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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

nicaban con las vías respiratorias centrales, aunque algunas muy

despacio. El patrón de compresión típico visto en la radiografía o

en la TC es más probable que se deba al retroceso elástico secun-

dario de las regiones pulmonares normales (v.

fig. 49-5

). La presión

intrabullosa con valores de CRF se corresponde con la presiónmedia

en la vía respiratoria promediada a lo largo del ciclo respiratorio.

Por tanto, durante la ventilación espontánea, la presión intrabullosa

será negativa respecto al tejido pulmonar circundante. Sin embargo,

siempre que se utiliza presión positiva, la presión intrabullosa

aumentará respecto a las regiones pulmonares circundantes. Existe

un riesgo de hiperinsuflación y rotura siempre que se utiliza presión

positiva. Las complicaciones de la rotura de las bullas pueden ser

potencialmente mortales debido al colapso hemodinámico por un

neumotórax a tensión o por una ventilación inadecuada debida a

una fístula broncopleural resultante.

El alivio de los síntomas de la disnea y la mejora de la función

pulmonar están bien documentados en los pacientes después de la

resección de bullas gigantes, de modo que la mayoría de los pacien-

tes muestra un incremento del VEMS de más de 0,3 litros y una

mejora excelente a largo plazo de su calidad de vida, pero con

una disminución de la mejora a los 3 año

s 203

. La hipercapnia no es

una contraindicación para la resección de las bullas. La infección

pulmonar debe tratarse de forma meticulosa antes de la interven-

ción. El pronóstico depende de la edad del paciente, sus anteceden-

tes de tabaquismo y la situación cardíaca. En el postoperatorio, la

principal complicación son las fugas pulmonares de aire.

El abordaje quirúrgico puede realizarse por una toracotomía

tradicional o modificada, esternotomía o VATS. La resección con

láser puede reducir la incidencia de fugas de aire. Se han utilizado

varios procedimientos no quirúrgicos toracoscópicos y broncoscó-

picos, como las inyecciones subsegmentarias de adhesivo de fibrina,

para tratar estas fugas de aire.

Las consideraciones anestésicas para la bullectomía son

similares a las de los pacientes con fístula broncopleural, a excep-

ción de que es mejor no colocar un drenaje de tórax de forma

profiláctica, porque puede entrar en la bulla y crear una fístula,

y no existe el riesgo de contaminar las regiones pulmonares sanas

con el líquido extrapleural que existe en los casos de fístula. Para

la inducción de la anestesia lo óptimo es mantener la ventilación

espontánea hasta que el pulmón o el lóbulo con la bula o la

ampolla esté aislado

204 .

Cuando existe un riesgo de aspiración, o

si se cree que el intercambio gaseoso o la hemodinámica del

paciente puede que no permita la ventilación espontánea para la

inducción, el anestesiólogo tendrá que utilizar pequeños volúme-

nes corrientes y reducir las presiones de la vía respiratoria

durante la ventilación con presión positiva hasta el aislamiento

de la vía respiratoria.

Quistes

Los quistes broncógenos se deben a anomalías en el proceso de

gemación traqueobronquial en la organogénesis pulmonar. Pueden

aparecer a nivel periférico en el parénquima pulmonar (70%) o a

nivel central, unidos al mediastino o al hilio. Estos quistes consti-

tuyen un problema si aumentan de tamaño y ejercen un efecto de

masa sobre un pulmón funcional o en las estructuras mediastíni-

cas, o bien si se rompen y producen un neumotórax, o si se infectan.

Los quistes pequeños sin comunicación con un bronquio son asin-

tomáticos y pueden observarse de forma accidental como unas

lesiones redondeadas y claramente delimitadas en las radiografías

de tórax. Los quistes comunicantes suelen producir niveles hidroaé-

reos y son propensos a las infecciones recidivantes. Además, pueden

atrapar aire por un efecto valvular, con el riesgo de una rápida

expansión o rotura. Los quistes infectados pueden quedar ocultos

por una neumonía circundante o pueden ser difíciles de diferenciar

de un empiema. La TC ayuda a diferenciar las lesiones quísticas de

las sólidas. Se suele recomendar una escisión quirúrgica conserva-

dora de los quistes broncógenos tanto si se aprecia una comunica-

ción bronquial como si no.

Los quistes hidatídicos pulmonares son las larvas de la tenia

del perro

Echinococcus granulosu

s 205 ,

que contienen quistes de con-

tenido acuoso. La equinococosis es una causa relativamente fre-

cuente de quistes pulmonares en áreas endémicas (Australia, Nueva

Zelanda, Sudamérica y algunas regiones del tercer mundo). Los

quistes hidatídicos pueden crecer de diámetro hasta 5 cm anuales

y convertirse en un problema médico de varias formas. Pueden

causar un efecto masa que ejerce presión sobre las estructuras

adyacentes (p. ej., bronquio, grandes vasos, esófago). Se puede pro-

ducir la rotura espontánea o traumática, lo que libera el líquido, los

parásitos o detritos laminados al tejido adyacente, el bronquio, la

pleura o la circulación (émbolos sistémicos). Esto puede dar lugar

a reacciones de hipersensibilidad, broncoespasmo y anafilaxia. El

drenaje a los bronquios puede causar la expulsión espectacular de

líquido, con dificultad respiratoria o asfixia, dependiendo de la

cantidad de líquido implicado. La rotura al espacio pleural puede

provocar un gran hidroneumotórax, disnea grave, shock, asfixia, o

anafilaxia. La rotura es más peligrosa y más probable a menudo que

los quistes aumentan de tamaño. Se recomienda resecar cualquier

quiste mayor de 7 cm.

Los quistes periféricos pequeños e intactos se extirpan con

facilidad mediante enucleación, sin pérdida de parénquima pulmo-

nar. Está indicado realizar una segmentectomía o lobectomía

cuando un único quiste o varios de ellos ocupan la mayor parte del

segmento o lóbulo. Los pacientes con quistes supurados deberían

prepararse para la cirugía con drenaje postural y antibióticos. El

aislamiento pulmonar y/o la reducción de la presión de la vía res-

piratoria durante la disección pueden ser útiles para evitar la her-

niación del quiste. El aumento de la presión de la vía respiratoria en

Figura 49-44

 Radiografía de tórax de un paciente con enfisema grave y

múltiples bullas, incluida una bulla gigante de los lóbulos superior e inferior

izquierdos.