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bloqueo presináptico importante y potencian la acción de los

relajantes musculares no despolarizante

s 40

. También puede des­

encadenar una debilidad muscular grave en pacientes con sín-

drome de Eaton-Lambert o miastenia gravis, o pacientes

previamente tratados con dosis bajas de un fármaco defascicu-

lante

40 .

El magnesio prolonga el efecto de los bloqueantes neu­

romusculares despolarizantes (p. ej., succinilcolina), y si se

administra antes que ellos, previene la liberación de potasio

causada por estos fármacos (v. cap. 19).

En el sistema cardiovascular, el magnesio provoca una

vasodilatación por efecto directo sobre los vasos sanguíneos y

porque interfiere con muchas sustancias vasoconstrictoras,

además de reducir el tono vascular periférico mediante el bloqueo

simpático y la inhibición de la liberación de catecolamina

s 40 .

En

el corazón aislado, las altas concentraciones extracelulares del ión

de magnesio deprimen rápidamente la contractilidad; se han

demostrado disminuciones en la funcionalidad miocárdica tras

bolos intravenosos de 2,5mg de sulfato de magnesio y depresión

severa cuando se asocian magnesio y diltiazem. En el corazón

aislado el magnesio provoca bradicardia, pero en el sujeto sano,

este efecto se contrarresta con la inhibición de la liberación de

acetilcolina, con lo que en realidad se aprecia una moderada

taquicardia. El magnesio se utiliza para el tratamiento de diversas

arritmias, incluidas las ventriculares, las torsades de pointes, las

asociadas a la administración de adrenalina y de digital, y también

algunas secundarias a hipopotasemia, alcoholismo e infarto de

miocardio, pudiendo también ser parcialmente protector en las

arritmias por bupivacaína.

Los efectos depresores del magnesio sobre el aparato respi­

ratorio se limitan al bloqueo neuromuscular que producen, ya que

no hay efecto sobre el centro respiratorio. Por otro lado es un

potente broncodilatador y se ha utilizado con éxito en casos de

asma aguda grave, aunque hasta la fecha no se ha demostrado

ningún beneficio en el asma crónica.

En la práctica obstétrica, el magnesio a dosis suprafisiológi-

cas es un potente tocolítico que se ha utilizado durante años en

casos de parto prematuro, además de servir como preventivo de

crisis comiciales en pacientes con preeclampsia, parece que

mediante un efecto inhibidor de la actividad encefalográfica pico,

según se desprende de estudios en animales (v.

cap. 59)

. En este

contexto, las dosis terapéuticas de magnesio se sitúan entre los 5 y

7mg/dl, ya que si se superan dosis de 15 a 20mg/dl, puede haber

una depresión respiratoria profunda. Por último, a nivel renal el

magnesio es un agente vasodilatador y diurético.

Los síntomas y cambios electrocardiográficos asociados a

la hipermagnesemia dependen del nivel de concentración plas-

mática. Entre los 5 y 10mg/dl se deprime la conducción cardíaca,

se ensancha el complejo QRS, se prolonga el intervalo P-Q y

aparecen las náuseas; entre los 20 y 34mg/dl, aparece la sedación,

hipoventilación, atenuación de los reflejos musculares profundos

y debilidad muscular; entre los 24 y 48mg/dl surge la hipoten-

sión, bradicardia y vasodilatación generalizada; y entre los 48 y

72mg/dl, se pueden observar ya arreflexia, coma y parálisis res-

piratoria. Por este motivo, se debe hacer una estrecha vigilancia

clínica en cualquier paciente en tratamiento con magnesio para

descartar una intoxicación.

Para la eliminación del magnesio se precisa una sobrecarga

hídrica seguida de o concomitantemente con un aumento de la

diuresis, aunque su tratamiento definitivo puede precisar de una

diálisis. Para contrarrestar temporalmente los efectos de la hiper-

calcemia, se puede utilizar un tratamiento con calcio. Además, dado

que esta situación potenciaría los efectos de los relajantes muscu­

lares despolarizantes y no despolarizantes, se deberían ajustar muy

bien sus dosis al tiempo que se hace una valoración adecuada del

grado de bloqueo neuromuscular.

Dado que los efectos deletéreos del déficit de magnesio son

bien conocidos, la mayoría de unidades de cuidados intensivos

monitorizan sus niveles regularmente. En las unidades coronarias

se ha visto que la administración de sulfato de magnesio puede

reducir la incidencia y severidad de las arritmias postinfarto. Son

muchas las publicaciones que describen el efecto broncodilatador

del magnesio y su eficacia en el tratamiento del asma. Además,

puede disminuir la incidencia de las arritmias mediadas por sus-

tancias adrenérgicas sin interferir con el efecto broncodilatador de

los

b

-agonistas y contribuyendo a la relajación del músculo liso

bronquia

l 40 .

El magnesio tiene importantes efectos farmacológicos, su

vía de eliminación es renal, por lo que se debe ajustar la dosis

a la función renal del paciente cuando se usa con intención

terapéutica. Debe recordarse sobretodo como un fármaco car-

diovascular con propiedades antagonistas del calcio y antiadre­

nérgicas que se pueden acompañar de un mínimo efecto

depresor miocárdic

o 40

.

Fisiología del fosfato

El fosfato es el ión intracelular más abundante y es esencial para

la estructura, la energía y el transporte celular. En concreto, el

fosfato es necesario para producir ATP, ARN, ADN y 2,3-difos-

foglicerato, que facilita la liberación de oxígeno por la hemo-

globina. Diariamente se ingiere aproximadamente 1 g de fósforo,

lo cual suele ser excesivo respecto a las necesidades metabólicas.

De ello, un 70% (700 g) se absorbe primariamente en el intestino

delgado y el resto (300 g), se elimina por las heces. La absorción

se favorece por la 1,25-dihidroxivitamina D

3

(vitamina D) y la

hormona paratiroidea. El intestino segrega fosfato a la luz intes-

tinal y después lo reabsorbe, a no ser que se atrape por el calcio

o los antiácidos o se pierda por la diarrea o el drenaje de fístulas

u ostomías. En condiciones normales, la absorción del fosfato se

realiza sin apenas regulación por difusión paracelular. Si las

cantidades de fosfato intraluminales son bajas, se pone en

marcha un sistema de absorción activo sodio-dependient

e 41 .

Cuando la ingesta de fosfato es normal, su absorción es esencial-

mente un proceso no regulado. Cationes como el calcio, magne-

sio y aluminio reducen la absorción del fosfato al formar

complejos en la luz intestinal, lo cual es útil en situaciones de

insuficiencia renal para limitar la cantidad de fosfato absorbido.

Los riñones son el principal órgano regulador de la eliminación

del exceso de fosfato, eliminando diariamente una cantidad neta

de unos 700mg tras filtrar unos 6 g y reabsorber unos 5,3 g, lo

cual es prácticamente equivalente a la cantidad que se absorbe

a nivel intestinal.

Como se ha mencionado, el fosfato acumula y libera

energía a través de los enlaces de fosfato de alta energía y forma

parte de la estructura de proteínas, lípidos y del hueso (hidroxia-

patita). El hueso es el reservorio principal de fosfato y calcio del

organismo, de manera que cuando se precisa un extra de calcio,

se destruye hueso para liberarlo junto grandes cantidades de

fosfato. Este equilibrio se controla por los sistemas que se han

expuesto previamente.

Diversos factores como la ingestión de glucosa o fructosa,

la alcalosis, el nivel de insulina, estímulos

b

-adrenérgicos y el

anabolismo, favorecen su captación intracelular. El fosfato se

encuentra tanto en forma orgánica como inorgánica, siendo la

primera la más abundante en el interior celular. El plasma con-

tiene fosfatos lipídicos, ésteres orgánicos de fosfato y fosfato

inorgánico como la forma bivalente (HPO

4

2−

) y la monovalente

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Control de la anestesia

III