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consumo de drogas intravenosas debe llevar a una evaluación de

complicaciones cardiovasculares, pulmonares, neurológicas e infec-

ciosas, como la endocarditis, los abscesos, la osteomielitis, la hepa-

titis y la infección por el VIH o el sida. Los consumidores de alcohol

tienen en concreto riesgo de una abstinencia que ponga en peligro

la vida con inestabilidad autónoma y fiebre. Los adictos a la cocaína

y las anfetaminas pueden sufrir accidentes cerebrovasculares, mio-

cardiopatía y arritmias.Además,la cocaína y las anfetaminas inhiben

la captación de neurotransmisores simpaticomiméticos, aumentan

la PA, elevan la FC y pueden causar paranoia, ansiedad, convulsio-

nes, angina e IM (incluso en pacientes sin EAC

) 127

. Su consumo

prolongado causa hipertrofia ventricular, necrosis miocárdica y per-

foraciones en el tabique nasal. Los disolventes pueden causar arrit-

mias cardíacas, edema pulmonar y cerebral, atrofia cortical difusa y

fracaso hepático. Los alucinógenos, incluida la dietilamina del ácido

lisérgico (LSD), pueden alterar la regulación autónoma y provocar

paranoia. La 3,4-metilendioximetanfetamina (MDMA), conocida

habitualmente como

éxtasis,

puede causar sed excesiva, lo que

provoca hiponatremia y edema pulmonar o cerebral.

Los alcohólicos están en riesgo de sufrir hepatitis alcohólica,

cirrosis, hipertensión portal, miocardiopatía, arritmias, convulsio-

nes, neuropatías, demencia, síndrome de Wernicke-Korsakoff

(ataxia, disfunción cognitiva) y anemia macrocítica por déficits

vitamínicos, delirium tremens, neumonía, hemorragia digestiva y

coagulopatías secundarias a una disfunción hepática o un déficit

de vitamina K. La marihuana puede afectar a los sistemas cardio-

vascular y nervioso autónomo, y dar lugar a taquicardia, arritmias,

alteraciones del ECG (cambios en la onda T y en el segmento ST)

y aumento del gasto cardíaco.

Los pacientes que fuman marihuana tienen el mismo riesgo

que los pacientes que fuman tabaco. Los consumidores de opiáceos

(incluida la heroína) tendrán tolerancia a los opiáceos. Es importante

registrar las dosis de opiáceos tomadas, así como los fármacos para

tratar la adicción como la metadona, la clonidina o la buprenorfina,

un agonista

m

parcial. Los pacientes que están recibiendo trata-

miento restitutivo con opiáceos experimentarán respuestas doloro-

sas normales a los estímulos nociceptivos y necesitarán una analgesia

adicional para controlar el dolor después del procedimient

o 128

.

Los pacientes que consumen alcohol u opiáceos en exceso o

drogas ilegales pueden no ofrecer una anamnesis fiable. Son nece-

sarias las constantes vitales, incluida la temperatura. La cocaína y

las anfetaminas pueden elevar la PA y la FC. El consumo a corto

plazo de opiáceos puede reducir la frecuencia respiratoria y causar

letargo y pupilas puntiformes.El alcohol puede detectarse amenudo

por el olor. Es importante la exploración de las zonas de acceso

venoso en busca de signos de abscesos e infecciones cutáneas o las

partes blandas. La auscultación en busca de soplos en los consu-

midores de drogas intravenosas es esencial. Puede haber síntomas

y signos de insuficiencia cardíaca o arritmias en los consumidores

de cocaína o alcohol. El consumo prolongado de alcohol causa

disfunción hepática (v. apartado adecuado).

Las pruebas preoperatorias dependen de los síntomas y las

observaciones de la anamnesis y la exploración física. Puede acon-

sejarse un ECG en pacientes que tomen metadona debido a que este

fármaco puede prolongar el intervalo QT. Es importante asegurarse

de si los pacientes pueden dejar de consumir alcohol o drogas adic-

tivas y por cuánto tiempo. Además, y más importante, ¿qué sucederá

cuando se interrumpa su consumo? ¿Aparecerá el delirium tremens;

tendrá convulsiones u otros signos de abstinencia? Lo ideal es que

los pacientes con dependencia de las drogas o el alcohol estén libres

de la sustancia mucho antes de la intervención quirúrgica progra-

mada. Pero la abstinencia preoperatoria aguda en los alcohólicos se

ha asociado a un peor resultado quirúrgico que si se continúa

bebiend

o 129

. El personal de la clínica debe estar preparado para

remitir a los pacientes a especialistas en adicción o programas, o

recetarles medicamentos para evitar la abstinencia en el período

preoperatorio si los pacientes están de acuerdo en la abstinencia.

Las benzodiazepinas son útiles para evitar o tratar los síntomas

de la abstinencia alcohólica. Los pacientes con antecedentes de

consumo de alcohol que están tomando disulfiram pueden tener una

alteración de la respuesta a los fármacos simpaticomiméticos; Hernan-

dez y cols. aconsejan suspender este fármaco 10 días antes de la inter-

vención quirúrgica. Si se mantiene el disulfiram, los usuarios pueden

ser sensibles a cantidades pequeñas de alcohol (incluso de preparados

cutáneos o medicamentos) y pueden experimentar enrojecimiento,

náuseas y taquicardia. Estos autores también aconsejan que los pacien-

tes que estén tomando naltrexona por consumo de alcohol u opiáceos

suspendan el fármaco 3 días antes de la intervención quirúrgica. Los

pacientes que toman ISRS o metadona deben continuar con la dosis

de mantenimiento. A los consumidores de marihuana hay que acon-

sejarles que eviten su consumo al menos 7 días antes de la intervención

quirúrgica debido a su larga semivid

a 124

.

Los pacientes con regímenes de mantenimiento con meta-

dona continúan con el fármaco el día de la intervención quirúrgica.

Como puede ser difícil superar el efecto agonista analgésico de

Suboxone, debe interrumpirse 3 días antes de la intervención qui-

rúrgica. Los pacientes pueden necesitar un tratamiento restitutivo

para evitar la recaída de la adicción durante este período. La consulta

preoperatoria con especialistas en el dolor o la adicción (o ambos)

puede ser útil en los consumidores de opiáceos o los pacientes que

toman metadona para combatir la adicción si el procedimiento pla-

nificado dará lugar a un dolor postoperatorio significativo.

Evaluación nutricional preoperatoria

Los pacientes que necesitan una intervención quirúrgica pueden

estar mal nutridos, bien por un proceso crónico (p. ej., cáncer o

dificultad para tragar tras un accidente cerebrovascular) o por un

trastorno médico como una obstrucción intestinal intermitente (v.

cap. 85). La malnutrición se asocia a complicaciones postoperato-

rias que van desde una estancia hospitalaria prolongada en los

pacientes sometidos a una artroplastia de cadera total a una mor-

bilidad importante, como la dehiscencia de la herida, los abscesos,

las infecciones, las roturas anastomóticas, la insuficiencia respira-

toria y la muert

e 130,131 .

Existen pruebas claras de que la nutrición preoperatoria en

los pacientes adecuados puede reducir las complicaciones postope-

ratorias. La TJC subraya la importancia de la evaluación nutricional

preoperatoria y su planificación al exigir que se realice un estudio

de cribado nutricional en las 24 horas siguientes al ingreso, con una

evaluación nutricional completa de los pacientes en riesgo. Las orga-

nizaciones deben establecer guías para el estudio de cribado y eva-

luación de la nutrición que identifiquen a los pacientes que sabemos

tienen de foma característica problemas nutricionales y remitirlos

para una planificación. Existe un acuerdo razonable sobre los indi-

cadores pronósticos de un mal estado nutricional: pérdida de peso

mayor del 10% en los 6 meses previos a la intervención quirúrgica,

cambio de la dieta respecto a la dieta normal, síntomas digestivos

que persisten más de 2 semanas, reducción de la capacidad funcio-

nal (del letargo al confinamiento en la cama) y otros factores físicos

como la pérdida de grasa subcutánea, la pérdida de músculo, el

edema en los tobillos, el edema sacro y la ascitis. Detsky y cols. han

incorporado estos factores en la Subjective Global Assessment

Scal

e 132

. Los factores físicos se puntúan en normales (0), leves (1+),

moderados (2+) o intensos (3+). Debido a la elevada incidencia de

procedimientos programados que se producen sin ingreso previo,

los estudios de cribado y evaluación según las directrices de la TJC

pueden hacerse durante la visita preoperatoria o durante las prime-

ras 24 horas del ingreso. Esto dificulta mucho la puesta en marcha

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Control de la anestesia

III