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Farmacología y anestesia

II

Baird y Rei

d 6

publicaron por vez primera, en 1967, la admi-

nistración clínica del pancuronio, un aminoesteroide sintético.

El desarrollo de bloqueantes neuromusculares de acción

intermedia elaborados a partir del metabolismo de los compuestos

permitió que, en la década de 1980, se introdujeran en la práctica

clínica el vecuroni

o 7

, un aminoesteroide, y el atracuri

o 8

, una

bencilisoquinolina.

El mivacurio, el primer bloqueante neuromuscular no despo-

larizante de acción corta, fue introducido en la práctica clínica en la

década de 199

0 9

, lo mismo que el rocuroni

o 10

, un bloqueante no

despolarizante de acción intermedia con un inicio de acción rápida.

Desde que se planteara por primera vez el uso de dTc se han

introducido otros bloqueantes neuromusculares en la práctica

clínica. Entre ellos se incluye el pipecuronio, el doxacurio, el cisatra-

curio y el rapacuronio. Aunque en la actualidad ya no se utilizan

todos ellos, cada uno representó un avance o una mejora en al

menos un aspecto sobre sus predecesores. Se están investigando

otros bloqueantes neuromusculares, como el gantacuri

o 11 .

Los bloqueantes neuromusculares se deben administrar úni-

camente a pacientes anestesiados para conseguir que se relajen los

músculos esqueléticos. No se deben administrar para detener el

movimiento de los pacientes porque carecen de propiedades anal-

gésicas o amnésicas. Numerosas publicaciones han descrito casos

de consciencia durante la cirugí

a 12

y en la Unidad de Cuidados

Intensivos (UCI

) 13

. Los bloqueantes neuromusculares son comple-

mentos útiles para los anestésicos generales y se deben emplear

como tales. Siguiendo la afirmación de Cullen y Larson, «los rela-

jantes musculares administrados de forma inadecuada pueden

brindar al cirujano unas condiciones [quirúrgicas] óptimas en... un

paciente que está paralizado, pero no anestesiado: una situación

que resulta absolutamente inaceptable para el paciente». Además,

«el uso de los relajantes musculares para cubrir las deficiencias del

tratamiento anestésico total… representa… un uso inadecuado de

un complemento muy útil para la anestesia». Para administrar

relajantes para mantener el bloqueo neuromuscular intraoperato-

rio, se debe monitorizar la profundidad del bloqueo neuromuscu-

lar y la profundidad de la anestesia de forma continua.

Dicho esto, hay que recordar que el uso de bloqueantes neu-

romusculares en el quirófano es bastante frecuente y que ha sido

importante para el desarrollo y crecimiento de la anestesia y la cirugía.

Como afirmaron Foldes y cols

. 5

, «la primera administración de…

relajantes musculares…no sólo revolucionó la práctica de la aneste-

sia, sino que también inició la era de la cirugía moderna y permitió

el desarrollo explosivo de la cirugía cardiotorácica, neurológica y de

los trasplantes de órganos». Es evidente que los bloqueantes neuro-

musculares se emplean de forma habitual para facilitar la intubación

endotraqueal y la ventilación mecánica, y se suelen utilizar para man-

tener el bloqueo neuromuscular durante una serie de intervenciones

quirúrgicas diferentes. En este capítulo se revisa la farmacología y el

uso clínico de los bloqueantes neuromusculares y anticolinesterásicos

en la anestesia y cuidados intensivos. Por último, se plantean aspectos

económicos relativos al bloqueo neuromuscular.

Principios de la acción de los

bloqueantes neuromusculares

en la unión neuromuscular

Para una revisión exhaustiva de los efectos de los bloqueantes

neuromusculares se puede consultar el capítulo 4. Esta sección es

una breve introducción a los principios de la acción de estos fár-

macos. A continuación se presenta una breve introducción para la

finalidad de este capítulo.

Efectos postunión

En el músculo esquelético de los mamíferos adultos, el receptor de

acetilcolina nicotínico (nAChR) es un complejo pentamérico con

dos subunidades

a

junto con una sola subunidad

b

,

d

y

ε

( fig. 19-1

).

Estas subunidades se organizan para formar un poro transmem-

brana (es decir, un canal) y también unos bolsillos de unión extra-

celulares para acetilcolina y otros agonistas o antagonista

s 14 .

Cada

una de las dos subunidades

a

tiene un sitio de unión para acetil-

colina. Estos sitios son proteínas que se localizan en bolsillos situa-

dos unos 3nm por encima de la membrana de superficie, en las

interfases entre las subunidades

a

H

-

ε

y

a

L

-

d 15

. La H y la L se refieren

a sitios de unión de alta y baja afinidad, respectivamente, para dTc

y posiblemente se deben a la contribución de las distintas subuni-

dades vecina

s 16

. Por ejemplo, la afinidad de unión de dTc por el

sitio

a

H

-

ε

es 100-500 veces mayor que por el sitio

a

L

-

d 16 .

El nAChR

fetal contiene una subunidad

g

en lugar de la subunidad

ε

-adulta.

Figura 19-1

 Composición en subunidades del receptor de acetilcolina (ACh)

nicotínico (nAChR) en la superficie de la placa terminal del músculo de un

mamífero adulto. El AChR adulto es una proteína intrínseca de la membrana

con cinco subunidades distintas (

a

2

bd

ε

). Cada subunidad contiene cuatro

dominios helicoidales, llamados M1 a M4. El dominio M2 forma el conducto de

modo de poro. La

imagen superior

muestra una subunidad

a

aislada, con sus

extremos N y C terminales en la superficie extracelular de la bicapa lipídica de

la membrana. Entre los extremos N y C terminales, la subunidad

a

forma cuatro

hélices (M1, M2, M3 y M4) que atraviesan la bicapa lipídica. En la

imagen

inferior

se ve la estructura pentamérica del nAChR del músculo adulto de los

mamíferos. Los extremos N terminales de dos subunidades colaboran para

formar dos bolsillos de unión definidos para ACh. Estos bolsillos se localizan en

la superficie de contacto entre la subunidad

ε

-

a

y

d

-

a

. El dominio que atraviesa

la membrana de cada subunidad M2 reviste el conducto iónico. Este conducto

iónico, que se une a dos ligandos, muestra una permeabilidad igual para Na

+

y

K

+

; Ca

2+

contribuye aproximadamente al 2,5% de la permeabilidad total.

(De

Naguib M, Flood P, McArdle JJ, Brenner HR: Advances in neurobiology of the

neuromuscular junction: Implications for the anesthesiologist.

Anesthesiology

96:202-231, 2002, con autorización de

Anesthesiology

.)