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Anestesia para la cirugía torácica

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito

Los pacientes sometidos a una lobectomía en manguito

requieren un aislamiento pulmonar con un TDL contralateral o

un tubo endobronquial (es decir, el uso de un TDL derecho en

caso de lobectomía en manguito izquierda). Se puede utilizar la

ventilación a chorro de alta frecuencia para las resecciones cer-

canas a la carina traqueal. En las lobectomías en manguito que

conllevan un trasplante de vasos, es necesario heparinizar al

paciente. En estos casos, los catéteres epidurales torácicos no

deberían manipularse durante 24 horas después de la adminis-

tración de heparina. Durante la arterioplastia pulmonar, puede

producirse una hemorragia incontrolable. Por este motivo, debe-

rían utilizarse catéteres intravenosos de gran calibre. Los pacien-

tes sometidos a una lobectomía en manguito suelen extubarse

en el quirófano antes de trasladarles a la unidad de cuidados

postanestésicos. La supervivencia a medio y largo plazo es mejor

tras la lobectomía en manguito comparada con la neumonecto-

mía derecha para estadios comparables de cáncer del lóbulo

superior derech

o 169

.

Neumonectomía

La resección completa del pulmón es necesaria cuando la lobecto-

mía o sus modificaciones no es adecuada para resecar la enferme-

dad local y/o las metástasis en los nódulos linfáticos ipsilaterales.

Después de una neumonectomía se producen atelectasias y neu-

monías, al igual que tras la lobectomía, pero pueden ser menos

problemáticas por sí mismas, debido a la ausencia de disfunción

del parénquima residual en el lado operado. Sin embargo, la mor-

talidad tras la neumonectomía supera a la de la lobectomía debido

a las complicaciones cardíacas y la lesión pulmonar aguda post­

operatorias. La mortalidad quirúrgica global para los primeros

30 días tras la neumonectomía oscila del 5 al 13%. La mortalidad

se correlaciona inversamente con el volumen quirúrgic

o 170 .

La toracotomía para la neumonectomía suele realizarse

mediante una incisión posterolateral estándar. La pleura mediastí-

nica se incide y la arteria pulmonar, las venas pulmonares superior

e inferior, así como el bronquio principal se evalúan para determi-

nar su resecabilidad. Después de grapar todos los vasos, se hace lo

propio con el bronquio y todo el pulmón se extrae del tórax. En

ese momento suele realizarse una prueba de fuga de aire, y se

completa la reconstrucción del muñón bronquial, que debe ser lo

más corto posible para evitar que quede un bolsillo en el que

puedan acumularse secreciones.

No hay un consenso entre los cirujanos torácicos sobre cuál

es el mejor método para tratar el espacio residual tras la neumo-

nectomía. Si se aplica aspiración a un hemitórax vacío o si se

conecta un drenaje de tórax a un sistema estándar de sello bajo

agua, puede producirse un desplazamiento mediastínico con un

colapso hemodinámico. Algunos cirujanos torácicos no colocan un

drenaje de tórax después de la neumonectomía, mientras que otros

prefieren utilizar un catéter de drenaje temporal para añadir o

extraer aire. La extracción de aire, que oscila de 0,75 a 1,5 litros, es

necesaria para vaciar el tórax y mantener el mediastino («equili-

brado») y la tráquea en la línea media. Algunos cirujanos colocan

un sistema de drenaje torácico posneumonectomía especialmente

diseñado con válvulas de escape bajo agua de alta y baja presión

para equilibrar el mediastin

o 171 .

Es obligatorio realizar una radio-

grafía de tórax después de que el paciente llegue a la unidad de

cuidado postanestésico o a la UCI quirúrgica para evaluar el des-

plazamiento mediastínico.

El paciente que esté programado para realizarse una neumo-

nectomía se considera que tiene un riesgo elevado de morbimor-

talidad perioperatoria. En los pacientes sometidos a una

neumonectomía suele colocarse un catéter epidural torácico para

la analgesia postoperatoria, a menos que esté contraindicado. Es

necesario colocar vías intravenosas de gran calibre por si fuese

preciso administrar hemoderivados. También se coloca una vía

arterial invasiva para medir la presión arterial en cada latido y

monitorizar la gasometría arterial. Se recomienda utilizar un

catéter de presión venosa central para ayudar a controlar la fluido-

terapia intravascular, sobre todo en el postoperatorio.

Una resección pulmonar mayor, como una neumonectomía,

reduce la función ventilatoria y tiene efectos significativos sobre la

función ventricular derech

a 172

. Justo después de la neumonectomía,

el ventrículo derecho puede dilatarse y su función disminuye. El

aumento de la poscarga ventricular derecha se debe a un incremento

de la presión de la arteria pulmonar y de la resistencia vascular

pulmonar. Esto se considera una de las causas principales de disfun-

ción ventricular derecha tras una resección pulmonar mayor.

El control del aislamiento pulmonar en un paciente de neu-

monectomía puede lograrse con un TDL, un bloqueador bronquial

o un TLS. Cuando se usa un TDL para un paciente de neumonec-

tomía, el método óptimo consiste en utilizar un dispositivo que no

interfiera con la vía respiratoria ipsilateral (es decir, en una neu-

monectomía derecha, un TDL izquierdo). Si se utilizar un TDL o

un bloqueador bronquial izquierdo para una neumonectomía

izquierda, debe retirarse antes de grapar el bronquio para evitar su

inclusión accidental en la línea de sutura.

Los aspectos específicos de interés en el control del paciente

sometido a neumonectomía son 1) la fluidoterapia, 2) el volumen

corriente intraoperatorio y 3) la lesión pulmonar aguda posqui-

rúrgica. La administración de fluidoterapia después de la resec-

ción pulmonar mayor sigue siendo un aspecto problemático. En

un estudio retrospectivo de Zeldin y cols., los factores de riesgo

que se identificaron para el desarrollo de una lesión pulmonar

aguda («edema pulmonar posneumonectomía») fueron una neu-

monectomía derecha, un aumento de la administración de líqui-

dos intravenosos y el aumento de la diuresis en el postoperatori

o 172a .

Un estudio más reciente de Licker y cols. ha demostrado que la

administración excesiva de líquidos intravenosos en pacientes de

cirugía cardíaca (más de 3 litros en las primeras 24 horas) es un

factor de riesgo independiente relacionado con la lesión pulmo-

nar agud

a 173 .

Existe una evidencia clínica razonable de que una

administración excesiva de líquidos se asocia con el desarrollo de

una lesión pulmonar aguda, que tiene una mortalidad elevada tras

la neumonectomí

a 29 .

Por consiguiente, los pacientes de neumo-

nectomía deberían recibir una cantidad limitada de líquidos

intraoperatorios a la vez que se conserva la función renal. Algunos

casos pueden requerir el uso de inotrópicos/vasopresores para

mantener la estabilidad hemodinámica a la vez que se limitan los

líquidos (v.

tabla 49-17

).

La insuficiencia respiratoria es una causa destacada de mor-

bimortalidad postoperatoria en pacientes sometidos a neumonec-

tomía. Un estudio retrospectivo que incluyó a 170 pacientes de

neumonectomía demostró que cuando se utilizaba una mediana

de volumen corriente mayor de 8ml/kg, había un mayor riesgo de

insuficiencia respiratoria en el período postoperatorio tras la

intervenció

n 174 .

Por el contrario, los pacientes que recibían un

volumen corriente menor de 6ml/kg tenían un menor riesgo de

insuficiencia respiratoria. Schilling y cols

. 175

han demostrado que

un volumen corriente de 5ml/kg durante la VMP reduce de forma

significativa la respuesta inflamatoria a las citocinas alveolares.

Teniendo en cuenta estos factores, es prudente utilizar volúmenes

corrientes menores (es decir, 5-6ml/kg de peso corporal ideal) en

los pacientes de neumonectomía y limitar las presiones inspirato-

rias máxima y meseta (es decir,

<

35 y 25 cmH

2

O, respectivamente)

durante la VMP.

La incidencia de lesión pulmonar aguda (edema pulmonar

posneumonectomía) tras la neumonectomía es de sólo el 4%. Sin

embargo, la mortalidad es del 30-50%. La etiología parece ser

multifactorial. En un estudio

173

se han identificado cuatro factores