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paciente. En consecuencia, nosotros recomendamos los siguien-

tes criterios:

1. Ninguna lectura de la PA hospitalaria debería superar

165/90 mmHg en las 48 horas previas a la cirugía. Nosotros a

menudo medimos la PA cada minuto durante 1 hora en un

entorno estresante (nuestra unidad de cuidados postaneste­

sia). Si ninguna lectura de la PA supera 165/90, se considera

que este criterio se cumple.

2. Debería existir una hipotensión ortostática, pero la PA en

bipedestación no debería ser inferior a 80/45 mmHg.

3. El ECG debería estar libre de cambios ST-T que no sean

permanentes.

4. No debería producirse más de una extrasístole ventricular

(ESV) cada 5 minutos.

Otros fármacos, como prazosina, calcioantagonistas, cloni-

dina, dexmedetomidina y magnesio, se han empleado también para

conseguir grados adecuados de bloqueo

a

-adrenérgico antes de la

cirugía.

Aunque se han recomendado algunos anestésicos específi-

cos, nosotros consideramos que la preparación óptima preopera-

toria, la inducción suave de la anestesia y la buena comunicación

entre el cirujano y el anestesista tienen más importancia. Todos los

fármacos y técnicas de anestesia (incluidos el isoflurano, el sevo-

flurano, el sufentanilo, el remifentanilo, el fentanilo y la anestesia

regional) se han empleado con éxito. De hecho, todos los fármacos

analizados se han asociado a una elevada frecuencia de arritmias

transitorias intraoperatoria

s 59

. Uno de los autores (M.F.R.) ha

evitado el desflurano porque puede precipitar la liberación no

neurogénica de catecolaminas. No existen datos que indiquen si

esta pauta resulta adecuada.

Dada la facilidad de uso, se prefiere emplear clorhidrato de

fenilefrina o dopamina para la hipotensión y nitroprusiato para la

hipertensión. La fentolamina tiene un inicio de acción y una dura-

ción demasiado prolongadas. En ocasiones (cinco veces en más de

80 resecciones de feocromocitoma), hemos empleado un blo-

queante

b

-adrenérgico (el esmolol es el agente preferido en la

actualidad) para una taquicardia grave sin hipertensión o deple-

ción de volumen. Los acontecimientos dolorosos o estresantes,

como la intubación, suelen producir una respuesta de estrés exage-

rada en los pacientes con feocromocitoma que no reciben una

anestesia perfecta. Esta respuesta se debe a la liberación de cateco-

laminas de terminaciones nerviosas que están «cargadas» por el

proceso de recaptación. Estas situaciones de estrés pueden deter-

minar concentraciones de catecolaminas entre 200 y 2.000pg/ml

en pacientes normales. En un paciente con un feocromocitoma, el

estrés más simple puede asociarse a concentraciones de catecola-

minas en sangre de 2.000-20.000pg/ml. Sin embargo, el infarto de

un tumor, con liberación de sus productos a la superficie peritoneal,

o la presión quirúrgica que determina la liberación de los mismos

puede ocasionar concentraciones entre 200.000 y 1.000.000 pg/ml,

una situación que se debería esperar y evitar (pida que se detenga

la intervención de forma temporal, si es posible, mientras aumenta

la velocidad de infusión de nitroprusiato). Cuando se tiene asegu-

rado el aporte venoso y si el volumen intravascular es normal

(medido con la presión de enclavamiento pulmonar o ecocardio-

grafía), se conseguirá una PA normal en general. Sin embargo,

algunos enfermos quedan hipotensos y pueden necesitar infusio-

nes masivas de catecolaminas. En algunas ocasiones poco frecuen-

tes, los pacientes siguen hipertensos durante la cirugía. En el

postoperatorio un 50% siguen hipertensos durante 1-3 días (ini-

cialmente tienen unas concentraciones de catecolaminas muy

elevadas, pero en descenso), aunque después todos, salvo el 25%,

se vuelven normotensos. Es importante entrevistar a otros familia-

res y quizá recomendarles que informen a sus futuros anestesistas

de que pueden sufrir esta enfermedad familiar.

Hipofunción o aberración de la función del

sistema nervioso simpático (disautonomía)

Los trastornos del sistema nervioso simpático incluyen los sín-

dromes de Shy-Drager, Riley-Day y Lesch-Nyhan, la disautonomía

familiar de Gill, la disautonomía diabética y la disautonomía aso-

ciada a una sección medular.

Aunque los individuos pueden vivir bien sin médula supra-

rrenal, una deficiencia del sistema nervioso simpático periférico

que se produce en fases tardías de la vida plantea muchos proble-

mas en numerosos aspectos; a pesar de todo algunos autores han

recomendado una simpatectomía periooperatoria o sus equivalen-

te

s 64-70 .

Parece que una de las principales funciones del sistema

nervioso simpático es la regulación de la PA y el volumen de

líquido intravascular durante los cambios de la posición corporal.

Las características comunes de todos los síndromes de hipofunción

del sistema nervioso simpático son hipotensión ortostática y

reducción de la variabilidad entre los latidos en la frecuencia car-

díaca. Estos trastornos se pueden deber a una deficiencia de

volumen intravascular, a una mala función de los barorreceptores

(que se produce también en la enfermedad arterial carotídea)

71 ,

alteraciones de la función del SNC (como sucede en los síndromes

de Wernicke o de Shy-Drager), depósitos neuronales deficientes de

noradrenalina (como sucede en la hipotensión ortostática idiopá-

tic

a 72

y la diabetes) o liberación deficiente de noradrenalina (como

en los traumatismos medulares

) 73 .

Estos pacientes pueden tener un

incremento del número de receptores adrenérgicos disponibles

(una respuesta compensadora) y una respuesta exagerada ante los

fármacos simpaticomiméticos. Además de otras alteraciones, como

la retención de orina o heces o el intercambio de calor deficiente,

la hipofunción del sistema nervioso simpático se suele asociar a

amiloidosis renal. Por tanto, se debería valorar en el preoperatorio

el estado de los electrólitos y el volumen de líquido intravascular.

Como muchos de estos pacientes sufren alteraciones cardíacas, el

volumen intravascular de líquido se podría valorar de forma preo-

peratoria con un catéter de Swan-Ganz o intraoperatoria mediante

ecocardiografía transesofágica en lugar de medir la PVC.

Dado que el funcionamiento del sistema nervioso simpático

en estos pacientes no se puede predecir, nosotros en general

optamos por una inducción suave y lenta de la anestesia y tratamos

el exceso o la deficiencia simpática mediante la infusión, con un

ajuste cuidadoso, de fármacos que contraigan (fenilefrina) o dilaten

(nitroprusiato) de forma directa los vasos o que estimulen (iso-

proterenol) o depriman (esmolol) la frecuencia cardíaca. Nosotros

preferimos estos fármacos a los agonistas o antagonistas, que

pueden liberar de forma indirecta las catecolaminas. Se ha descrito

una mortalidad perioperatoria del 20% en 2.600 pacientes tras la

sección medular, lo que indica que son pacientes de difícil manejo,

que necesitan una atención especialmente estrecha.

Tras revisar a 300 pacientes con lesiones medulares, Ken-

drick y cols

. 74

llegaron a la conclusión de que el síndrome de hipe-

rreflexia autónoma no se desarrolla cuando la lesión se localiza por

debajo del dermatoma T7 medular. Cuando la lesión se localiza

por encima de este nivel (flujo esplácnico), el 60-70% de los pacien­

tes sufren una inestabildiad vascular extrema. El factor que desen­

cadena esta inestabilidad o un reflejo enmasa que implica hipertono

noradrenérgico y moto

r 75 ,

puede ser un estímulo cutáneo, propio-

ceptivo o visceral (es frecuente que lo inicie la vejiga llena). La

sensación entra en la médula espinal y produce un reflejo medular,

que en personas normales se inhibe desde regiones superiores. Los

Implicaciones anestésicas de las enfermedades concurrentes

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Sección III

Control de la anestesia

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