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y los escalofrío

s 157 .

Por tanto, es necesario inducir por vía farmaco-

lógica la tolerancia a la hipotermia. El mejor método identificado

hasta el momento es la combinación de buspirona y meperidina,

fármacos que reducen de forma sinérgica el umbral para los esca-

lofríos hasta aproximadamente 34 °C sin provocar sedación exce-

sivanitoxicidadrespiratori

a 158

.Lacombinacióndedexmedetomidina

y meperidina también puede ser útil, si bien su interacción es sólo

aditiva en este cas

o 80 .

Por el contrario, el uso del ondansetró

n 159 ,

el

doxapra

m 160

y el sulfato de magnesi

o 161

reducen sólo ligeramente

el umbral de escalofríos en el hombre. Aunque inicialmente se

describió su eficaci

a 162 ,

ninguno de los grupos, ni el calentamiento

de la cara, reducen el umbral de escalofríos en cantidades clínica-

mente importante

s 163 .

Hipotermia intraoperatoria

intensa intencionada

Se puede inducir hipotermia intensa intencionadamente para pro-

teger contra la isquemia tisular, sobre todo en cirugía cardíaca y en

ocasiones durante la neurocirugía. Los fármacos como los barbitú-

ricos y los anestésicos volátiles proporcionan mucha menos pro-

tección, incluso, que una hipotermia moderad

a 84 .

Ya que muchos

órganos compensan mal la hipotermia, temperaturas tan bajas

como las inducidas de forma intencionada suelen ser mortales

cuando se alcanzan de manera involuntaria. La hipotermia inten-

cionada es segura sólo porque los anestesiólogos comprenden y

tratan los cambios fisiológicos producidos por temperaturas cen-

trales 10-15 °C por debajo de lo normal.

Aunque se ha utilizado la hipotermia profunda (es decir,

28 °C) para facilitar la circulación extracorpórea durante décadas,

pruebas recientes sugieren que es inútil o simplemente perjudicial.

Por ejemplo, la hipotermia puede asociarse con disfunción ventri-

cular prolongad

a 164

y no disminuye la alteración cognitiva después

de la CEC

165 .

Por tanto, la cirugía cardíaca se realiza cada vez más

a temperaturas «tibias» (es decir, 33 °C) o en normotermia. Cada

vez es más evidente que los resultados obtenidos tras la CEC, con

o sin bomba, mejoran si se mantiene un estado de normotermia o

casi normotermi

a 166,167 .

La hipotermia profunda (es decir, 18 °C)

sigue siendo un procedimiento de rutina en los casos de parada

circulatoria intencionad

a 141 .

Función orgánica

La hipotermia reduce la tasa metabólica corporal total en un 8%/°C

hasta aproximadamente la mitad de la tasa normal a 28 °

C 168 .

La

demanda corporal total de oxígeno disminuye y el consumo de

oxígeno se reduce de forma especial en los tejidos que tienen tasas

metabólicas más altas de las normales, como el cerebro. En conse-

cuencia, la oxigenación cerebral mejora con la hipotermi

a 169 .

Las

bajas tasas metabólicas permiten que continúe el metabolismo

aeróbico durante períodos de compromiso del suministro de

oxígeno; la producción de desechos tóxicos se reduce en propor-

ción a la tasa metabólica.Aunque una disminución de la tasa meta-

bólica sin duda contribuye a la protección observada contra la

isquemia tisular, hay otras acciones específicas de la hipotermia

(incluidas la «estabilización de la membrana» y la menor liberación

de metabolitos tóxicos y aminoácidos excitadores) que pueden ser

más relevante

s 85 .

El flujo sanguíneo cerebral también disminuye en propor-

ción a la tasa metabólica durante la hipotermia debido a un

aumento autorregulado de la resistencia cerebrovascula

r 85 .

La dife-

rencia arteriovenosa de PO

2

permanece por tanto constante y la

concentración venosa de lactato no aumenta. La función cerebral

se mantiene bien hasta que la temperatura central alcanza cerca de

33 °C, pero la conciencia se pierde por debajo de los 28 °C. Los

reflejos primitivos, como las náuseas, la contracción pupilar y los

reflejos medulares monosinápticos, permanecen intactos hasta

aproximadamente los 25 °C. La conducción nerviosa disminuye,

pero el tono muscular periférico aumenta y a temperaturas próxi-

mas a 26 °C aparecen rigidez y mioclono. Los potenciales evocados

somatosensoriales y auditivos son dependientes de la temperatura,

pero no se modifican de modo significativo a temperaturas centra-

les de 33 °C o mayores.

La hipotermia produce en el corazón disminución de la

frecuencia cardíaca, aumento de la contractilidad y mantenimiento

del volumen de eyecció

n 170 .

El gasto cardíaco y la presión arterial

disminuyen. Por debajo de los 28 °C de temperatura el marcapasos

senoauricular se vuelve errático y la excitabilidad ventricular

aumenta. La fibrilación suele aparecer entre los 25 y los 30 °C y la

desfibrilación eléctrica es generalmente ineficaz a estas temperatu-

ras. Dado que el flujo sanguíneo arterial coronario disminuye en

proporción al trabajo cardíaco, la hipotermia en sí misma no

produce isquemia miocárdica. Sin embargo, incluso una hipoter-

mia moderada reduce el daño tisular en respuesta a la isquemia

cardíaca experimenta

l 98 .

La hipotermia reduce el flujo sanguíneo a los riñones al

incrementar la resistencia vascular renal. La inhibición de la absor-

ción tubular mantiene el volumen urinario normal. Al disminuir

la temperatura, la reabsorción de sodio y potasio se inhibe de forma

progresiva y se produce una «diuresis fría» mediada por la hormona

antidiurética. A pesar de la mayor excreción de estos iones, la con-

centración plasmática de electrólitos suele permanecer normal. La

función renal se normaliza cuando se recalienta al paciente. La

fuerza respiratoria está disminuida a temperaturas centrales

menores a 33 °C, pero la respuesta ventilatoria al CO

2

se afecta de

forma mínima. El flujo sanguíneo hepático y su función también

disminuyen, lo que inhibe de forma significativa el metabolismo

de algunos fármacos.

Cambios acidobásicos

El pH del agua neutra ([OH

] = [H

+

]) aumenta 0,017 unidades por

cada 1 °C de reducción de la temperatur

a 171 ;

el pH de la sangre en

un sistema cerrado (p. ej., arteria o tubo de ensayo) cambia de

manera similar (v. cap. 39). Los animales de sangre fría permiten

que el pH varíe con la temperatura corporal como lo haría in vitro

(es decir, la sangre se alcaliniza cuando la temperatura disminuye)

mientras que los homeotermos, que reducen la temperatura cor-

poral durante la hibernación, mantienen un pH arterial cercano a

7,4, un proceso que se conoce como control del pH-estato. La

interpretación del pH arterial en seres humanos hipotérmicos es

difícil porque no está claro cuál es la estrategia óptim

a 172 .

Para imitar los mecanismos compensadores usados por los

homeotermos en hibernación, el pH sanguíneo (que se mide con

electrodos a 37 °C) se ha «corregido» tradicionalmente a la tempe-

ratura corporal real del paciente. Sin corrección, la disponibilidad

de oxígeno tisular disminuye porque la afinidad de la hemoglobina

por el oxígeno aumenta aproximadamente un 1,7%/°C. Este efecto

es pequeño cuando se compara con el incremento del 5,7%/°C en

la afinidad de la oxihemoglobina producido por la propia hipoter-

mia. Por fortuna, estos aumentos combinados en la afinidad se

contrarrestan con la reducción del 8%/°C en la tasa metabólica

causada por la hipotermia. Por tanto, la hipoxia tisular es poco

probable, con o sin corrección, y no se ha demostrado de forma

experimental.

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Control de la anestesia

III