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suficientemente altas como para alterar el rendimiento del personal

de quirófano y reducir su vigilancia.

El método más sencillo para reducir la pérdida cutánea de

calor es aplicar aislamiento pasivo a la superficie cutánea. Los

aislantes fácilmente disponibles en la mayoría de los quirófanos

son mantas de algodón, paños quirúrgicos, láminas de plástico y

compuestos reflectores («mantas espaciales»). Una única capa de

cada uno de ellos reduce la pérdida de calor aproximadamente un

30%, sin diferencias clínicas significativas entre los tipos de aisla-

miento. La reducción de la pérdida de calor es similar en todos los

aislantes pasivos de uso habitual, porque el aislamiento lo propor-

ciona en su mayor parte la capa de aire inmóvil atrapada bajo la

cubierta. Por consiguiente, añadir más capas de aislante reduce

sólo ligeramente la pérdida de calor. Por ejemplo, una manta de

algodón reduce la pérdida de calor un 30%, mientras que tres

mantas de algodón la reducen sólo un 50%. Además, el calenta-

miento de las mantas de algodón proporciona un beneficio escaso

y de poca duració

n 146 .

Estos datos indican que la simple adición de

más capas de aislante pasivo o el calentamiento del aislante antes

de su aplicación serán, por lo general, insuficientes en pacientes

que desarrollen hipotermia mientras están cubiertos con una sola

capa de aislante.

La pérdida cutánea de calor es aproximadamente proporcio-

nal a la superficie corporal tota

l 147

. (La creencia popular de que

gran parte del calor metabólico se pierde por la cabeza es falsa en

adultos. Esta pérdida puede ser sustancial en pequeños lactante

s 148 ,

pero es mayor, sobre todo, porque la cabeza representa una gran

parte de la superficie corporal total.) Por tanto, la cantidad de piel

cubierta es más relevante que aislar determinadas partes del cuerpo.

No tiene sentido, por ejemplo, cubrir la cabeza y dejar los brazos

expuestos; los brazos tienen más superficie que la cabeza y produ-

cirían mayor pérdida de calor.

El simple aislamiento pasivo pocas veces es suficiente para

mantener la normotermia en pacientes sometidos a grandes inter-

venciones; en estos casos se requiere calentamiento activo. Dado

que el 90% del calor metabólico se pierde a través de la superficie

de la piel, sólo el calentamiento cutáneo transferirá suficiente calor

para evitar la hipotermia. Por consiguiente, para un uso intraope-

ratorio, el agua circulante y el aire forzado son los dos sistemas

principales que deben considerarse.

Varios estudios han descrito de manera sistemática que los

colchones de agua circulante son casi ineficace

s 149 .

Se supone que

son incapaces de mantener la normotermia porque se pierde poco

calor desde la espalda hacia los 5 cm de espuma aislante que recu-

bren la mayoría de las mesas de quirófano. Además, la combina-

ción de calor y disminución de la perfusión local (producida por

la reducción del flujo sanguíneo capilar debida al peso del paciente)

incrementa la tendencia a la necrosis por presión/calor («quema-

duras»). Tal lesión tisular puede ocurrir incluso cuando la tempe-

ratura del agua no sobrepase los 40 °

C 150 .

El agua circulante es más

eficaz (y más segura) cuando se coloca

sobre

los pacientes que

bajo

ellos y, en esa posición, puede eliminar casi por completo la pérdida

metabólica de calor. La producción metabólica de calor aumentará

la temperatura corporal media aproximadamente 1 °C/h cuando

se elimine la pérdida de calor. Las prendas con agua circulante

recientemente diseñadas transfieren grandes cantidades de calor

al aumentar la superficie calentada o al usar materiales que facili-

tan la conducció

n 151,152 .

El sistema perianestésico de calentamiento más habitual es

el aire forzado. Los mejores sistemas de aire forzado eliminan por

completo la pérdida de calor de la superficie cutáne

a 123 .

El aire

forzado suele mantener la normotermia incluso durante las inter-

venciones más extensa

s 56

y es mejor que los colchones de agua

circulant

e 153 .

Asimismo, es notablemente más seguro; son escasas

las lesiones descritas con el uso correcto.

Inducción de hipotermia terapéutica

moderada

Los datos que apoyan la aplicación de la hipotermia terapéutica en

otras indicaciones aparte de la parada cardíaca y el neonato con

asfixia son escasos, a pesar de lo cual esta técnica se utiliza ocasional-

mente durante la neurocirugía o el infarto de miocardio agudo. Nor-

malmente se buscan temperaturas centrales de 32-34°C y se piensa

que es importante alcanzar con rapidez la temperatura buscada.

El enfriamiento pasivo es demasiado lento para la inducción

de la hipotermia terapéutica. La inmersión en agua fría es el método

no invasivo más rápido para enfriar activamente a los pacientes, si

bien es difícil de conseguir en las condiciones clínicas y supone un

riesgo sustancial de seguridad eléctrica. La administración de líqui-

dos intravenosos refrigerados también es eficaz y reduce la tempera-

tura corporal en 0,5°C/

l 154

, pero su uso no es posible en los pacientes

neuroquirúrgicos, en los que se deben restringir los líquidos.

El enfriamiento por aire forzado es fácil de realizar, pero

relativamente lento; se necesitan aproximadamente 2,5 horas para

enfriar a los pacientes neuroquirúrgicos hasta 33 °

C 134 .

Es poco

probable que los colchones de agua circulante convencionales sean

eficaces, debido a la relativamente escasa superficie cutánea en

contacto con el colchón y a que el propio peso corporal del paciente

reduce la convección sanguínea de calor a la espalda. Los nuevos

sistemas de agua circulante incluyen cubiertas a modo de prenda

o las «almohadillas para intercambio de energía», que cubren

mucha más superficie cutánea y transfieren grandes cantidades de

calor, por lo que son bastante eficace

s 155 .

La mejor forma de inducir una hipotermia terapéutica

rápida tal vez sea la refrigeración endovascular. Estos sistemas con-

sisten en un catéter intercambiador de calor, habitualmente inser-

tado en la vena cava inferior a través de la vena femoral, y un

servocontrolador. Pueden reducir las temperaturas centrales a

ritmos cercanos a 4 °C/h

( fig. 38-18 ) 156 .

La inducción de hipotermia terapéutica durante la cirugía es

relativamente fácil, porque los anestésicos alteran profundamente

las respuestas termorreguladoras. Por el contrario, los pacientes no

anestesiados (incluso aquellos que han sufrido un ictus) defienden

vigorosamente la temperatura central mediante la vasoconstricción

Regulación y monitorización de la temperatura

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Sección III

Control de la anestesia

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Figura 38-18

 Temperaturas esofágicas (T

esof

) intraoperatorias medias (±DE)

durante los períodos de enfriamiento, mantenimiento de la temperatura y

recalentamiento en ocho pacientes neuroquirúrgicos que fueron enfriados

con catéteres endovasculares intercambiadores de calor en la vena cava. El

tiempo cero identifica el comienzo de cada período de tratamiento térmico;

la duración de estos períodos difiere en pacientes individuales, según la

duración de la cirugía y otros factores. Se muestran las líneas de regresión en

los períodos de enfriamiento y recalentamiento.

(De Doufas AG, Akça O,

Barry A y cols.: Initial experience with a novel heat-exchanging catheter in

neurosurgical patients.

Anesth Analg

95:1752-1756, 2002.)