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comparten aspectos técnicos comunes, como la ganancia, la profun-

didad y los controles del Doppler. Sin embargo, las diferencias en los

aspectos técnicos entre los fabricantes, e incluso entre los distintos

modelos de un mismo fabricante, son suficientemente notables para

impedir la formulación de unas instrucciones de funcionamiento

universales. Por suerte, en el manual de funcionamiento suministrado

con cada ecógrafo se describen las instrucciones detalladas para cada

modelo. Como alternativa, los ecógrafos cardíacos suelen constituir

una fuente de aprendizaje excelente para manejar estos aparatos.

Exploración transesofágica básica

Antes de realizar una ETE, el especialista debe sopesar los beneficios

y los riesgos de esta prueba. Salvo en presencia de una enfermedad o

lesión esofágica, el riesgo es bastante bajo. Entre las contraindicacio-

nes absolutas se encuentran la esofagectomía previa, la obstrucción

esofágica grave, la perforación esofágica y la hemorragia esofágica

activa. Las contraindicaciones relativas son los divertículos, las varices

y las fístulas esofágicas, la cirugía esofágica previa y los antecedentes

de cirugía gástrica o de irradiación mediastínica, dificultades de

deglución inexplicadas y otros trastornos que podrían agravarse por

la colocación y la manipulación de la sonda de ETE.

En algunos estudios, la ETE se ha asociado a una incidencia

baja de lesiones de boca y faringe (0,1-0,3%), pero en otros la inci-

dencia de molestias digestivas postoperatorias no difería mucho de

las observadas en pacientes comparables que no se habían sometido

a dicha prueb

a 19,20

. Los estudios no controlados han descrito una

incidencia del 0,1-12% de ronquera transitoria después de la ETE.

Se han descrito lesiones faríngeas y esofágicas graves tras la ejecución

de esta técnica, si bien son rara

s 21

. Dos casos clínicos indican la posibilidad de lesión esplénica asociada a la ETE

22,23

. De los 10.218 pa­

cientes (estudio multicéntrico europeo) sometidos a ETE (sobre

todo ambulatoria), se produjo un caso de perforación esofágica con

fallecimiento posterior; la autopsia puso de manifiesto un tumor

maligno que invadía el esófag

o 24

. La bacteriemia durante la ETE es

poco común, pero se han descrito casos de endocarditis en pacientes

ambulatorio

s 25,26

. No se conocen casos de endocarditis secundaria a

ETE intraoperatoria, y el riesgo probablemente se aproxima a cero,

ya que suele administrarse una profilaxis antibiótica a fin de evitar

infecciones de la herida quirúrgica. El índice de complicaciones de

la ETE en los lactantes es bajo, pero incluso una sonda del tamaño

apropiado puede obstruir las vías respiratorias distales al tubo endo-

traqueal o incluso comprimir la aorta descendent

e 27 .

Una vez anestesiado el paciente y asegurada la via aérea con

un tubo endotraqueal, se aspira el contenido gástrico. Un masaje

suave del cuadrante superior izquierdo del abdomen durante la

aspiración puede facilitar la extracción del aire, ya que de otro

modo éste podría degradar la imagen. A continuación, se extiende

el cuello del paciente y se introduce una sonda de ETE bien lubri-

cada en la línea media de la hipofaringe, con la cara del transductor

dirigida hacia delante. Lo normal es que la sonda pase a ciegas por

el esófago sin tener que forzar, en especial si el cuello se halla

extendido. Si el paso a ciegas plantease problemas, se usaría un

laringoscopio para elevar la laringe en sentido anterior, y la sonda

se colocaría en el esófago también en sentido anterior, bajo visión

directa. Durante la introducción o la retirada del transductor, los

controles del gastroscopio deben estar en la posición neutra o

relajada para permitir que siga la trayectoria natural del esófago,

con lo que potencialmente se minimiza el riesgo de lesiones.

Debido a las limitaciones de tiempo y a los objetivos diagnósti-

cos relativamente reducidos, los anestesiólogos realizan a menudo una

Ecocardiografía transesofágica

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Sección III

Control de la anestesia

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito

Figura 31-13

Aliasing

en un Doppler color «normal». En este ecocardiograma se

observa

aliasing

de un Doppler color «normal», ya que el flujo laminar de sangre

a través de la válvula mitral y hacia el ventrículo izquierdo supera el límite

Nyquist (en este ejemplo 68cm/s; véase el icono de referencia cromática en el

margen superior derecho de la figura), y causan una inversión de la codificación

cromática de la dirección del flujo. Obsérvese que esta inversión del color se

produce a través de áreas regulares bastante amplias, y no al azar, o punto por

punto, como sucede en el flujo turbulento (siempre anormal). En este ejemplo,

siga el flujo azul desde la zona alta de la aurícula izquierda a medida que acelera

hacia el interior del orificio mitral, y obsérvese cómo el Doppler color delinea las

velocidades crecientes del flujo: el color azul se torna cada vez más claro, hasta

que se alcanza el límite Nyquist. Entonces tiene lugar la inversión cromática, y el

azul claro se convierte en amarillo. Justo en el punto de inversión, la velocidad

iguala al límite Nyquist, que en este ejemplo es de 68cm/s. En dicho límite, o en

múltiplos del mismo, pueden producirse inversiones posteriores. AD, aurícula

derecha; VD, ventrículo derecho.

(Reproducida con autorización de Cahalan MK:

Intraoperative Transesophageal Echocardiography. An Interactive Text and Atlas.

Nueva York, Churchill Livingstone, 1997.)

Figura 31-14

Aliasing

de Doppler color que describe un flujo turbulento. En

este ecocardiograma, el Doppler color pone de manifiesto el

aliasing

ocasionado por una insuficiencia mitral grave: chorro de color sistólico de

base amplia que emana desde la válvula mitral y se extiende a distancia hacia

el interior de la aurícula izquierda (AI). Este chorro se compone de un

mosaico de colores mezclados, punto por punto, de forma en apariencia

aleatoria, pues se debe al flujo turbulento de la insuficiencia mitral. La

turbulencia nunca es normal en el corazón y, por tanto, los jets en mosaico,

como el mostrado aquí, constituyen signos de gran valor diagnóstico de un

trastorno subyacente. TSVI, tracto de salida (infundíbulo) del ventrículo

izquierdo; VI, ventrículo izquierdo.

(Reproducida con autorización de Cahalan

MK:

Intraoperative Transesophageal Echocardiography. An Interactive Text

and Atlas.

Nueva York, Churchill Livingstone, 1997.)