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Fisiología y anestesia

I

respiratoria hiperreactiva muy leve. En ocasiones, los fármacos con

ASI no son demasiado eficaces en el control de síntomas de la

angina grave o en la reducción de la mortalidad post-I

M 223 .

La ASI

protege contra el síndrome de abstinencia de

b

-bloqueante

s 224 .

El propranolol y el acebutolol poseen actividad estabilizadora

de membrana (AEM), también referida como efecto anestésico local

o similar al de la quinidina. Este efecto reduce la tasa de elevación

del potencial de acción cardíaco. La AEM del propranolol puede

explicar la disminución de la afinidad por el oxígeno de la hemoglo-

bina. No obstante, esta actividad se registra sólo con concentraciones

equivalentes a 10 veces las requeridas para el bloqueo de los recep-

tores

b

, por lo que tiene escasas repercusiones clínicas. La sobredosis

de fármacos con AEM se asocia a mayores tasas de mortalida

d 225

.

Indicaciones de uso

b

-B

loqueo perioperatorio

.

 A finales de la década de 1990,

dos importantes estudios establecieron el valor del

b

-bloqueo perio-

peratorio en pacientes con riesgo de isquemia coronaria sometidos

a intervenciones no cardíacas (v. caps. 24 y 25). Los pacientes se

consideran «de riesgo» cuando se incluyen en una de las dos cate-

gorías siguientes: los sometidos a cirugía vascular de alto riesgo sin

evidencia de isquemia coronaria inducible, y los sometidos a técni-

cas no vasculares pero que presentan factores de riesgo tradicionales

de arteriopatía coronaria (ancianos o pacientes con hipercolestero-

lemia, hipertensión, fumadores, casos con antecedentes familiares de

coronariopatía y diabéticos

) 226

. El Estudio Multicéntrico del Grupo

de Investigación sobre Isquemia Perioperatori

a 215

incluyó a 200 pa­

cientes que iban a someterse a cirugía y presentaban factores de

riesgo de arteriopatía coronaria, y los aleatorios para recibir placebo

o atenolol antes y después de la intervención. Los resultados demos-

traron que, aunque no se registró mejora en las variables de hospi-

talización consideradas (muerte cardíaca o IM) en el grupo tratado

con atenolol, sus integrantes presentaron una menor incidencia de

episodios cardíacos en un seguimiento de 6 a 8 meses y una sustan-

cial disminución de la mortalidad debida a cualquier causa, que se

mantuvo en un seguimiento de 2 años (tasa de supervivencia a

2 años del 68% en el grupo de placebo y del 83% en el de atenolol).

El segundo estudi

o 216

incluyó a pacientes con enfermedad isquémica

conocida identificada mediante ecocardiografía de estrés preopera-

toria. Al grupo de tratamiento de este estudio se le administró biso-

prolol y la dosis se tituló para conseguir una frecuencia cardíaca

inferior al umbral isquémico de los pacientes. Los resultados de este

estudio, cuyos participantes presentaban un riesgo de episodios

isquémicos muy superior al del anterior, exhibieron una reducción

de 10 veces en la incidencia de muerte cardíaca e IM perioperatorios

(3,4 frente al 34%). Esta sólida demostración de que el

b

-bloqueo

puede reducir el riesgo cardíaco perioperatorio y mejorar la super-

vivencia a 2 años generó una intensa presión política y administra-

tiva para que se aumentara el uso perioperatorio de

b

-bloqueante

s 227

.

Desgraciadamente, trabajos más recientes han cuestionado la validez

del

b

-bloqueo perioperatorio sistemático. Los resultados del estudio

POBBL

E 228

no registraron disminución de la morbilidad cardiovas-

cular a 30 días en pacientes sometidos a cirugía vascular (uno de los

grupos «de riesgo» de los estudios previos). De modo similar, el

estudio DIPO

M 229

no constató beneficios del

b

-bloqueo en diabéti-

cos (otro grupo «de riesgo») sometidos a cirugía mayor no cardíaca.

Por último, un amplio estudio restrospectivo analizó la mortalidad

intrahospitalaria en más de 780.000 pacientes y constató un efecto

neutral, o incluso negativo, del

b

-bloqueo en pacientes sin arterio-

patía coronaria definida. El

b

-bloqueo se asoció a reducción de la

mortalidad en sólo el 3% de los pacientes con tres o más factores de

riesgo (según el Índice de Riesgo Cardíaco revisado) de isquemia

coronari

a 230 .

Así pues, hasta que se realicen nuevos estudios, la única

indicación clara para la instauración del

b

-bloqueo preoperatorio es

la cirugía vascular en pacientes de alto riesgo cardíaco con isquemia

detectada en las pruebas perioperatoria

s 227

.

Cuando se instaura el

b

-bloqueo perioperatorio, su dosis ha

de ajustarse a una frecuencia cardíaca no inductora de isquemia

(generalmente de 60 a 70 latidos por minuto), sin aplicar una dosis

estándar en todos los casos. Los

b

-bloqueantes deben mantenerse

en pacientes que ya los tomen para tratarse de angina, arritmia

sintomática o hipertensión.

La seguridad del

b

-bloqueo perioperatorio continuado está

bien definida, y la inquietud inicial referida a la interacción con la

anestesia general no se ha confirmado. La interrupción del

b

-blo-

queo aumenta el riesgo de taquicardia de rebote (con o sin fibri­

lación auricular) y de isquemia miocárdica en pacientes con

enfermedades coronarias. Estos fármacos deben administrarse

hasta el momento de la cirugía y se han de emplear formulaciones

intravenosas convenientemente dosificadas siempre que se cues-

tione la absorción gastrointestinal. Cuando se haya omitido el uso

de los

b

-bloqueantes en el régimen preoperatorio, se puede proce-

der a la administración aguda de esmolol o labetalol para atenuar

el riesgo de taquicardia o hipertensión. Los

b

-bloqueantes cardiose-

lectivos y no selectivos parecen ser eficaces en el bloqueo crono-

trópico de la intubación endotraqueal y el estrés quirúrgic

o 231 .

I

squemia

miocárdica

. El propranolol se introdujo hace

más de tres décadas, inicialmente, para tratar la isquemia miocár-

dica. Desde entonces los

b

-bloqueantes se han mantenido como

parte significativa de los fármacos empleados en el tratamiento de

esta patología (v. cap. 25). Esta clase de fármacos disminuye la

demanda de oxígeno, reduciendo la frecuencia y la contractilidad

cardíacas. Los

b

-bloqueantes cardioselectivos y no selectivos resul-

tan eficaces. El atenolol, el metoprolol, el nadolol y el propranolol

se han aprobado en Estados Unidos para el tratamiento de la

angina. Por su parte, el metoprolol y el atenolol son los únicos

b

-bloqueantes aprobados para uso intravenoso en el IM agudo.

Aunque en principio se suscitaron dudas ante el hecho de que el

bloqueo de los receptores

b

2

pudiese empeorar la isquemia por

vasoconstricción sin oposición mediada por el receptor

a

, este

fenómeno se ha observado muy ocasionalmente, incluso en pacien-

tes con angina variante. Los

b

-antagonistas se emplean para tratar

el IM agudo y, a largo plazo, en el tratamiento posterior, para

reducir la probabilidad de reinfarto y la mortalida

d 232-235 .

La admi-

nistración precoz de agentes

b

-bloqueantes por vía intravenosa en

pacientes que están siendo tratados con trombolíticos parece dis-

minuir la incidencia de isquemia y reinfart

o 236

y la de las arritmias

ventriculares grave

s 237 .

El uso a largo plazo de

b

-bloqueantes

(timolol, propranolol, metopropol y atenolol) reduce la mortalidad

post-IM. En la práctica clínica habitual, la dosis se aumenta hasta

que la frecuencia cardíaca es de 60 a 80 latidos/min en reposo y

hasta que no se registra taquicardia con el ejercicio.

I

nsuficiencia

cardíaca

congestiva

. En los últimos 5 o

10 años, los

b

-bloqueantes se han convertido en agentes de primera

línea para el tratamiento de la ICC, de origen isquémico o no. Los

profesionales clínicos no eran propensos a usar

b

-bloqueantes en el

tratamiento de la insuficiencia cardíaca por sus efectos inotrópicos

negativos. Sin embargo, tales efectos no han resultado ser significa-

tivos en la práctica clínica. Ciertos estudios iniciales demostraron

una significativa reducción en la mortalidad por cualquier causa en

pacientes con insuficiencia cardíaca tratados con metoprolol o biso-

prolol.Diversos estudios a gran escal

a 238,239

fueron interrumpidos por

lo pronunciado de la disminución de las tasas de mortalidad en pa­

cientes con insuficiencia cardíaca moderada o grave. Los efectos

positivos de los

b

-bloqueantes en estos enfermos se han atribuido a

la normalización y remodelación del ventrículo, que se inicia tras

1 mes de

b

-bloque

o 240

, a la reducción de la apoptosis miocardiocítica

relacionada con noradrenalina que se produce en presencia de blo-

queo

b

1 241

, a la disminución de la muerte súbita cardíaca, por la

actividad antiarrítmica de los

b

-bloqueantes, y, más recientemente,

a la expresión alterada de los genes en el miocardio que regulan la

contractilidad y la hipertrofia patológic

a 242

. Para evitar el empeora-