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mucosa bucal, aunque se desconoce la eficacia de esta profilaxis. La

profilaxis se recomienda para los pacientes listados que se van a

someter a procedimientos respiratorios que impliquen la incisión o

biopsia de la mucosa. La profilaxis para la broncoscopia no se reco-

mienda a no ser que el procedimiento implique la incisión de la

mucosa respiratoria. La administración de antibióticos profilácticos

sólo para evitar la endocarditis no se recomienda en pacientes que

se someten a procedimientos genitourinarios o digestivos. El trata-

miento se recomienda si los pacientes tienen una infección estable-

cida o una colonización de la vía urinaria por enterococos. Los

antibióticos únicamente para la prevención de la endocarditis no se

recomiendan en pacientes con otros trastornos cardíacos, como

aquellos con derivaciones o endoprótesis.

La profilaxis en pacientes tras una artroplastia total se ha

revisado, y se publicó una declaración consultiva en 2003. Según esta

declaración, los pacientes con una artroplastia que se sometan a

procedimientos de riesgo alto pueden necesitar antibióticos preven-

tivos. Esto incluye a todos los pacientes durante los primeros 2 años

que siguen a la artroplastia, los pacientes inmunodeprimidos, los

pacientes con artropatías inflamatorias como la artritis reumatoide

y el LES, y los pacientes con trastornos asociados, como infecciones

previas de prótesis articulares, malnutridos, hemofilia, infección por

el VIH, diabetes insulinodependiente y neoplasias malignas. El

informe concluye que la profilaxis no está indicada en pacientes con

clavos, placas ni tornillos. La visita a la clínica preoperatoria puede

ser una oportunidad para identificar a aquellos con prótesis articu-

lares que requieren profilaxis y asegurar que se dispone de las órdenes

apropiadas en el momento en que el paciente llega para el procedi-

miento, de forma que se disponga del momento óptimo para la

administración del antibiótico.

La profilaxis recomendada es amoxicilina, 2 g por vía oral en

adultos y 50mg/kg por vía oral en niños 30-60 minutos antes del

procedimiento. Esta dosis puede administrarse por vía intravenosa

o intramuscular si es necesario. En pacientes alérgicos a la penici-

lina puede usarse clindamicina (600mg por vía oral, intramuscular

o intravenosa en adultos o 20mg/kg por vía oral, intramuscular o

intravenosa en niños). Puede usarse cefalexina (2 g por vía oral en

adultos y 50mg/kg por vía oral en niños) o cefazolina (1 g por vía

intramuscular o intravenosa en adultos y 50mg/kg por vía intra-

muscular y intravenosa en niños) a no ser que el paciente tenga

antecedentes de anafilaxia, angioedema o urticaria con penicilina.

Planificación preoperatoria

del tratamiento del dolor

postoperatorio

La valoración preoperatoria constituye una oportunidad importante

para discutir y planificar el tratamiento del dolor agudo postoperato-

rio (v. cap. 77). Los pacientes pueden estar sumamente preocupados

por este aspecto. Los pacientes con dolor crónico necesitan un plan

para el tratamiento del dolor agudo en el marco de una situación

crónica. En instituciones que tienen un servicio de dolor agudo, a los

pacientes con aspectos particularmente difíciles de tratar, los pacien-

tes que toman dosis elevadas de analgésicos o los pacientes con ante-

cedentes de consumo excesivo de analgésicos se les puede remitir para

una consulta y el tratamiento perioperatorio adecuado. A los pacien-

tes también se les puede evaluar en el servicio de dolor agudo después

de la operación para recibir recomendaciones terapéuticas. Si no hay

un servicio de dolor agudo, el servicio quirúrgico se hará general-

mente responsable del tratamiento del dolor postoperatorio.

La TJC está particularmente preocupada porque se evalúe y

trate adecuadamente a los pacientes con dolor. Es importante una

evaluación basal del dolor como parte de cualquier valoración

preoperatoria y se realiza generalmente como parte de la evalua-

ción de enfermerí

a 150 .

Los estándares del dolor preoperatorio a este

respecto establecen que los pacientes tienen derecho a una evalua-

ción y un tratamiento del dolor apropiados y que el dolor debe

valorarse en todos los pacientes antes de la operación.

La estandarización de la medida del dolor es difícil por la

naturaleza subjetiva de la variable. Las escalas que se usan se encua-

dran en las categorías de escalas unidimensionales, como la escala

analógica visual y las escalas de puntuación numérica, y las escalas

multidimensionales, como el cuestionario del dolor de McGil

l 151

. La

figura 24-4

muestra un ejemplo usado para la evaluación del dolor

en una valoración preoperatoria. La localización del dolor se anota

en la figura; se registran el carácter, la duración y la frecuencia, y

también la intensidad con una escala numérica del 1 al 10, donde el

1 es la falta de dolor y el 10 el peor dolor imaginable. Si no puede

usarse una escala numérica, puede sustituirse por una escala con

caras. El uso de estas escalas permite hacer comparaciones fácil-

mente cuando se realizan reevaluaciones tras la operación.

Como parte de la valoración preoperatoria del dolor debe

registrarse cualquier información sobre aspectos del dolor previos

y presentes, incluidos los métodos de control del dolor que hayan

funcionado o no en el pasado. Resulta útil entender la actitud de

los pacientes frente a los analgésicos (p. ej., miedo de adicción). Es

esencial la dosis exacta de sus analgésicos actuales. Si los pacientes

los toman cuando los necesitan, hay que registrar el número medio

de veces que los utilizan al día.

Los pacientes con trastornos dolorosos crónicos representan

un problema especial. No hay ninguna razón para retirar a los

pacientes su analgésico antes de la intervención quirúrgica. Si el

analgésico del paciente es un AINE o un inhibidor de la COX-2,

hay que decir al paciente que lo suspenda antes de la intervención

quirúrgica. Si es así, el paciente puede necesitar otro analgésico

para el control del dolor antes del procedimiento. A los pacientes

se les debe decir que se tomen sus dosis matutinas habituales de

analgésicos. Si el paciente lleva un parche transdérmico de fenta-

nilo, puede dejarse. Es importante informar al paciente de que los

profesionales sanitarios harán todo lo posible para mantener el

bienestar tras la operación, pero no hay que dar expectativas de

que no se va a sufrir dolor. Debe esperarse que la necesidad de

analgésicos del paciente con dolor crónico aumente tras la opera-

ción, y el tratamiento se hará en función de ello. No hay algoritmos

útiles para el tratamiento del dolor agudo en los pacientes con

dolor crónico y es necesario individualizar la asistencia. Un servi-

cio de consultas del dolor puede ser muy útil en esta situación,

especialmente cuando el personal quirúrgico no está familiarizado

con regímenes crónicos complicados contra el dolor ni con opcio-

nes alternativas.

Uso preoperatorio

de tratamientos alternativos

y complementarios

Se ha publicado que una cifra significativa de pacientes usa trata-

mientos alternativos y complementarios en el período preoperato-

rio (v. cap. 22). Un estudio de pacientes de una clínica preoperatoria

demostró que el 22% refería el uso de hierbas medicinales y el 51%

de vitaminas

152 .

Las mujeres y los pacientes de 40-60 años tenían

más probabilidades de consumir hierbas medicinales. Los com-

puestos más utilizados, de más a menos, son la equinácea,

Ginkgo

biloba,

la hierba de San Juan, el ajo y el ginseng. La población

pediátrica también muestra un grado significativo de uso, que varía

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Control de la anestesia

III