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El tratamiento perioperatorio de los pacientes con diabetes

insípida se basa en la intensidad de la deficiencia de ADH. El trata-

miento de un paciente con diabetes insípida completa y falta total de

ADH no suele suponer un problema grave siempre que se eviten los

efectos secundarios del fármaco y se conozca que existe este tras-

torno antes de la cirugía. Justo antes de la cirugía, el paciente debería

recibir la dosis habitual de DDAVP (acetato de desmopresina) intra-

nasales o una embolada intravenosa de 100 mU de vasopresina

acuosa, seguidos de una infusión constante de 100-200mU/h

2

. La

dosis se suele ajustar para permitir una poliuria diaria que evita el

síndrome de SIADH iatrogénico. Hemos observado que resulta útil

mantener este régimen de dosificación durante el período periope-

ratorio en todos los pacientes ambulantes que pueden tomar líquidos

orales en el postoperatorio. Todos los líquidos intravenosos adminis-

trados durante la intervención deberían ser isotónicos para reducir

el riesgo de depleción de agua e hipernatremia. La osmolalidad del

plasma se debería medir cada hora, tanto intraoperatoriamente

como nada más terminar la cirugía. Si la osmolalidad plasmática

aumenta muy por encima de 290mOsm/l, se pueden administrar

líquidos hipotónicos: la velocidad de la administración de vasopre-

sina intraoperatoria puede aumentarse por encima de 200mU/h.

En pacientes con una deficiencia parcial de ADH no es

preciso emplear vasopresina acuosa perioperatoria salvo que la

osmolalidad plasmática se incremente por encima de 290mOsm/l.

Los estímulos no osmóticos (p. ej., depleción de volumen) y el

estrés de la cirugía suelen determinar la liberación de grandes

cantidades de ADH perioperatoria. En consecuencia, estos pacien-

tes deben realizarse una monitorización frecuente de la osmolali-

dad plasmática durante este período.

Dados los efectos secundarios, la dosis de vasopresina se

debería limitar a la necesaria para controlar la diuresis. Las propie-

dades oxitóticas y constrictoras de la arteria coronaria de la vaso-

presina condicionan que esta limitación sea especialmente aplicable

en gestantes o enfermos coronarios.

Otro problema que se plantea a los anestesistas es la asisten­

cia de los pacientes que acuden a quirófano con un goteo de va-

sopresina por una hemorragia de unas varices esofágicas. Este

tratamiento es menos frecuente desde que se aplica láser sobre las

varices. Sin embargo, cuando se administra vasopresina, los efectos

vasoconstrictores de este compuesto sobre la vasculatura esplác-

nica se emplean para reducir el sangrado. Estos pacientes suelen

tener una depleción de volumen y pueden sufrir una coronariopa-

tía asociada. Dado que se ha demostrado que la vasopresina reduce

de forma notable la disponibilidad de oxígeno, principalmente

como consecuencia de la reducción del volumen sistólico y la fre-

cuencia cardíaca, puede resultar útil monitorizar el aporte tisular

de oxígeno. En los pacientes con antecedentes de angina de pecho

que recibieron una combinación de cimetidina y vasopresina por

varices esofágicas, se han descrito bradiarritmias y bloqueoAV. Este

efecto indica que la combinación de cimetidina y vasopresina

puede resultar perniciosa por los efectos inotrópicos negativos y

arritmogénicos de estos dos fármacos combinados.

Enfermedades que afectan

al aparato cardiovascular

Hipertensión

Es importante el análisis del tratamiento perioperatorio de la hiper-

tensión dada la prevalencia de este trastorno (30% de la población

general en EE.UU.), el aumento del riesgo durante la asistencia

perioperatoria de los pacientes hipertensos y el elevado coste de los

retrasos innecesarios en la cirugía (v. también cap. 24). Existe con-

troversia acerca de dos temas. ¿Se traduce un control inadecuado

de la hipertensión en complicaciones que se podrían haber preve-

nido con un buen control? ¿Qué grado de control de la PA se

necesita y durante cuánto tiempo? Es decir, ¿el control excesiva-

mente estricto sólo determina retrasos innecesarios de la cirugía

programada o, incluso peor, predispone al paciente a sufrir efectos

adversos exagerados por los fármacos o genera una mayor inesta-

bilidad hemodinámica que un control menos estricto?

Dada la controversia sobre la idoneidad del tratamiento

preoperatorio de la hipertensión, en ediciones previas de esta obra

se han revisado los artículos originales que alentaron esta discusión

de forma detallada.

Existen varias escuelas de pensamiento y las dos más anti-

guas fueron iniciadas por los estudios realizados por Prys-Roberts

y cols

. 102

en 1971 y Goldman y Calder

a 103

en 1979. Varios estudios

más se han citado también (Bedford y Feinstei

n 104 ,

Asiddao y

cols

. 105 ,

Stone y cols

. 106 ,

Flacke y cols

. 107 ,

Ghignone y cols

. 108 ,

Tuman

y cols

. 109 ,

Ellis y cols

. 110 ,

Mangano y cols

. 111

y Pasternack y cols

. 112 )

.

Weksler y cols

. 113

estudiaron 989 hipertensos en tratamiento

crónico sometidos a cirugía no cardíaca con una PA diastólica

entre 110 y 130 mmHg y sin antecedentes de IM, angina de pecho

grave o inestable, insuficiencia renal, hipertensión gestacional,

hipertrofia del ventrículo izquierdo, revascularización coronaria

previa, estenosis aórtica, arritmias preoperatorias, defectos de con-

ducción o ictu

s 113 .

En el grupo control se pospuso la cirugía y los

pacientes se ingresaron en el hospital para control de la PA y

los pacientes en estudio recibieron 10mg de nifedipino intranasal.

No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en

las complicaciones postoperatorias entre los dos grupos, sugiriendo

que este grupo de enfermos sin trastornos patológicos asociados a

nivel cardiovascular pueden someterse a la cirugía aunque la PA

esté alta el día de la intervención.

Sólo un estudio ha valorado de forma directa la relación

entre la enfermedad cardiovascular y la hipertensión sistólica preo-

peratoria aislada. En un estudio multicéntrico de pacientes some-

tidos a CRC, la existencia de una hipertensión sistólica aislada se

ha asociado a un incremento del 30% de la incidencia de compli-

caciones cardiovasculares perioperatorias en comparación con los

individuos normotensos, pero en ningún estudio se ha valorado la

importancia de la hipertensión sistólica aislada en la cirugía no

cardíac

a 114 .

Por desgracia, cada uno de estos estudios adolece de

deficiencias que impiden dar una respuesta definitiva a esta duda.

Recomendaciones

Aunque la PA sistólica preoperatoria es un predictor significativo

de la morbilidad postoperatoria, no existen datos para establecer

de forma definitiva si el tratamiento preoperatorio de la hiperten-

sión reduce el riesgo perioperatorio. Hasta que se realice un estudio

definitivo (que por desgracia será muy difícil de realizar), nosotros

recomendamos que el peso de la evidencia guíe el tratamiento

preoperatorio del paciente hipertenso. Este tratamiento se basaría

en tres ideas generales: 1) el paciente debe ser educado sobre la

importancia del tratamiento de la hipertensión, incluso de la sistó-

lica aislada, durante toda la vida; 2) las fluctuaciones hemodinámi-

cas perioperatorias son menos frecuentes en hipertensos tratados

(según demostraronPrys-Roberts y cols

. 102

y confirmaronGoldman

y Calder

a 103

y Mangano y cols

. 111 )

; y 3) las fluctuaciones hemodi-

námicas tienen cierta relación con la morbilidad. Los datos de

Pasternack y cols

. 112

y Weksler y cols

. 113

indican que sólo es nece-

saria una corrección rápida de la PA o la prevención del incremento

de la frecuencia cardíaca. Sin embargo, los datos derivados de ani-

males con deterioro de la función renal cuando se reduce de forma

aguda la PA acentúan los riesgos de estas reduccione

s 115 .

Aunque

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Control de la anestesia

III