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Páncreas/insulina

Hipoglucemia

En los pacientes de la UCI, la hipoglucemia es un problema fre-

cuente. La definición de hipoglucemia ha sido motivo de contro-

versia. Sin embargo, es raro observar glucemias inferiores a 40mg/

dl en los lactantes prematuros normales bien alimentados o en los

lactantes a término.

Entre los síntomas habituales de la hipoglucemia se incluyen la

taquicardia, la sudoración, la debilidad, la confusión, las convulsiones

y el coma. Las causas pueden subdividirse en trastornos asociados a

un aumento de la utilización y otros relacionados con una reducción

de la producción. La hipoglucemia transitoria del reciénnacido debida

a una gluconeogénesis hepática reducida o inmadura es un trastorno

que se suele corregir por sí solo en el transcurso de horas o días. Si la

hipoglucemia persiste, debe considerarse la posibilidad de que existan

deficiencias de enzimas hepáticas, problemas endocrinos o hiperin-

sulinismo (es decir, anomalías de las células pancreáticas o lactantes

hijos de madres diabéticas). Otras causas de hipoglucemia en el

período neonatal son la sepsis, la hipotermia, la hipoxia y la exposición

transplacentaria a fármacos hipoglucemiantes de la madre.

En niños mayores, la hipoglucemia se asocia a hipoglucemia

cetósic

a 191 ,

alteraciones de las enzimas hepáticas, hiperinsulinismo,

insuficiencia hepática y síndrome de Reye, y es un efecto secunda-

rio de determinados fármacos. Con independencia de la causa, el

tratamiento inicial de la hipoglucemia consiste en la administra-

ción de glucosa. La dosis inicial es de 0,5 g/kg, administrada como

glucosa al 50% disuelta en agua (SG 50%). Esta dosis debe dar paso

a una infusión de dextrosa que aporte las necesidades metabólicas

del niño (v. última sección acerca del sistema gastrointestinal).

Cetoacidosis diabética

La complicación aguda más grave de la diabetes mellitus es la CAD,

un síndrome de sobreproducción e infrautilización de glucosa y

acetona que da lugar a una cetoacidosis hiperglucémica. El síndrome

clínico consiste en deshidratación y shock hipovolémico como resul-

tado de la diuresis osmótica forzada por la hiperglucemia, hiperventi-

lación compensadora (patrón de Kussmaul), depleción de electrólitos

potencialmentemortal y, encasosdedesequilibriosmetabólicos graves,

obnubilación y com

a 192 .

Las pruebas de laboratorio muestran concen-

traciones elevadas de glucosa en sangre, acidosis metabólica grave,

hipocapnia compensadora, un aumento de la osmolalidad, hiperlipi-

demia y un nivel de sodio normal o bajo (por lo general falsamente

reducido debido a la hiperlipidemia). Se produce depleción de la can-

tidad corporal total de potasio y fosfato, pero sus niveles pueden

parecer erróneamente normales debido a la acidosis metabólica.

El tratamiento de la CAD requiere una cuidadosa corrección

de los trastornos metabólicos, con una meticulosa monitorización de

las complicaciones multisistémicas de este trastorno, así como de las

del tratamiento. Se debe restaurar un adecuado volumen intravascu-

lar con la administración de soluciones isotónicas sin glucosa. Se

administra insulina regular en infusión intravenosa, a dosis de 0,1U/

kg/h. El objetivo es reducir el nivel de glucosa en sangre a un ritmo

de 75 a 100mg/dl/h. Se continúa con esta infusión hasta que la

glucosa en sangre alcanza un nivel de 250 a 300mg/dl y en ese

momento se añade a la infusión dextrosa al 5% en salino fisiológico

(SSG 5%). Este régimen de infusión simultánea de glucosa e insulina

puede mantenerse hasta que el paciente es capaz de tolerar la inges-

tión oral de alimentos y se administra insulina por la vía subcutánea

habitual. La mayoría de los clínicos mantienen la infusión de insulina

hasta que la acidosis se encuentra casi corregida. Las concentraciones

de potasio deben controlarse de forma estrecha. Estos niños presen-

tan depleción del potasio corporal total, por lo que éste se debe

añadir a cualquier infusión tan pronto como se observe producción

de orina. La necesidad de fosfatos puede ser más teórica que real,

pero en la mayor parte de las situaciones la mitad del potasio se

administra en forma de sales de fosfato. La acidosis metabólica grave

se suele corregir con la administración de volumen e insulina.

Se suele evitar el empleo de bicarbonato para corregir la

acidosis debido a la posibilidad de precipitar o empeorar la dis-

función neurológica del paciente. En la CAD grave, el volumen de

las células cerebrales se encuentra reducido debido a la deshidra-

tación hiperosmolar. En un intento demantener su tamaño normal,

las células cerebrales generan osmoles idiogénicos activos (p. ej.,

inositol). Estas partículas atraen más agua al compartimento intra-

celular. Según comienza la rehidratación sistémica y la corrección

de la hiperosmolaridad, las células cerebrales pueden hincharse

hasta que los osmoles idiogénicos añadidos son metabolizados

o eliminados. Por ello, una corrección rápida de la osmolari­

dad puede dar lugar a un edema cerebral significativ

o 193

y también

puede causar un empeoramiento de la disfunción neurológica. El

pH del cerebro viene determinado por el nivel de bicarbonato en

el LCR, así como por el contenido de CO

2

; la concentración de

CO

2

en el LCR se equilibra mucho más rápidamente con el espacio

vascular que los niveles de bicarbonato. Por tanto, con la correc-

ción sistémica de la acidosis, la hiperventilación respiratoria se

reduce y provoca un aumento de la Paco

2

; si éste es brusco, la

acidosis del LCR podría empeorar hasta que el bicarbonato se

equilibre con el espacio del LCR. Como la corrección rápida del

pH resulta problemática, no se recomienda la administración de

bicarbonato en la CAD a menos que exista inestabilidad cardio-

vascular, y aun en esos casos las dosis deben ser pequeñas. Por

desgracia, a pesar de que la corrección de la hiperosmolaridad y

de la acidosis sea muy lenta y cuidadosa, se puede producir un

coma hiperosmolar con edema cerebral fulminant

e 194 .

La fisiopa-

tología del edema cerebral en la CAD es poco conocida. Cierto

grado de edema cerebral subclínico puede ser relativamente fre-

cuente en los niños con CA

D 195 .

Si dicho edema es significativo, se

debe administrar manitol de forma inmediata y comenzar con el

tratamiento de la hipertensión intracraneal. El objetivo es evitar

lesiones cerebrales secundarias.

Sistema gastrointestinal

Entre los problemas GI que se encuentran en la UCI se incluyen

las disfunciones de órganos y el fracaso orgánico debidos a enfer-

medades adquiridas, así como a malformaciones anatómicas y dis-

funciones congénitas. El suministro de una adecuada nutrición es

necesario en la atención de los pacientes críticos.

Desarrollo estructural y funcional

del intestino

El conocimiento del desarrollo del tubo digestivo fetal hace más fácil

entender diversas malformaciones congénitas graves. Aunque el intes-

tino comienza siendo un tubo hueco, se va ocluyendo por el rápido

crecimiento de células epiteliales entre las semanas 7 y 10 de la gesta-

ción. La luz central se reconstruye posteriormente, cuando las vacuo-

las en el interior de las células epiteliales se unen. Algunas de las

atresias intestinales neonatales son el resultado de las alteraciones de

este proceso de recanalización. Desde las 3 hasta las 10 semanas de la

gestación, el intestino embrionario se sitúa por fuera de la cavidad

abdominal, quedando sólo fija la parte posterior de dicho intestino en

el lado izquierdo del abdomen. El intestino rota 270 grados en sentido

contrario a las agujas del reloj y vuelve a entrar en la cavidad abdo-

minal a las 10 semanas de la gestación. Si el intestino embrionario no

llega a migrar de vuelta a la cavidad abdominal, aparece un onfalocele.

Las alteraciones de la rotación de dicho intestino dan lugar a relacio-

nes intraabdominales anormales, de las cuales las más significativas

son los vólvulos y las malrotaciones intestinales.

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Anestesia pediátrica

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