencias se incluyen las características de los can-

didatos, la preparación de estos niños, el tratamiento anestésico, las

consideraciones quirúrgicas, el tratamiento después de la CEC y el

pronóstico. Aunque algunos de los primeros trasplantes cardíacos

se realizaron en cardiopatías congénitas, esta indicación pasó a ser

poco frecuente a comienzos de la década de 1980. En 1984 más del

60% de los escasos trasplantes cardíacos pediátricos se indicaron

por miocardiopatía, sobre todo en adolescentes. Durante la siguiente

década se observó un incremento espectacular del número de lac-

tantes y niños pequeños a los que se trasplantó el corazón por una

malformación cardíaca congénita, lo que determinó un cambio

notable de tendencia en la demografía

( fig. 73-14

)

282

. En 1995, más

del 70% de los niños sometidos a un trasplante cardíaco tenía menos

de 5 años y la mitad de ellos tenía menos de un año de vida. A la

inmensa mayoría de estos lactantes se les realizó un trasplante por

una malformación cardíaca congénita en la que las opciones de

reconstrucción fracasaron o se consideraron inexistentes

( fig. 73-15 ) 282 .

Las implicaciones de este cambio de tendencia afectan a todos los

elementos del tratamiento perioperatorio.

Los niños candidatos a trasplante cardíaco tienen más proba-

bilidades de padecer hipertensión pulmonar que los adultos. La

mayor parte de los programas de trasplante del adulto no ofrecen esta

opción a pacientes con RVP superiores a 6 unidades de Wood/m

2

283 .

El criterio de exclusión en los lactantes y los niños sigue siendo

motivo de debate. Algunos programas llegan a aceptar a niños con

RVP de hasta 12 unidades de Wood/m

2

, sobre todo si la vasculatura

pulmonar responde a vasodilatadores como oxígeno, óxido nítrico,

antagonistas del calcio o prostaciclina

s 284

. En general, se asume que

los recién nacidos tienen un valor elevado de la RVP, pero los datos

sobre los resultados de estos programas sugieren que la importancia

Anestesia para la cirugía cardíaca pediátrica

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Sección V

Anestesia pediátrica

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Figura 73-14

 Datos demográficos del trasplante cardíaco pediátrico según la edad. Los gráficos de barras apilados ilustran el número total y la distribución

por edades del trasplante cardíaco en pacientes menores de 16 años. Obsérvese el rápido aumento de los trasplantes realizados a finales de la década de

1980, con especial incremento en la población de niños de 5 años o menos. Tras alcanzar un máximo a mediados de la década de 1990, el número total de

trasplantes (adultos y pediátricos) ha disminuido ligeramente, pero las proporciones relativas respecto de la edad se han mantenido relativamente constantes

en la población pediátrica.

(Datos del Registry of the International Society for Heart and Lung Transplantatio

n 282 .

)