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una ausencia de respuesta celular a la entrada de sodio. Así, tanto

los niveles de potasio demasiado altos como los bajos pueden pro-

ducir trastornos potencialmente letales en los tejidos excitadores,

especialmente el cardíaco.

Son muchos los mecanismos que regulan el mantenimiento

del gradiente transmembrana de potasio, pero el más importante

es el de la enzima transcelular Na

+

/K

+

ATPasa. Los agonistas

b

-adrenérgicos aumentan esta actividad enzimática al unirse a los

receptores de superficie, y así asocian el transporte de potasio y

el sistema nervioso simpático. La insulina provoca un aumento

de entrada de sodio en la célula a través de un antitransportador

Na

+

/H

+

que disminuye el nivel intracelular de protones. Para

mantener la neutralidad eléctrica, cualquier aumento de sodio

debe eliminarse intercambiándose por potasio, provocando un

descenso en la concentración extracelular del mismo. Los estados

de shock alteran la actividad Na

+

/K

+

ATPasa al provocar un

cambio a metabolismo anaeróbico, pues limitan la cantidad de

adenosina trifosfato (ATP) disponible para el transporte iónic

o 27 .

El trasporte de potasio también se ve afectado por el pH, ya que

el organismo utiliza el potasio del interior celular para intercam-

biarlo por iones hidrógeno en los estados de acidosis, provocando

hiperpotasemia.

Las necesidades diarias de potasio varían en función de la

edad, de manera que un feto a término necesita 2 a 3mEq/kg/dí

a 28 ,

mientras que un adulto precisa 1 a 1,5mEq/kg/día (

v. caps. 72 y 74 ).

Además estas necesidades también dependen del nivel metabólico

(2,0mEq/100 kcal) y aumentan mucho en el crecimiento celular

que sigue al inicio de nutrición en estados previos de inanición.

Niveles demasiado altos o excesivamente bajos de potasio pueden

poner en riesgo la vida.

Hipopotasemia

La hipopotasemia (

<

3,5mEq/l) puede ser consecuencia de una

deficiencia absoluta o de una redistribución en el espacio intra-

celular. Una reducción de 1mEq/l en el potasio del suero supone

una pérdida neta de 100 a 200 mEq de potasio en un adulto

normal. Cuando el déficit se sitúa en el rango de 2 a 2,5mEq/l,

suele provocar debilidad muscular, arritmias y alteraciones elec-

trocardiográficas como el descenso del segmento ST, depresión

de la onda T o elevación de la onda U; sin embargo estos cambios

electrocardiográficos no se correlacionan con la severidad del

déficit. Las arritmias cardíacas sí son más predecibles y suelen

ser del tipo fibrilación auricular y contracciones ventriculares

prematuras.

Entre las cuatro principales causas de hipopotasemia

tenemos el descenso en la ingesta, las pérdidas gastrointestinales

y las renales (p. ej., por exceso de mineralocorticoides o diuréti-

cos), y los intercambios de potasio del espacio extra al intracelular

(p. ej., debido la administración de insulina). Estos cambios

pueden aparecer en la alcalosis aguda, el tratamiento con insulina,

en la descarga de catecolaminas producidas por estrés y en la

parálisis periódica hipopotasémica. El estrés de una intervención

quirúrgica puede reducir la concentración sérica de potasio en

0,5mEq/l, al igual que la administración exógena de catecolami-

nas como el isoproterenol, la terbutalina, la adrenalina o la

ritodrina

29,30 .

En la práctica clínica esto puede ocurrir en pacientes

embarazadas en tratamiento tocolítico, en los pacientes respirato-

rios con tratamiento

b

-adrenérgico o en aquellos pacientes graves

que precisen de tratamiento farmacológico para el soporte hemo-

dinámico (v.

caps. 59 y 82 ).

No hay estudios que demuestren un aumento de morbi-

mortalidad en pacientes sometidos a anestesia cuyo nivel de potasio

sea de al menos 2,6mEq/l. Sin embargo diversos estudios han

encontrado que en muchos casos la habitual práctica anestésica de

administrar suplementos de cloruro potásico es ineficaz, ya que la

mayoría del potasio se elimina por vía renal a pesar de que haya

una hipopotasemia mantenid

a 31,32

. Si se necesita tratamiento perio-

peratorio, se debe utilizar el cloruro potásico. Dado que el ritmo de

administración de potasio se debe ajustar al de distribución por el

espacio extracelular antes de entrar en el interior de la célula, éste

se suele limitar a unos 0,5mEq/kg/h. El ritmo de administración

habitual es de 10 a 20mEq/h para un adulto normal, con una

monitorización electrocardiográfica continu

a 33,34

. Todo anestesista

debe saber que la reposición más segura de potasio se consigue con

una monitorización electrocardiográfica continua junto con la

medición del nivel de potasio y la administración mediante bomba

de infusión

( tabla 44-8 )

.

Hiperpotasemia

La hiperpotasemia (

>

5,5mEq/l) puede ocurrir como consecuencia

de diversas enfermedades, en respuesta a fármacos que disminuyen

la eliminación renal de potasio (

tabla 44-9 )

, o por salidas bruscas

del potasio intracelular hacia el espacio extracelular. Durante la

anestesia, la reperfusión de una gran cantidad de lecho vascular tras

estados de isquemia (generalmente de más de cuatro horas) puede

provocar una hiperpotasemia potencialmente letal. Esto ocurre

porque la isquemia produce una importante acidosis en la zona

afectada que provoca la salida de potasio intracelular, el cual pasa

a la circulación general con la reperfusión sin que el organismo sea

capaz de redistribuirlo con la suficiente rapidez. Cualquier tras-

torno o fármaco que provoque la inhibición de la glándula supra-

rrenal o el descenso en los niveles de aldosterona, puede producir

una retención de potasio. Además se debe siempre hacer el diag­

nóstico diferencial con la hiperpotasemia facticia (p. ej., espuria)

resultante de la lisis del componente celular de la sangre.

La hiperpotasemia puede ser aguda o crónica, siendo la

primera de ellas mucho peor tolerada. La hiperpotasemia aguda

puede aparecer en diversas circunstancias y suele ser peor tolerada

1476

Control de la anestesia

III

Tabla 44-8

 Principales causas de hipopotasemia

Mecanismo

Síndromes clínicos

Aporte insuficiente

Anorexia nerviosa, inanición, alcoholismo,

exceso de mineral o corticoides

(hiperaldosteronismo primario y

secundario)

Exceso de pérdidas renales

Síndrome de Bartter; diuresis (diuréticos

osmóticos, alcalosis metabólica

crónica); antibióticos aniónicos

impermeables (carbenicilina, penicilina,

nafcilina o ticarcilina); acidosis tubular

renal; hipomagnesemia; leucemia

mielomonocítica

Pérdidas gastrointestinales

Vómitos; diarrea, especialmente las

secretoras; adenoma velloso

Paso de líquido del espacio

extracelular al intracelular

con alteración del equilibrio

interno del potasio

Agonistas

b

2

, alcalosis aguda, parálisis

periódica hipopotasémica, tratamiento

con insulina, tratamiento con vitamina

B

12

, intoxicación por litio

Adaptada de Andreoli TE: Disorders of fluid volume, electrolyte, and acid-base

balance.

En

Wyngaarden JB, Smith LH Jr (eds):

Cecil Textbook of Medicine,

17th ed.

Philadelphia, WB Saunders, 1985, p 532.