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Coma

Se sabe poco sobre las opciones anestésicas específicas y los cambios

perioperatorios que pueden modificar el pronóstico de un paciente

comatoso, pero como sucede en todos los procesos es obligado

conocer la causa del coma para evitar los fármacos que pudieran

empeorar sus procesos o que pueden no ser metabolizados por la

disfunción orgánica. En primer lugar se debería observar al paciente.

La aparición de bostezos, intentos de tragar o fruncimiento de los

labios indica un coma «ligero» en el que se conservan las funciones

del tronco del encéfalo. Si la conciencia está deprimida, pero la

respiración, la reactividad pupilar ante la luz y los movimientos

oculares son normales sin signos motores focales, es probable una

depresión de origen metabólico. Una alteración de las respuestas

pupilares indica hipoxia, hipotermia, enfermedades locales oculares

o intoxicación por fármacos, como alcaloides de la belladona, nar-

cóticos, benzodiacepinas o glutetimida; las respuestas pupilares se

pueden alterar también tras el uso de gotas oculares. Otras causas

metabólicas del coma son uremia, hipoglucemia, coma hepático,

ingesta de alcohol, hipofosfatemia, mixedema y coma no cetósico

hiperosmolar. Salvo en emergencias extremas, como una hemo-

rragia no controlada o la perforación de una víscera, se debe tratar

de conseguir un metabolismo normal en el paciente antes de la

cirugía. Esta costumbre y la recogida de los hallazgos en la historia

durante el preoperatorio reduce cualquier error sobre las causas de

los problemas intra y postoperatorios. Sin embargo, una corrección

demasiado rápida de la uremia o del coma no cetósico hiperosmolar

puede producir edema cerebral, con un desplazamiento de líquido

al encéfalo como consecuencia de un efecto osmótico inverso aso-

ciado al desequilibrio en la concentración de urea.

La exploración física preoperatoria puede resultar de extrema

utilidad para valorar el pronóstico. Los brazos flexionados a nivel

del codo (p. ej., postura de decorticación) implican una disfunción

hemisférica bilateral, con un tronco del encéfalo intacto, mientras

que la extensión de brazos y piernas (postura de descerebración

bilateral) indica una lesión bilateral de las estructuras altas del

tronco del encéfalo o de la profundidad del hemisferio. Se suelen

encontrar convulsiones en pacientes con uremia y otras encefalo-

patías metabólicas. La hiperreflexia y la dirección hacia arriba de

los dedos de los pies indica una lesión estructural del SNC o uremia,

hipoglucemia o coma hepático: la hiporreflexia con dedos de los

pies hacia abajo sin hemiplejia suele indicar que no existen lesiones

estructurales en el SNC.

Crisis epilépticas

Las crisis epilépticas se producen por descargas neuronales paroxís-

ticas de unas neuronas con una excitabilidad anormal. De un 6 a

un 10% de los pacientes menores de 70 años sufrirán una convul-

sión en algún momento de su vida. Entre un 50 a un 70% de los

pacientes con una convulsión nunca presentarán otra. Sin embargo,

un 70% de los pacientes con dos convulsiones tendrán un foco

epiléptico, serán candidatos a recibir anticonvulsivantes y pueden

sufrir convulsiones por la suspensión de estos fármacos durante la

anestesia si no se mantiene

n 279

. Convulsión es un término que alude

a una situación clínica caracterizada por la alteración paroxística de

la función neurológica en relación con una despolarización sin-

crónica rítmica de las neuronas corticales cerebrales. La epilepsia es

el trastorno que se manifiesta con convulsiones repetidas no provo-

cadas. En ocasiones se puede confundir un episodio sincopal con

una convulsión, sobre todo cuando la anamnesis se realiza en el

corto período de tiempo de la visita preoperatoria. Consideramos

que cada paciente que refiere una historia de síncope reciente no

diagnosticado o convulsiones debería ser valorado por un especia-

lista en el campo antes de realizar la anestesia, dado que ésta puede

provocar estos trastornos (v.más adelante

) 280

. Un 25% de los pacien-

tes con una convulsión tienen un electroencefalograma (EEG)

normal entre las crisis. Por tanto, un EEG negativo no indica que

un paciente con convulsiones no sufrirá una crisis por privación al

despertar de la anestesia. Las convulsiones pueden ser generalizadas

(originadas en estructuras profundas de la línea media del tronco

del encéfalo o el tálamo, en general sin aura o características focales

durante la convulsión), parcial motora focal o sensitiva (la descarga

inicial se origina en una zona focal unilateral del encéfalo y suele

venir precedida de un aura). Igual que sucede con los accidentes

cerebrales vasculares y el coma, es fundamental conocer el origen

para comprender los procesos fisiopatológicos de la enfermedad y

controlar la evolución intra y postoperatoria.

Las crisis epilépticas se pueden producir por el abandono de los

fármacos hipnóticos-sedantes o el alcohol, por el consumo de narcó-

ticos, por la uremia, por traumatismos, por neoplasias, por infeccio­

nes, por malformaciones congénitas, por lesiones intraparto, por el

consumo de drogas (p. ej., anfetaminas, cocaína), por hiper o hipocal-

cemia, por presencia de sangre en el ventrículo o hipoxia y por enfer-

medades o accidentes vasculares. Un 30% de las crisis epilépticas

carecen de causa conocida. La mayor parte de las convulsiones parcia-

les se deben a alteraciones cerebrales estructurales (secundarias a

tumores, traumatismos, ictus, infecciones u otras causas).

Un paciente epiléptico no necesita un tratamiento anestésico

especial, salvo el correspondiente a su trastorno de base. La mayor

parte de los autores consideran que los anticonvulsivantes se deben

administrar dentro del rango terapéutic

o 279-281

y mantenerse hasta

la mañana de la cirugía, incluso en gestantes; también se deben

administrar en el postoperatorio, incluso en madres que planean

dar de mamar, según las recomendaciones publicadas por la Ame-

rican Academy of Neurology. Muchos de los fármacos epilépticos,

como la fenitoína, la carbamacepina y el fenobarbiturato, modifi-

can el metabolismo hepático de muchos fármacos e inducen la

actividad enzimática de la citocromo P450. Las interacciones medi-

camentosas plantean muchos menos problemas con los fármacos

antiepilépticos más recientes, como gabapentina y topirimat

o 279 .

El

tratamiento adecuado del estado epiléptico puede incluir la anes-

tesia genera

l 281 .

En un ensayo controlado, el fenobarbital fue más

rápidamente eficaz para controlar el estado epiléptico que el dia-

cepam seguido de la fenitoín

a 281 .

La frecuencia de efectos secunda-

rios y la necesidad de intubación traqueal fueron parecidas con

ambos regímenes. Unas concentraciones altas de enflurano (sobre

todo con hiperventilación) se pueden asociar a datos en el EEG de

actividad epiléptica y movimientos tónico-clónicos. Sin embargo,

no parece que estas convulsiones se asocien a secuelas graves. No

parece que la anestesia con enflurano aumente la actividad convul-

siva en pacientes con antecedentes de trastornos convulsivos e

incluso suprime las convulsiones ocasionadas por el electrochoque,

por pentilenotetrazol, estricnina, picrotoxina o bemegrida. Por

tanto, salvo el mantenimiento del tratamiento farmacológico actual

y las precauciones necesarias para la enfermedad de base, no se

necesitan cambios en el tratamiento perioperatorio.

Enfermedades infecciosas del sistema

nervioso central, trastornos degenerativos

del sistema nervioso central y cefaleas

Muchos trastornos degenerativos del SNC se deben a enfermeda-

des por virus lentos en desarrollo o incluso a la existencia de ciertas

proteínas o partículas virales (priones). No parece que sean nece-

sarias consideraciones perioperatorias especiales en los trastornos

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Control de la anestesia

III