Table of Contents Table of Contents
Previous Page  1260 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 1260 / 2894 Next Page
Page Background

pueden muchas veces determinarse antes de la cirugí

a 118 .

Estos

avances han reducido el papel de los registros intraoperatorios de

la zona epileptógena mediante el uso de la electrocorticografí

a 119 .

La monitorización neurológica durante este tipo de resección se

realiza utilizando dos técnicas diferentes. En la primera, la actividad del

foco epiléptico puede ser registrada mediante electrocorticografía. En

la segunda, las áreas cerebrales elocuentes próximas al foco epileptó-

genopueden sermonitorizadas durante una craneotomía en el paciente

despierto como se ha descrito en la sección anterior. La electrocortico-

grafía se realiza colocando una rejilla omanta de electrodos subdurales

sobre la superficie del cerebro expuesta y se registra la actividad eléc-

trica espontánea. La electrocorticografía está restringida por varias

limitaciones. El tiempo de realización de este tipo de registros se limita

a unos pocos minutos; los registros se limitan a descargas interictales,

que pueden no estar en correlación con el foco epileptógeno; y los

registros necesitan obtenerse a partir de un cerebro que está bajo

los efectos de agentes anestésicos generales, los cuales alteran el EEG.

Para que las condiciones durante el registro sean buenas es

necesario aligerar el nivel de anestesia (p. ej., mediante el uso de

una técnica estricta con nitroso-narcóticos o concentraciones bajas

de anestésicos volátiles). Las técnicas provocativas, como la hiper-

ventilación o la administración de una dosis baja de metohexital,

pueden ser útiles para activar el foco epiléptico. El mapeo epilep-

tógeno intraoperatorio requiere la participación de un electroen-

cefalografista experto que esté familiarizado con esta técnica.

Localización del área de corteza motora

La monitorización electrofisiológica del sistema somatosensitivo

en pacientes anestesiados puede proporcionar una guía anatómica

simple para localizar la cisura rolándica, que separa la corteza

sensitiva primaria parietal de la corteza motora primaria frontal.

La cisura se localiza mediante el registro de los PESS a partir de

una tira de electrodos subdurales que se coloca perpendicular a la

presunta ubicación de la cisura. La ubicación exacta de la cisura se

caracteriza por una inversión de la polaridad de la respuesta pri-

maria cortical entre los electrodos intercalados en la cisura, como

se ilustra en el ejemplo clínico de la

figura 36-13 .

Cirugía de fosa posterior (monitorizaciones:

PEATE, monitorización de nervios

craneales, PESS, PEM)

Además del cerebelo, la fosa posterior contiene dentro del espacio

reducido del tronco encefálico muchas estructuras neuronales cru-

ciales, que incluyen las vías ascendentes y descendentes sensitivo-

motoras, los núcleos de los nervios craneales, los núcleos

cardiorrespiratorios, el sistema reticular activador y los circuitos

nerviosos que subyacen en los reflejos protectores, como el parpa-

deo, la deglución, el reflejo nauseoso y el tusígeno. La cirugía de

fosa posterior no se realiza a la ligera, e incluso pequeñas lesiones

pueden dejar déficits neurológicos importantes.Aunque algunas de

estas estructuras nerviosas, como la vía sensitiva o auditiva, pueden

ser monitorizadas de forma consistente, a menudo la integridad de

otras estructuras nerviosas sólo se infiere a través del bienestar

de estructuras vecinas que son accesibles a la monitorización.

Descompresión microvascular de los nervios

craneales V, VII y IX

La descompresión microvascular se realiza con mayor frecuencia en

la neuralgia del trigémino (nervio craneal V) en pacientes que pre-

sentan un grado de riesgo médico aceptable para someterse a una

craneotomía de fosa posterior. Más raro, aunque también se hace, es

utilizar el mismo abordaje para el tratamiento del hemiespasmo facial

o el compromiso neurovascular de otros nervios craneales bajos. La

cirugía conlleva la disección a lo largo de la porción intracraneal

del nervio, la identificación de los vasos sanguíneos responsables del

daño que comprimen el nervio y la colocación de una almohadilla

aislante de teflón entre el vaso y el nervio. El riesgo de esta cirugía es

que puede provocar daño isquémico a las arterias perforantes que se

desprenden de las arterias responsables,y daño a los nervios craneales

relacionado con la retracción cerebelosa. Los nervios facial y esta-

toacústico presentan un riesgo especial de lesión inducida por estira-

miento causada por la retracción medial del cerebelo. El estiramiento

inducido por la retracción provoca una prolongación de la latencia

interpico entre los picos de las ondas I yV del PEATE que finalmente

conduce a una pérdida completa de todas las ondas a partir de la

onda I

( fig. 36-14

). El fracaso a la hora de liberar la retracción en el

momento adecuado provoca una pérdida de audición posquirúrgica.

Este tipo de monitorización aumenta las posibilidades de preservar

la audición después de una descompresión microvascula

r 120-124

.

Neurinoma del nervio vestibular (schwannoma)

Los neurinomas del nervio vestibular son los tumores más frecuentes

que se localizan en el ángulo pontocerebeloso.Debido al origen común

del componente coclear del VIII nervio craneal y de la trayectoria

prácticamente idéntica del nervio facial, la pérdida de audición y la

parálisis del nervio facial sonmotivo de preocupación durante la resec-

ción quirúrgica de estos tumores. El tamaño y la función auditiva

preoperatoria son los mejores factores predictivos de audición posto-

peratori

a 125 .

Para tumores de hasta 2-3cm de diámetro, la monitoriza-

ción de los PEATE puede aumentar las posibilidades de preservar la

audició

n 126

. Además de los PEATE, el nervio facial se monitoriza

mediante EMG espontáneo y estimulado. Los ensayos prospectivos

han mostrado que hay un porcentaje mayor de pacientes con un

nervio facial funcional 1 año después de la cirugía si se utilizó la

monitorización del nervio facial como se ha descrito más arriba. Las

descargas tónicas advierten de un daño inminente producido por

estiramiento o por calor

(bovie).

La sección brusca del nervio facial

puede no mostrar ninguna descarga y el bloqueo neuromuscular

puede eliminar la capacidad de monitorización. Si el curso del nervio

es desplazado por el tumor, el cirujano puede trazar su curso con un

estimulador manual y una retroalimentación auditiva en tiempo real.

Otras neoplasias de fosa posterior

La monitorización para cirugías sobre otras neoplasias localizadas

en el tronco del encéfalo se individualiza normalmente para cada

caso particular o para el abordaje quirúrgico concreto. El EMG se

puede registrar no sólo desde el territorio del nervio facial, sino

también desde la lengua para monitorizar el nervio hipogloso, y

desde la glotis a través de electrodos insertados dentro de un tubo

endotraqueal especial para monitorizar el nervio vago. Este tipo de

instalación se puede usar para hacer un mapa funcional del suelo

del cuarto ventrículo, en el caso de que esté distorsionado por un

tumo

r 127 .

Esta monitorización puede ser insuficiente para preser­

var reflejos vitales porque sólo se monitoriza la rama eferente de

estos reflejos mediante el registro EMG del músculo inervado.

La monitorización neurológica para la isquemia de tronco

encefálico, aunque se practica en algunos centros, no está bien docu-

mentada o respaldada por estudios clínicos. El bienestar global del

tronco encefálico puede monitorizarse mediante la combinación de

múltiples modalidades de potenciales evocados, como PEATE, PESS

y PEM. Cada modalidad monitoriza una función, cuya integridad hay

que considerar importante por sí misma para el pronóstico funcional

de un paciente concreto. Como se ilustra en la

figura 36-15 ,

la sección

transversal monitorizada mediante la combinación de todas estas

modalidades sigue dejando fuera áreas cruciales. Dado que la perfu-

sión se produce a través de los vasos perforantes, es fácil ver que la

monitorización puede indicar que todo está bien, o, lo que es más

probable, que una intervención terapéutica ha sido útil para restaurar

la función cuando clínicamente el paciente sigue todavía con un déficit

1260

Control de la anestesia

III