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quienes la PAI supera la presión en el ventrículo izquierdo durante la

diástole, un paciente con insuficiencia mitral mantiene un equilibrio

adecuado de las presiones auricular y ventricular durante la diástole.

El problema de la insuficiencia mitral consiste en elegir la onda de

presión telediastólica pre-v adecuada para emplearla como estima-

ción de la presión telediastólica del ventrículo izquierdo. La PEAP

media sobreestimará la presión telediastólica del ventrículo izquierdo

en cualquier paciente cuya presión de enclavamiento muestre unas

ondas v sistólicas altas, incluidos aquéllos con defectos del tabique

interventricular e insuficiencia ventricular izquierd

a 287,290

.

Si se desarrolla taquicardia, la duración de la diástole se

acorta. Tanto en la válvula mitral como en el lecho vascular pul-

monar, se desarrollan gradientes de presión conforme disminuye,

progresivamente, la duración de la diástole durante la taquicar-

di

a 335,336 .

Como consecuencia, la PDAP sobreestima la PEAP media,

que a su vez sobreestima la presión telediastólica del ventrículo

izquierdo. Los pacientes con fibrilación auricular tendrán un equi-

librio más completo de la PDAP y la presión telediastólica del

ventrículo izquierdo durante los intervalos R-R más largos. Así

pues, estos latidos deberían elegirse como la mejor estimación de

la presión telediastólica y la precarga del ventrículo izquierdo.

Características adicionales de los catéteres

de arteria pulmonar

La popularidad de la monitorización mediante CAP está relacio-

nada en gran parte con el hecho de que dichos catéteres son multi-

función y proporcionan un amplio surtido de características

complementarias con aplicaciones terapéuticas y diagnósticas.

Además de las luces estándar, algunos catéteres tienen una luz adi-

cional que se utiliza habitualmente para perfusión venosa que se

abre a 20-30 cm del extremo del catéter. Otros catéteres presentan

modificaciones diseñadas específicamente para la monitorización

continua del gasto cardíaco, de la función del corazón derecho o de

la oximetría venosa mixta, de este modo expandiendo en gran

medida los tipos de información fisiológica disponible para los

médicos que atienden a pacientes críticos. Se dispone de CAP espe-

ciales que permiten el uso de un marcapasos endocárdico temporal

o un registro intracardíaco del ECG y puede incluso tener combi-

naciones de electrodos que permiten el uso de marcapasos bipolares

endocárdicos ventriculares, auriculares o auriculoventriculare

s 337

.

Otros modelos poseen una luz especial que se abre en el ventrículo

derecho, a través del cual se puede introducir un cable bipolar para

la función de marcapasos ventricular endocárdico o tienen unas

luces especiales auricular y ventricular que acogen a dos cables

separados para permitir el marcapasos secuencial bicamera

l 338

.

Controversias sobre los catéteres

de arteria pulmonar y el pronóstico

La cateterización de la arteria pulmonar ha suscitado más contro-

versias que cualquier otra práctica de monitorización cardiovascular

ampliamente adoptada, pues se trata de una técnica cara e invasiva

muy empleada, sin que se haya demostrado aún de forma rigurosa

que mejore el pronóstico de los pacientes. La controversia sobre el

CAP ha sido en parte fomentada por editoriales sólidamente argu-

mentados, escritos por médicos relevantes que debatían si debería

suspenderse el uso del CAP a la espera de mejores pruebas científi-

cas sobre la eficacia de esta práctica de monitorizació

n 339–341 .

Aunque

controversias similares rodean el uso de otras técnicas de monitori-

zación clínica de alta tecnología adoptadas muy a menudo, como la

monitorización electrónica fetal, los médicos que utilizan CAP han

de tener en cuenta las continuas incertidumbres que rodean a la

monitorización con CAP y estar plenamente informados sobre la

evidencia que debe orientar la selección de los enfermo

s 342,343 .

En 2003, la American Society of Anesthesiologists publicó

unas recomendaciones prácticas actualizadas para la cateterización

arterial pulmonar que proporcionaron una revisión actualizada y

exhaustiva de la evidencia científica de la eficacia clínica de la

monitorización mediante CA

P 211 .

Fueron sorprendentes los hallaz-

gos inconsistentes de los numerosos estudios de la literatura, con

evidencia que apoyaba y rebatía los beneficios de esta técnic

a 213,301,344– 346 .

Un gran número de los artículos publicados sobre el uso de los

CAP están plagados por problemas de diseño del estudio (ausencia

de aleatorización, muestras de pequeño tamaño), falta de estanda-

rización y heterogeneidad de los pacientes y de los ámbitos clínicos

en los que se realizan (pacientes médicos frente a quirúrgicos,

pacientes de cirugía cardíaca frente a pacientes con insuficiencia

cardíaca congestiva). Además, incluso dentro del mismo contexto

clínico existe poco consenso sobre qué parámetros hemodinámi-

cos de los obtenidos con el CAP son los más relevantes y tampoco

existe acuerdo en cuáles son las intervenciones terapéuticas apro-

piadas en respuesta a unos determinados hallazgos.

Quizá el más provocador de todos estos estudios sobre el

pronóstico y el CAP sea el publicado en 1996, en el que Connors y

cols. analizaron la asociación entre el uso de CAP durante las pri-

meras 24 horas del ingreso en cuidados intensivos y la supervivencia

posterio

r 347

. Este estudio prospectivo de cohortes reunió a 5.735 pa­

cientes en cinco hospitales docentes como parte de un estudio

más grande de 9.000 enfermo

s 348,349 .

La entrada en el estudio reque-

ría una tasa de mortalidad prevista en 6meses superior al 50%. Se

consideraba que los enfermos sometidos a monitorización mediante

CAP estaban más enfermos según cada determinación, pero los

autores utilizaron análisis de pares de casos y aplicaron una puntua-

ción de propensión para ajustar estas covariables médicas de con-

fusión. Los pacientes monitorizados mediante CAP presentaron una

mayor mortalidad, una estancia hospitalaria más larga y unos costes

mayores. Además, ningún subgrupo de pacientes pareció benefi-

ciarse de la monitorización mediante CAP. La publicación de dicho

estudio se acompañó de un editorial sólidamente argumentado, que

proponía una moratoria en el uso del CAP o la puesta en marcha

de un ensayo controlado y aleatorizado para definir su eficaci

a 339

.

En los años siguientes, se ha dedicado una gran cantidad de

trabajo y de energía a intentar determinar si con el uso de los CAP

se está ayudando o perjudicando a los pacientes. Afortunadamente,

se han publicado un gran número de grandes estudios, aleatoriza-

dos, con adecuado poder estadístico relacionados específicamente

con este aspecto. En tres ensayos en los que se incluía a un total de

3.468 pacientes no se observó ningún efecto sobre la mortalidad o

la duración de la estancia en la unidad de cuidados intensivos, a

pesar de una mayor incidencia de efectos adverso

s 213,350,351

. Tales

complicaciones eran en su mayoría infecciones o «complicaciones

relacionadas con la inserción». Dichos estudios incluían pacientes

médicos y quirúrgicos, pacientes ancianos y de alto riesgo, y pacien-

tes con insuficiencia cardíaca grave. Dos metaanálisis de 11 y 13 es­

tudios controlados aleatorizados publicados sobre el uso del CAP

confirmaron tales observacione

s 352,353

.

Algunos investigadores han podido demostrar un beneficio

del uso del CAP en determinadas poblaciones, un hecho que puede

ayudar a guiar su uso y la investigación en el futuro. Una revisión

de 53.312 pacientes del National Trauma Data Bank mostró que no

existía un beneficio sobre la mortalidad en los pacientes tratados

con CAP cuando se consideraban como un único grupo. Sin

embargo, los pacientes con una puntuación del índice de gravedad

de la lesión

(injury severity scale score)

mayor de 25, los pacientes

que habían llegado al hospital en shock grave o en los de más de

60 años de edad, se produjo una significativa disminución de la mor-

talida

d 354

. En un grupo que incluía tanto pacientes con enfermedades

Monitorización cardiovascular

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Sección III

Control de la anestesia

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