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aluminio, hierro, alimentos ricos en cereales, sucralfato o colestipol.

En pacientes con coma mixedematoso que necesitan una cirugía

de urgencia se puede administrar liotironina intravenosa (a pesar

del riesgo de precipitar una isquemia miocárdica), al tiempo que

inicia tratamiento de soporte para recuperar el volumen intravas-

cular normal, la temperatura corporal, la función cardíaca y respi-

ratoria y el equilibrio electrolítico.

El tratamiento de los pacientes hipotiroideos con coronario-

patía sintomática supone un problema especial y puede necesitar

compromisos en la práctica general de conseguir el eutiroidismo

preoperatorio con fármacos. Aunque se puede administrar levotiro-

xina y esmolol, puede resultar difícil conseguir que mejore la cardio-

patía isquémica y el hipotiroidismo. La necesidad de tratamiento

tiroideo se debe contraponer con el riesgo de agravar los síntomas

anginosos.Una revisión planteó considerar de forma precoz la revas-

cularización de la arteria coronari

a 85 .

Estos autores defendieron

iniciar el tratamiento de sustitución tiroidea en la UCI poco después

de la llegada del paciente desde el quirófano y la cirugía de revascu-

larización miocárdica. Sin embargo, se han descrito varias muertes

por arritmias e ICC y por shock cardiogénico con infarto cuando los

pacientes que no estaban recibiendo tratamiento tiroideo esperaban

a ser intervencidos. Por tanto, se debe plantear la urgencia real de la

revascularización coronaria en pacientes con enfermedad coronaria

grave e hipotiroidismo significativo.

En el hipotiroidismo los mecanismos de control respiratorio

no funcionan con normalidad. Sin embargo, la respuesta a la

hipoxia y la hipercapania y la eliminación de agua libre se norma-

lizan cuando se administra tratamiento de sustitución tiroideo. Se

ha descrito que el metabolismo de los fármacos es lento en algunos

casos y se prolonga el tiempo hasta el despertar de los sedantes en

el hipotiroidismo. Sin embargo, se han publicado pocos estudios

fiables y ninguno sobre la farmacocinética y farmacodinamia de

los sedantes o anestésicos. Estas preocupaciones desaparecen

cuando se normaliza la función tiroidea en el preoperatorio. La

enfermedad de Addison (que es una deficiencia relativa de esteroi-

des) es más frecuente en el hipotiroidismo y algunos endocrinólo-

gos tratan de forma habitual a los pacientes hipotiroideos no

yatrogénicos con dosis de estrés de esteroides en el período perioo-

peratorio, porque ambos procesos se suelen deber a respuestas

autoinmunitarias. El riesgo de que exista una deficiencia esteroidea

se debe plantear en pacientes que se vuelven hipotensos en el

perioperatorio. Los mecanismos de calentamiento corporal resul-

tan inadecuados en los pacientes hipotiroideos, de forma que la

temperatura se debe monitorizar y mantener, sobre todo en los

pacientes que se tienen que operar de urgencias. Dada la elevada

incidencia de miastenia grave en pacientes hipotiroideos, puede ser

aconsejable emplear un estimulador de nervios periféricos para

orientar la administración de relajantes musculares (v. cap. 19).

Nódulos y carcinomas tiroideos

Más del 90% de los nódulos tiroideos son benignos, pero identificar

un tumor maligno en un nódulo tiroideo solitario es una técnica

difícil e importante. Los varones y los pacientes con antecedentes

de radioterapia en cabeza y cuello tienen un riesgo más alto de que

sus nódulos sean malignos. Con frecuencia el diagnóstico se realiza

con punción aspiración y ecografía, pero en ocasiones se tiene que

extirpar la lesión. El carcinoma papilar supone más del 70% de

todos los carcinomas tiroideos. La resección simple de las metás-

tasis ganglionares parece igual de eficaz para la supervivencia del

paciente que la resección cervical radical. Los carcinomas folicula-

res suponen un 15% de los carcinomas tiroideos, son más agresivos

y su pronóstico es menos favorable.

El carcinoma medular, la variante más agresiva de carcinoma

tiroideo, se asocia a la aparición familiar de feocromocitoma y ade-

nomas de paratiroides. Por este motivo, se debe realizar la anamnesis

de los pacientes con una cicatriz quirúrgica en la región del tiroideo,

de forma que se descarte un posible feocromocitoma oculto.

Trastornos del metabolismo del calcio

Las tres sustancias que regulan las concentraciones séricas de

calcio, fósforo y magnesio (hormona paratiroidea [paratrina, PTH],

calcitonina o vitamina D) actúan sobre los huesos, riñones, intes-

tino y sus propios receptores (esto último ha permitido un impor-

tante avance en el tratamiento durante los últimos años). El calcio

excesivo en la sangre se puede deber a un tumor maligno o hiper-

paratiroidismo en más del 90% de los paciente

s 86 .

La PTH estimula

la reabsorción de hueso, inhibe la excreción renal de calcio y

aumenta la conversión a la vitamina D activa, tres hechos que

producen hipercalcemia. La calcitonina se puede considerar un

antagonista de la PTH. A través de sus metabolitos, la vitamina D

ayuda en la absorción de calcio, fosfato y magnesio a nivel intestinal

y facilita los efectos reabsortivos óseos de PTH. La secreción de

PTH se modula a través de un receptor que percibe el calcio en la

superficie celular de las células paratiroideas. El incremento del

calcio ionizado estimula este receptor, lo que reduce la secreción

de PTH. El reconocimiento de este efecto ha llevado a reevaluar el

tratamiento del hiperparatiroidismo, dado que la regulación al alza

de la sensibilidad de este receptor por un fármaco reduce las con-

centraciones de PTH y eleva el calcio en más del 60% de los pacien-

tes que tienen una hipercalcemia por esta caus

a 87 .

Hiperparatiroidismo e hipercalcemia

El hiperparatiroidismo primario se produce en el 0,1% de la pobla-

ción y suele aparecer en las décadas tercera a quinta de la vida,

siendo dos o tres veces más frecuente en las mujeres que en

los hombres. El hiperparatiroidismo primario se suele deber al

aumento de tamaño de una glándula aislada, que suele albergar un

adenoma o en muy pocas ocasiones un carcinoma. Casi siempre se

desarrolla una hipercalcemia.

El calcio es el principal componente mineral del organismo;

aporta la estructura para el esqueleto y realiza papeles fundamen-

tales en la transmisión neural, la transmisión de señales intracelu-

lares, la coagulación de la sangre y la función neuromuscular. Un

99% de los 1.000 g de calcio existentes en el cuerpo humano de

promedio se almacenan en el reservorio mineral óseo. La concen-

tración sérica total normal de calcio es 8,6-10,4mg/dl en la mayor

parte de los laboratorios. Un 50-60% se une a proteínas plasmáticas

o forma complejos con fosfato o citrato. Este valor depende de las

concentraciones de albúmina, de forma que cada 1 g/dl de reduc-

ción de la misma se asocia a una disminución de 0,8mg/dl. La

unión del calcio a la albúmina depende del pH; la unión se reduce

con pH ácido y aumenta con el pH alcalino. Se debe recordar que

el calcio que se reduce al hacerlo la albúmina es el sérico, no el

ionizado.Aunque la fracción con importancia clínica es la ionizada,

las dificultades técnicas y el coste de estabilizar los electrodos

empleados en su determinación han limitado la disponibilidad de

ensayos. A pesar de todo, la PTH y la vitamina D

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sirven para

mantener una concentración estable con oscilaciones de 0,1mg/dl

en cualquier individuo.

Muchos de los síntomas más destacados del hiperparatiroi-

dismo son consecuencia de la hipercalcemia asociada. Sea cual sea

la causa, la hipercalcemia puede producir una serie de síntomas,

entre los que destacan los que afectan a los sistemas renal, esque-

lético, neuromuscular y digestivo, como anorexia, vómitos, estreñi-

miento, poliuria, polidipsia, obnubilación, confusión, formación de

cálculos renales, pancreatitis, dolor óseo y trastornos psiquiátricos.

El calcio intracelular libre inicia o regula la contracción muscular,

Implicaciones anestésicas de las enfermedades concurrentes

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Sección III

Control de la anestesia

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