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tes con antecedentes de irradiación en la cabeza y el cuello,

accidentes cerebrovasculares o crisis isquémicas transitorias.

Valoración preoperatoria

de los pacientes con

enfermedades coexistentes

Muchas de estas preocupaciones y trastornos, incluida la gestión

anestésica intraoperatoria y postoperatoria, se exponen con mayor

detalle en otros capítulos de este texto. Este apartado revisa breve-

mente trastornos médicos específicos que se ven con frecuencia en

la valoración preoperatoria y en los que es importante una evalua-

ción e intervención preoperatorias. La identificación de pacientes

con estos trastornos asociados representa a menudo una oportu-

nidad para el anestesiólogo de intervenir para reducir el riesgo. Los

siguientes trastornos se tratan mejor el día previo a la intervención

quirúrgica, lo que deja tiempo para una evaluación completa, una

consulta y la planificación de la asistencia anestesiológica.

Enfermedades cardiovasculares

Las complicaciones cardiovasculares son los acontecimientos

adversos perioperatorios graves más frecuentes (v. cap. 23). Se

calcula que se producirá morbilidad cardíaca en el 1-5% de pacien-

tes no seleccionados sometidos a una intervención quirúrgica

extracardíaca. En circunstancias específicas, se ha visto que las

intervenciones perioperatorias modifican la morbilidad y mortali-

dad cardiovasculare

s 7,15–17

.

Hipertensión

La hipertensión, definida como dos o más lecturas de PA mayores

de 140/90mmHg, afecta a mil millones de sujetos en todo el mundo

y aumenta con la edad. En Estados Unidos, el 25% de los adultos

y el 70% de los pacientes mayores de 70 años tienen hipertensión,

menos del 30% está bien tratado y el 30% no está diagnosticado. El

grado de lesión en órgano final y morbilidad y mortalidad se corre-

lacionan con la duración y gravedad de la hipertensión. La cardio-

patía isquémica es el tipo más frecuente de lesión orgánica asociada

a la hipertensión. Cada 20 mmHg de elevación de la PA sistólica o

10mmHg de PA diastólica por encima de 115/75 dobla el riesgo a

lo largo de la vida de enfermedad cardiovascular en sujetos de

40-70 años de edad. La odds ratio de asociación entre hipertensión

y riesgo cardíaco perioperatorio es de 1,3

1 7,18 .

Sin embargo, hay

pocas pruebas de una asociación entre una lectura de PA preope-

ratoria menor de 180/110mmHg y el riesgo cardíaco perioperato-

rio. La insuficiencia cardíaca, la insuficiencia renal y la enfermedad

cerebrovascular son frecuentes en los pacientes hipertensos.

La valoración preoperatoria identifica causas de hiperten-

sión, otros factores de riesgo cardiovasculares, la lesión del órgano

final y el tratamiento. La hipertensión paroxística o la hipertensión

en sujetos jóvenes deben llevar a un estudio de sus causas como la

coartación, el hipertiroidismo, el feocromocitoma o incluso el

consumo de drogas como cocaína, anfetaminas o esteroides ana-

bólicos. (V. el apartado «Feocromocitoma» para obtener guías adi-

cionales sobre la evaluación.) La exploración física se centra en el

sistema cardiovascular, los pulsos, las constantes vitales (es necesa-

rio repetir la PA y obtener registros previos para determinar su

valor a largo plazo), la glándula tiroides y los signos de sobrecarga

de volumen. Es necesario preguntar sobre taquicardias episódicas,

palpitaciones y síncopes, medir la PA en los dos brazos, auscultar

en busca de soplos y evaluar los pulsos en las extremidades supe-

riores e inferiores si nos preocupa que el paciente pueda tener algo

más que una hipertensión esencial. Las pruebas debe determinarlas

la anamnesis y la exploración física. Los pacientes con una hiper-

tensión larga y acentuada (a menudo basado en el número y dosis

de medicamentos antihipertensivos recetados) o mal controlada

exige un ECG y la determinación del nitrógeno ureico en la sangre

(BUN) y la creatinina, dependiendo del procedimiento quirúrgico.

A los que reciben diuréticos se les deben evaluar los electrólitos.

Los pacientes con una hipertrofia ventricular izquierda (HVI),

especialmente los que tienen un patrón de sobrecarga en el ECG,

que es indicativa de isquemia crónica, deben someterse a una eva-

luación cuidadosa de los síntomas y otros factores de riesgo de

EAC. En presencia de insuficiencia cardíaca o disnea de origen

desconocido, un ecocardiograma puede proporcionar información

adicional que modificará el tratamiento. La HVI aumenta de forma

independiente el riesgo de morbilidad cardíaca perioperatoria. Los

pacientes con sospecha de hipertiroidismo requieren pruebas de

función tiroidea.

Se recomienda generalmente retrasar la intervención quirúr-

gicaprogramadaenlahipertensióngrave(PAdiastólica

>

115mmHg,

PA sistólica

>

200mmHg) hasta que la PA sea inferior a 180/

110mmHg. Si hay una lesión grave de órgano terminal, el obje­

tivo debe ser normalizar la PA

al máximo posible

antes de la inter-

vención quirúrgic

a 18 .

Es importante una anamnesis y exploración

física cuidadosas para determinar enfermedades cardíacas, neuro-

lógicas o renales (v. apartados apropiados de este capítulo). La

reducción eficaz del riesgo puede exigir 6-8 semanas de tratamiento

para permitir la regresión de los cambios vasculares y endoteliales,

pero una reducción demasiado rápida o extrema de la PA puede

aumentar la isquemia cerebral y coronaria; por tanto, hay que

sopesar los beneficios de retrasar la intervención quirúrgica para el

tratamiento frente a los riesgos. El Antihipertensive and Lipid Lowe-

ring Treatment to Prevent a Heart Attack Trial (ALLHAT) demostró

que el tratamiento eficaz de la hipertensión no es simplemente

cuestión de reducir la T

A 19 .

Por ello, si la intervención quirúrgica

no puede posponerse, el objetivo es no reducir con demasiada

rapidez la PA aumentada de forma crónica. La PA muy elevada debe

reducirse a lo largo de un período de varias semanas. Los estudios

indican que la hipotensión intraoperatoria es mucho más peligrosa

que la hipertensió

n 18

. Con una PAmenor de 180/110mmHg, no hay

pruebas que justifiquen la cancelación de la intervención quirúrgica,

aunque son adecuadas intervenciones preoperatorias. Es impor-

tante identificar a los pacientes que tienen una hipertensión sin

diagnosticar (aunque habitualmente se exigen tres ocasiones sepa-

radas de aumento de la PA en situaciones no estresantes para diag-

nosticar una hipertensión real) y diferenciar los que tienen una

hipertensión mal controlada de los que tienen aumentos episódicos

de la PA debidos al dolor, la ansiedad o el estrés.

Como el período perioperatorio es una oportunidad exce-

lente para alterar las consecuencias a corto y largo plazo de las

enfermedades, la remisión apropiada para un futuro tratamiento

es vital. Las directrices indican que el tratamiento betabloqueante

cardioselectivo es el mejor tratamiento preoperatorio por el perfil

favorable en la reducción del riesgo cardiovascular, aunque el

ensayo Perioperative Ischemic Evaluation (POISE) ha cuestionado

recientemente la seguridad de empezar estos fármacos de forma

agud

a 7 .

El momento óptimo de comenzar el tratamiento betablo-

queante aumentando su beneficio mientras se minimiza el riesgo

es desconocido.Aunque los diuréticos son tratamientos de primera

línea en la mayoría de las circunstancias, comenzarlos en el período

preoperatorio no es generalmente una buena idea por las alteracio-

nes del potasio (hipopotasemia e hiperpotasemia) que pueden

ocurrir y la necesidad de una monitorización estrecha y de su

reposición. Los antagonistas del calcio (p. ej., amlodipino, 5-10mg

diarios) pueden ser muy eficaces. Con frecuencia la ansiedad

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Control de la anestesia

III