Table of Contents Table of Contents
Previous Page  853 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 853 / 2894 Next Page
Page Background

aporta esta información. En esta prueba se añade T

3

marcado con

I al suero del paciente y se permite que alcance el equilibrio de

unión. Después se añade una resina que se liga al resto de la T

3

radiactiva. La captación por la resina es mayor si el paciente tiene

menos sitios de unión a TBG. En los pacientes normales, la capta-

ción de T

3

por la resina (cociente de unión de la hormona tiroidea)

es del 25-35%. Cuando la TBG sérica aumenta, este cociente de

unión de la hormona tiroidea disminuye (v.

tabla 25-8

). Cuando la

TBG sérica se reduce, como sucede en el síndrome nefrótico, en

trastornos que cursan con aumento de los glucocorticoides o en las

hepatopatías crónicas, el cociente de unión de la hormona tiroidea

aumenta.

La estimación de T

4

y T

3

libres se suelen emplear como

medidas de las concentraciones de estas hormonas en suero. Para

obtener esta estimación, se multiplica la concentración sérica total

de T

4

o T

3

por el cociente de unión de la hormona tiroidea medido.

Los valores de estos dos índices son normales cuando se produce

una alteración primaria de la unión, pero no cuando se altera la

secreción de la hormona tiroidea.

El hipertiroidismo se puede diagnosticar midiendo las con-

centraciones de TSH tras administrar TRH. Aunque la adminis-

tración de TRH suele incrementar las concentraciones de TSH en

la sangre, incluso un incremento pequeño de las concentraciones

de T

4

o T

3

en la sangre abole esta respuesta. Por tanto, una respuesta

de la TSH sérica frente a TRH por debajo de lo normal o ausente

se considera un indicador muy sensible de hipertiroidismo. En un

grupo de trastornos que cursan con hipertiroidismo, las concen-

traciones de TSH sérica están elevadas en presencia de un aumento

de las concentraciones de hormona tiroidea libre.

La determinación de la subunidad

a

de TSH ha resultado

útil para identificar a los infrecuentes pacientes que tienen una

neoplasia hipofisaria y que suelen tener aumentada la concentra-

ción de esta subunidad. Algunos pacientes son eutiroideos a nivel

clínico en presencia de una concentración alta de T

4

sérica total.

Algunos fármacos, como los pigmentos biliares, propranolol, glu-

cocorticoides y amiodarona, bloquean la conversión de T

4

a T

3

, de

forma que aumentan las concentraciones de T

4

. Las enfermedades

graves también retrasan esta conversión. Las concentraciones de

TSH suelen estar elevadas en situaciones en las que se reduce la

velocidad de conversión. En el hipertiroidismo, la función cardíaca

y la respuesta al estrés son anormales; la normalización de la

función cardíaca es paralela a la normalización de las concentra-

ciones de TSH.

Hipertiroidismo

Aunque el hipertiroidismo se suele deber a una hiperplasia difusa

multinodular en la enfermedad de Graves (también asociada a

trastornos cutáneos, oculares o ambos), también se puede asociar

al embarazo, la tiroiditis (asociado o no a dolor cervical), adenoma

tiroideo, coriocarcinoma o adenoma hipofisario secretor de TSH.

Un 5% de las mujeres tienen efectos tirotóxicos 3-6 meses tras

el parto y suelen recaer en embarazos posteriores. Las principa­

les manifestaciones del hipertiroidismo incluyen adelgazamiento,

diarrea, piel húmeda caliente, debilidad de los grandes grupos

musculares, alteraciones menstruales, osteopenia, nerviosismo,

intranquilidad, intolerancia al calor, taquicardia, arritmias cardía-

cas, prolapso de la válvula mitral e insuficiencia cardíaca. Cuando

el tiroides funciona mal, el sistema más amenazado es el aparato

cardiovascular. Cuando la diarrea es grave, se debería corregir la

deshidratación de forma preoperatoria. La anemia leve, la trombo-

citopenia, el aumento de la fosfatasa sérica alcalina, la hipercalce-

mia, la atrofia muscular y la pérdida de hueso son frecuentes en el

hipertiroidismo. La enfermedad muscular suele afectar a los grupos

musculares proximales y no se ha descrito que produzca parálisis

de músculos respiratorios. En la forma apática de hipertiroidismo

(más frecuente en pacientes mayores de 60 años), la clínica viene

dominada por los efectos cardíacos. Los signos y síntomas incluyen

adelgazamiento, anorexia y efectos cardíacos, como taquicardia,

irregularidad del ritmo, fibrilación auricular (en el 10%), insufi-

ciencia cardíaca y, en ocasiones, disfunción de los músculos

papilares.

Aunque el bloqueo de los receptores

b

-adrenérgicos puede

controlar la frecuencia cardíaca, su uso se asocia a riesgos en un

paciente que ya presenta una ICC. Sin embargo, la reducción de la

frecuencia cardíaca puede mejorar la función de bomba. Por tanto,

los pacientes hipertiroideos con una frecuencia ventricular rápida,

que se encuentran en ICC y que necesitan una cirugía de urgencia

deben recibir esmolol siguiendo los cambios en la presión de encla-

vamiento pulmonar y su situación. Si reducir la frecuencia cardíaca

con una dosis baja de esmolol (50

m

g/kg) no agrava la insuficiencia

cardíaca, nosotros administramos más esmolol. Consideramos que

debemos evitar imponer una cirugía en el paciente cuya función

tiroidea es anormal. Por eso, consideramos que sólo una cirugía de

urgencia «a vida o muerte» debe ser motivo para no hacer al

paciente eutiroideo antes de la misma con métodos farmacológi-

cos, un proceso que necesita 2-6 semanas. La valoración del hiper-

tiroidismo se analiza en el capítulo 24. Los fármacos antitiroideos

incluyen propiltiouracilo y metimazol, que reducen ambos la sín-

tesis de T

4

y pueden fomentar la remisión porque reducen las

concentraciones de anticuerpos frente al receptor de TSH (el meca-

nismo patogénico fundamental de la enfermedad de Graves). El

propiltiouracilo reduce también la conversión de T

4

en el más

potente T

3

. Sin embargo, la bibliografía indica una tendencia a la

preparación preoperatoria con propranolol y yoduros exclusiva-

ment

e 77 .

Este abordaje es más rápido (7-14 días frente a 2-6 se-

manas); reduce el tamaño de la glándula tiroidea, como el abor-

daje más tradicional; reduce la conversión de la prohormona T

4

en

la más potente T

3

; y trata los síntomas, pero puede no corregir las

alteraciones de la función ventricular izquierda. Sea cual sea el

abordaje, los antitiroideos se deberían administrar de forma crónica

y la mañana de la cirugía. Si es precisa una cirugía de urgencia antes

de conseguir una situación eutiroidea, si el hipertiroidismo sub-

clínico progresa sin tratamiento adecuado o si el hipertiroidismo

queda fuera de control durante la cirugía, la administración intra-

venosa de esmolol, 50-500

m

g/kg, se podría ajustar para recuperar

la frecuencia cardíaca normal (siempre que no exista una ICC) (v.

antes). Además, se debe recuperar el equilibrio electrolítico y el

volumen de líquido intravascular. Sin embargo, la administración

de propranolol o esmolol no previene de forma constante la «tor-

menta tiroidea».

Ningún estudio controlado ha demostrado ventajas clínicas

de ningún anestésico sobre los demás en pacientes quirúrgicos

hipertiroideos. Una revisión de los casos intervenidos en la Uni-

versidad de California, San Francisco, entre 1968 y 1982 demostró

que prácticamente se han empleado todos los fármacos y técnicas

anestésica

s 78

sin efectos adversos atribuibles ni de forma remota al

fármaco o la técnica. Además, aunque algunos investigadores han

recomendado evitar los fármacos anticolinérgicos (sobre todo

atropina) porque interfieren con el mecanismo de la sudoración y

producen taquicardia, la atropina se ha administrado como prueba

para valorar la idoneidad del tratamiento antitiroideo. Dado que

los pacientes se someten a intervenciones de forma exclusiva (o

casi) cuando están eutiroideos, el «robo» tradicional del paciente

hipertiroideo muy premedicado (que se encontraba con tanta

frecuencia en centros deficientes en yoduro próximos a las clínicas

Lahey, Mayo y Cleveland) ha desaparecido casi por completo.

Un paciente con un bocio grande y obstrucción de la vía

aérea se puede tratar igual que cualquier otro paciente con una vía

difícil. Los fármacos preoperatorios deberían evitar la sedación

excesiva y se debe colocar una vía aérea, a menudo con el paciente

Implicaciones anestésicas de las enfermedades concurrentes

853

25

Sección III

Control de la anestesia

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito