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aparecer a través de la luz de la aguja. Si no lo hiciese, la aguja se

va rotando a incrementos de 90 grados, hasta que salga LCR. Si no

aparece LCR en ninguno de los cuadrantes, la aguja se introduce

unos pocos milímetros y se vuelven a comprobar los cuatro cua-

drantes. Si todavía sigue sin aparecer LCR y la aguja está a una

profundidad conveniente para el enfermo, hay que retirar la aguja

junto con el introductor y volver a repetir los pasos de la inserción,

teniendo en cuenta que la causa más común de ausencia de retorno

de LCR es que la aguja se ha insertado alejada de la línea media.

Otro error frecuente que impide la colocación subaracnoidea es

una inclinación cefálica excesiva al insertar la aguja.

Una vez que el LCR fluye libremente, el dorso de la mano no

dominante del anestesiólogo inmoviliza la aguja intradural contra

la espalda del enfermo mientras se acopla la jeringa que contiene

la dosis terapéutica. De nuevo se aspira LCR hacia el interior de la

jeringa y se inyecta la dosis de anestésico a un ritmo aproximado

de 0,2ml/s. Una vez completada la inyección, se aspiran 0,2ml de

LCR en la jeringa y se vuelven a inyectar en el espacio subaracnoi-

deo para volver a confirmar su localización correcta y aclarar la

aguja del resto de anestésico local. A continuación, se colocan el

paciente y la mesa quirúrgica en la posición apropiada para el

procedimiento quirúrgico, y según los fármacos elegidos.

El acceso por la línea media es la técnica de primera elección,

ya que sólo se requiere una proyección anatómica en dos planos

( fig. 41-12 )

, además de proporcionar un plano relativamente avas-

cular. Cuando se encuentran dificultades para insertar la aguja a

través de esta vía, una opción consiste en emplear la vía paramedial,

que no requiere el mismo grado de colaboración por parte del

enfermo ni la inversión de la lordosis lumbar para que la técnica

tenga éxito.

La vía de acceso paramedial explota la «diana subaracnoi-

dea» más amplia que existe si la aguja se inserta ligeramente a un

lado de la línea media (v.

fig. 41-12 )

. El error más común al utilizar

esta técnica es que la entrada de la aguja se sitúa demasiado alejada

de la línea media, con lo que las láminas vertebrales actúan de

barreras para la aguja. En esta vía, los dedos que realizan la palpa-

ción identifican de nuevo el extremo caudal de la apófisis espinosa

superior, y se realiza un habón cutáneo 1 cm por fuera y 1 cm

caudal a dicho punto. Para infiltrar los tejidos más profundos en

un plano cefálico y medial se usa una aguja más larga (p. ej.,

3,5-5 cm). Acto seguido se insertan el introductor intradural y la

aguja, con una inclinación de 10-15 grados respecto al plano sagital

en dirección cefálica y medial (v.

fig. 41-12

). Al igual que en la vía

de abordaje medial, el error más común reside en angular en exceso

la aguja en dirección cefálica al insertarla. No obstante, si la aguja

contacta con hueso, se redirige hacia una dirección un poco más

cefálica. Si vuelve a tocarse hueso, pero a mayor profundidad, se

aumenta la inclinación cefálica, ya que puede que la aguja esté

subida sobre la lámina. Lo mismo que en la vía de abordaje medial,

es posible percibir la sensación característica de los ligamentos y

de la duramadre, si bien la inclinación de la aguja requiere una

mayor profundidad de inserción. Una vez que se obtiene un flujo

libre de LCR, el bloqueo se realiza de la misma forma que la des-

crita para la vía de acceso medial.

Una variante de la vía de acceso paramedial es la vía de

abordaje lumbosacra, descrita por Taylo

r 66

. Esta técnica se realiza

en el interespacio L5-S1, el espacio interlaminar más grande de la

columna vertebral. Se inserta una aguja de 12,5 cm en dirección

cefálica y medial a través de un habón cutáneo situado 1 cm medial

y 1 cm caudal de la prominencia más baja de la espina ilíaca pos-

terosuperior. Si se choca con hueso en la primera inserción de la

aguja, ésta se desliza sobre el sacro hacia el espacio subaracnoideo.

Una vez alcanzada la salida de LCR, los pasos son similares a los

descritos con anterioridad

( fig. 41-13

).

Anestesias raquídea, epidural y caudal

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Sección III

Control de la anestesia

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Figura 41-11

 Introducción de una aguja raquídea.

A,

Los dedos que realizan la palpación «ruedan» de un lado a otro y en dirección cefalocaudal para

identificar el espacio interespinoso.

B,

Durante la inserción de la aguja, ésta debería estabilizarse a modo de trípode mientras se sujeta con la mano, como si

fuese a lanzarse un dardo.