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estable sin efectos anticoagulantes. Un aparato comercial como la

máquina HMS puede producir una curva de dosis-respuesta de

protamina para calcular la dosis de protamina necesaria para neu-

tralizar la heparina activa en la circulación. En ausencia de una

curva de dosis-respuesta de heparina, muchas instituciones calcu-

lan la dosis de protamina requerida atendiendo a la dosis total de

heparina administrada al paciente, que suele dar lugar a la admi-

nistración de 1,3mg de protamina por cada 100 unidades de hepa-

rina administrada. La protamina debe administrarse lentamente

durante un período de 5 a 10 minutos para reducir el riesgo de

hipotensión. El TCA después de la administración de protamina

debe volver al valor basal. Un TCA elevado puede indicar heparina

residual o puede ser el resultado de una deficiencia de la coagula-

ción que requiere más pruebas de laboratorio tales como pruebas

del panel de coagulación, ensayos de heparina, análisis de la función

plaquetaria, tromboelastografía o cualquier combinación de dichas

pruebas.

Otros aspectos

Temperatura

Una hipotermia deliberada es un método fiable de neuroprotección

y se utiliza con frecuencia durante la DCP de rutina. Una hipoter-

mia profunda confiere incuestionablemente protección cerebral

cuando ha de pararse la circulación durante la cirugía cardíaca.

Incluso una ligera hipotermia (tan sólo 1-2 °C) minimiza la inten-

sidad de la isquemia cerebral en modelos animale

s 220 .

Se han probado varios mecanismos sugeridos de los efec­

tos neuroprotectores de la hipotermia en modelos animales

( ta­ bla 50-9 ) 221 .

La hipotermia puede atenuar los efectos de la isquemia

cerebral al crear un equilibrio favorable entre el aporte y la demanda

de oxígeno y al disminuir el metabolismo del oxígeno (CMRO

2

).

La hipotermia no sólo reduce el metabolismo, sino que también

retrasa la liberación de aminoácidos excitadores, neurotransmiso-

res que desempeñan un papel importante en el proceso de la

muerte neurona

l 222 .

Además, la hipotermia reduce la permeabilidad

de las arteriolas cerebrales y previene la disfunción de la barrera

hematoencefálic

a 223 .

La hipotermia puede interferir también en la

respuesta inflamatoria al suprimir la adhesión de los leucocitos

polimorfonucleares en la región dañad

a 224 .

Sin embargo, después de llevar a cabo un metaanálisis, Rees

y cols

. 225

concluyeron que no hay una prueba definitiva de un efecto

protector de la hipotermia durante la DCP de rutina, aunque los

estudios examinados en dicho análisis tienen algunas limitaciones

importantes. Por ejemplo, el momento en que se aplicó la hipoter-

mia puede haber limitado su valor protector. La hipotermia se

comienza siempre después de la canulación aórtica y comienzo de

la derivación, pero es improbable la macroembolización al cerebro

durante este período porque el corazón queda excluido de la cir-

culación por el pinzamiento transversal aórtico. En cambio, los

datos sugieren que los períodos de mayor riesgo para la microem-

bolización y macroembolización se dan durante y poco después de

la manipulación aórtica, pinzamiento transversal, y liberación del

pinzamient

o 226,227

porque se llevan a cabo la canulación aórtica y

el pinzamiento transversal en un momento próximo al comienzo

de la DCP, cuando el cerebro no está aún frío. Igualmente, se libera

el pinzamiento transversal aórtico casi al final de la DCP, por lo

general después de que haya sido recalentado el paciente.

En contraste, se sabe que la hipertermia es perjudicial. La

elevación de la temperatura corporal en tan sólo 2 °C disminuye la

tolerancia cerebral a la isquemia. La hipertermia retrasa la recupe-

ración metabólica neuronal y aumenta la liberación de neurotrans-

misores excitotóxicos, producción de radicales libres de oxígeno,

acidosis intracelular y permeabilidad de la barrera hematoencefá-

lica con el consiguiente deterioro multifocal en sitios del tálamo,

hipocampo y cuerpo estriado (v.

tabla 50-9 ) 228,229 .

La hipertermia

afecta también a la actividad de las proteína cinasas y desestabiliza

el citoesqueleto. Clínicamente, la fiebre y la hipertermia empeoran

el pronóstico de los pacientes hospitalizados con accidente

cerebrovascula

r 230,231 .

En la década de 1990, algunos centros comenzaron a utilizar

la cardioplejía normotérmica para mejorar los desenlaces cardíacos

al tiempo que se evitaba una hipotermia deliberad

a 232

. Esta práctica

de «cirugía cardíaca caliente» fue debatida por la preocupación de

que pudieran perderse los efectos protectores de la hipotermia. Estu-

dios posteriores produjeron resultados inconstantes respecto a la

incidencia de accidente cerebrovascular y de alteraciones neurocog-

nitivas postoperatoria

s 233 .

Tales diferencias en el desenlace neuroló-

gico puedenhaber sido consecuencia de variaciones en las estrategias

de manejo de la temperatura utilizadas en los diferentes estudios de

«cirugía cardíaca caliente»; estas variaciones oscilaron desde permi-

tir una «deriva» descendente con hipotermia ligera, hasta un reca-

lentamiento activo con hipertermia cerebral inadvertid

a 234

.

En pacientes sometidos a DCP, la hipertermia cerebral

durante el período de recalentamiento puede agravar cualquier

lesión cerebral que se haya producid

o 235 .

Antiguamente se practi-

caba comúnmente el recalentamiento enérgico para prevenir la

«caída» en temperatura que suele producirse después de suspender

la DCP, pero esta práctica puede causar hipertermia cerebral en el

momento exacto en que es más probable la embolización cerebral.

Por consiguiente, el recalentamiento debe ser gradual y debe

comenzar lo suficientemente temprano como para alcanzar estabi-

lidad de la temperatura deseada antes de que esté terminada la

DC

P 236 .

También es importante ser consciente de las limitaciones de

cualquier sitio de monitorización de la temperatura utilizado

durante la DCP. No puede determinarse directamente la tempera-

tura del parénquima cerebral durante la cirugía cardíaca; más bien,

ha de ser estimada a partir de la temperatura timpánica, nasofarín-

gea, esofágica, rectal, vesical, cutánea, de la arteria pulmonar o del

bulbo de la vena yugular. Sin embargo, hay una mala concordancia

entre la temperatura cerebral y las temperaturas determinadas en la

mayoría de estos sitio

s 237,238 .

Se considera generalmente que la tem-

peratura del bulbo yugular es el patrón de referencia por la proxi-

midad del bulbo yugular con los orígenes de la carótida, y la cánula

aórtica hace que la temperatura del bulbo yugular sea más aproxi-

mada a la temperatura cerebral que las temperaturas determinadas

1684

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

Tabla 50-9

 Efectos protectores de la hipotermia y efectos perjudiciales de la

hipertermia durante la isquemia cerebral

Hipotermia

Hipertermia

Equilibrio favorable entre el aporte

y la demanda de O

2

Desequilibrio entre el aporte y la

demanda de O

2

Liberación de neurotransmisores

excitotóxicos

Liberación de neurotransmisores

excitotóxicos

Permeabilidad de la barrera

hematoencefálica

Permeabilidad de la barrera

hematoencefálica

Respuesta inflamatoria

Respuesta inflamatoria

Producción de radicales libres

Acidosis intracelular

Desestabilización del citoesqueleto

De Hindler K, Nussmeier NA: Central nervous system risk assessment.

En

Newman

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Perioperative Medicine: Managing for Outcome.

Filadelfia, Elsevier, 2008, págs. 69-88.