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médicas como quirúrgicos, los pacientes con puntaciones APACHE

(Acute Physiology and Chronic Health Evaluation) inferiores a

25mostraron un incremento de la mortalidad cuando eran tratados

según CAP, mientras que en los que presentaban puntuaciones supe-

riores a 31 sí se observaba un beneficio significativ

o 355 .

Indicaciones del catéter de arteria pulmonar

La más reciente de las recomendaciones sobre el uso de los CAP es

la guía de práctica clínica de la American Society of Anesthesiolo-

gists, publicada en 200

3 211

. El grupo de estudio consideraba que la

monitorización mediante CAP era apropiada o necesaria, o ambas,

en pacientes quirúrgicos seleccionados, sometidos a técnicas aso-

ciadas a un alto riesgo de complicaciones debidas a cambios hemo-

dinámicos (p. ej., cirugía cardíaca) o en aquéllos con enfermedades

cardiopulmonares graves que tendrían un riesgo aumentado de

sucesos perioperatorios adversos a causa de sus circunstancias

médicas preoperatorias. Además, deberían considerarse las caracte-

rísticas del contexto, la pericia y la experiencia de los médicos.

Se debe ajustar el uso del CAP al grado de riesgo que pre-

senta su uso para el paciente y al riesgo del propio procedimiento.

Un ejemplo sería un paciente con miocardiopatía isquémica

avanzada que requiere la amputación de una extremidad inferior

que podría realizarse con una técnica de anestesia regional, mien-

tras que un paciente con cardiopatía isquémica estable progra-

mado para una cirugía abdominal extensa por neoplasia, sí se

podría beneficiar de su uso en el perioperatorio. Además, se ha

de tener en cuenta el contexto clínico individualizado

211 .

Keats ha

denominado este factor «función del ambiente en el resultado de

la operación», en el que se comprenden todos los aspectos rele-

vantes y no medibles de cada contexto clínico, incluidas entre

otras las habilidades y la experiencia quirúrgica

s 356 .

Claramente,

todos los médicos y personal de enfermería que utilizan el CAP

deben tener el conocimiento y las habilidades necesarias para

usarlo de forma segura y con eficacia. Desgraciadamente, este es

un objetivo que aún no tiene una definición objetiva y que per-

manece sin alcanzarse en los actuales programas de educación

posgrad

o 266 .

Cuando se consideran las indicaciones para la monitorización

con CAP se deben tener en cuenta varios puntos importantes. En

primer lugar, el uso del catéter es diferente en las diferentes pobla-

ciones de pacientes. Por ejemplo, mientras que en período periope-

ratorio lo más relevante es un adecuado ajuste de la infusión de

líquidos o de fármacos inotrópicos, en la población de pacientes con

insuficiencia cardíaca puede ser más importante el ajuste fino de la

medicación oral o la combinación de fármacos. El uso del catéter

debe ser en el momento oportuno; es decir no debe intentar retrasar

su uso hasta que se haya producido ya una lesión irreversible y los

tratamientos sean inútiles. Los pacientes que llegan en estado de

shock se podrían beneficiar de la colocación inmediata de un CAP,

mientras que en otros podría estar indicada una vigilancia o «con-

ducta expectante». Además, no se debe colocar ningún catéter salvo

que se vayan a utilizar los datos. Por último, es de la máxima impor-

tancia la consideración de la pericia y experiencia clínica de los

profesionales que manipulan el catéter e interpretan los datos.

A partir del volumen de publicaciones de investigaciones y

estudios sobre el uso del CAP parece razonable extraer la conclusión

de que se debe limitar el uso del CAP, aunque no sería aconsejable

una moratoria sobre su uso. Debería reservarse el uso del CAP a

centros con pericia y experiencia significativas. Además, en general,

se debería utilizar el CAP para monitorizar y guiar los tratamientos

en pacientes en alto riesgo de inestabilidad hemodinámica, en los

considerados como más críticos según diversos criterios clínicos y

en los que están en shock, especialmente los mayores de 60 años.

También permanece aún una gran incertidumbre y contro-

versia sobre cómo utilizar el CAP. De entre las muchas medidas y

cálculos posibles que ofrece un CAP, existe poco consenso sobre

cuáles son los más significativos y útiles. Además, no se han estu-

diado de una forma sistemática ni validado muchos de los trata-

mientos basados en dichos hallazgos. Efectivamente, las variaciones

en los diseños del CAP han ido más allá de la simple medición de

la presión de enclavamiento con lo que el CAP se está convirtiendo

en realidad más en un monitor fisiológico que un monitor hemo-

dinámico. Por sí mismo, el CAP no tiene capacidad de beneficio y

únicamente un riesgo limitado Sin embargo, la posibilidad de com-

plicaciones debidas a los tratamientos basados en las determina-

ciones proporcionadas por el CAP es tremenda. Ésta es la dirección

que deberían tomar las investigaciones futuras.

Monitorización del gasto cardíaco

Además de su capacidad para monitorizar presiones, sin duda, la

característica más significativa del CAP es la capacidad para deter-

minar el gasto cardíaco por el método de termodilución. El gasto

cardíaco es el flujo sanguíneo total generado por el corazón, y en un

adulto normal en reposo varía 4,0-6,5l/min. La medida del gasto

cardíaco proporciona una valoración global de la circulación, y

cuando se combinan con otras medidas (frecuencia cardíaca, presión

arterial, PVC, PAP y PEAP) permiten el cálculo de relevantes varia-

bles circulatorias adicionales, como las resistencias vasculares sisté-

micas (RVS), las RVP y el trabajo sistólico ventricular

( tabla 30-7

).

Tres factores han dirigido los esfuerzos para medir el gasto

cardíaco en la práctica clínica. El primero es el reconocimiento de

que en muchos pacientes críticos, el bajo gasto cardíaco produce

una morbilidad y mortalidad significativa

s 357 .

El segundo, que la

valoración clínica del gasto cardíaco es con frecuencia imprecisa y,

en particular, muchos pacientes gravemente enfermos con un gasto

cardíaco muy disminuido tienen una presión arterial sistémica

norma

l 358 .

En tercer lugar, las técnicas más recientes para la deter-

minación del gasto cardíaco son menos invasivas que la monitori-

zación mediante CAP, de ahí que pudieran beneficiar a muchos

enfermos sin los riesgos inherentes a la monitorización invasiv

a 358– 360 .

Se han de considerar las ventajas y desventajas de cada método

para una adecuada aplicación clínica.

1080

Control de la anestesia

III

Tabla 30-7

 Valores hemodinámicos normales

Media

Intervalo

Gasto cardíaco (l/m)

5,0

4,0-6,5

Volumen sistólico (ml)

75

60-90

Resistencia vascular sistémica

  Unidades Wood

15

10-20

  Dinas·s/cm

5

1.200

800-1.600

Resistencia vascular pulmonar

  Unidades Wood

1

0,5-3

  Dinas·s/cm

5

80

40-180

Contenido arterial de oxígeno (ml/dl)

18

16-20

Contenido venoso mixto de oxígeno (ml/dl)

14

13-15

Saturación venosa mixta de oxígeno (%)

75

70-80

Diferencia arteriovenosa de oxígeno (ml/dl)

4

3-5

Consumo de oxígeno (ml/min)

225

200-250