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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

El tratamiento perioperatorio de los pacientes que van a someterse a

cirugía vascular es particularmente problemático, dada la elevada

incidencia de enfermedades coexistentes en los pacientes ancianos, el

estrés hemodinámico y metabólico asociado con el pinzamiento y

despinzamiento transarterial y las lesiones isquémicas de órganos

vitales, como cerebro, corazón, riñones y médula espinal. Como con-

secuencia de todo lo dicho, no es sorprendente que la morbilidad y

mortalidad perioperatorias sean más frecuentes en la cirugía vascular

que con la mayoría del resto de procedimientos quirúrgicos. El trata-

miento anestésico debe centrarse en preservar la función de los

órganos vitales, con especial hincapié en el corazón, que es la causa

aislada más importante de morbilidad después de la cirugía vascular.

Las controversias clínicas asociadas a la cirugía vascular sonmúltiples

e incluyen aspectos relacionados con el tratamiento preoperatorio,

quirúrgico, anestésico y postoperatorio. La controversia asociada al

cribado preoperatorio de rutina de la arteriopatía coronaria (AC), con

su tratamiento correspondiente en caso de detectarse, ha adquirido

especial importancia (v. caps. 24 y 25). Siguen debatiéndose aspectos

sobre la técnica anestésica y el pronóstico, porque los procedimientos

vasculares pueden realizarse a menudo con anestesia local, regional,

general o una anestesia combinada regional y general.

En la década de 1970 ya se supo que la cirugía vascular cons-

tituía un factor de riesgo de morbilidad cardíaca perioperatoria. En

la década de 1980, el interés pasó a centrarse en la estratificación

del riesgo, para tratar de identificar a los enfermos con mayor riesgo

de morbilidad. En la década de 1990 se intensificó la investigación

clínica sobre la técnica anestésica, los fármacos simpaticolíticos, el

control hemodinámico y las técnicas de analgesia, ampliando nues-

tros conocimientos acerca de la prevención, el tratamiento y los

mecanismos de la morbilidad cardíaca y de otro tipo. Durante este

período comenzó a hablarse de estrategias de asistencia sanitarias

basadas en normas o líneas generales de actuación, principalmente

en Estados Unidos

(v. cap. 82)

. Más recientemente se ha producido

un cambio de rumbo desde el cribado preoperatorio de rutina para

AC centrado en la estratificación del riesgo y el tratamiento de la

misma, a una estrategia más radical de reducción perioperatoria del

riesgo cardíaco mediante fármacos y modificación de los factores

de riesgo (v. caps. 24 y 25). Además, en esta última década el ámbito

multidisciplinario de la cirugía endovascular ha permitido aproxi-

maciones o abordajes menos cruentos como alternativa a la recons-

trucción vascular convencional. La realización de estas intervencio-

nes menos cruentas, que inicialmente se ofrecían a pacientes que tra­

dicionalmente se consideraban poco aptos para la cirugía abierta,

está generalizándose a una cohorte de pacientes mayor que van a

someterse a una intervención quirúrgica vascular.

El objetivo de este capítulo es revisar aspectos relacionados

con el tratamiento perioperatorio de los pacientes que van a some-

terse a cirugía vascular y dar respuesta a algunas dudas. Con la

intención de simplificar, se comentan por separado cinco categorías

de procedimientos quirúrgicos vasculares: cirugía de aorta abdomi-

nal, cirugía de aorta toracoabdominal, cirugía aórtica endovascular,

cirugía vascular de la extremidad inferior y cirugía carotídea.

Aterosclerosis

La aterosclerosis es una enfermedad progresiva que compromete la

irrigación arterial a todos o algunos de los órganos vitales o las

extremidades. Las enfermedades cardiovasculares ateroscleróticas

son la principal causa de muerte y discapacidad en Estados Unidos.

Los factores de riesgo establecidos son el sexo masculino, la edad, los

antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular prematura, las

concentraciones altas de colesterol ligado a la lipoproteína de baja

densidad (LDL), las concentraciones bajas de colesterol unido a las

lipoproteínas de alta densidad (HDL), la diabetes, la obesidad, la

hipertensión y el tabaquismo. Entre los factores que se han descrito

de forma más reciente destacan la homocisteína, el fibrinógeno, la

lipoproteína (a), las apolipoproteínas B y A-I y la proteína C reactiva

(CRP). Como la aterosclerosis no suele generar signos de advertencia

precoces, resulta difícil prevenir o modificar el riesgo hasta que el

paciente sufre ya una fase evolucionada de la misma. Las lesiones

ateroscleróticas afectan principalmente a las arterias de calibre

grande o mediano y pueden aparecer durante toda la vida de la

persona. Aunque las lesiones de la aterosclerosis se deben a diversos

procesos patógenos, la progresión de este trastorno se produce en

tres estadios generales. La lesión inicial de la aterosclerosis es la

llamada estría grasa, comienza en los primeros años de la niñez y se

forma debajo del endotelio normal. Estas lesiones consisten en

macrófagos cargados de lípidos (es decir, células espumosas), células

musculares lisas y fibras elásticas y colágenas. La estría grasa evolu-

ciona a una placa fibrosa constituida por células espumosas degene-

radas, revestidas por una capa de célulasmusculares lisas proliferadas.

A diferencia de la estría grasa, estas lesiones pueden comprometer el

flujo de sangre en un lecho vascular y producir isquemia o trombosis

en órganos vitales o en las extremidades, con el infarto consiguiente.

La lesión avanzada de la aterosclerosis representa una progresión de

la placa fibrosa, con ampliación del núcleo rico en lípidos, acumula-

ción de calcio y desestructuración de la integridad del endotelio. Esta

rotura de la cubierta protectora de la placa permite que entren en

contacto la sangre circulante y material muy trombógeno localizado

en el núcleo lipídico de la lesión (p. ej., factor tisular), lo que permite

la formación de trombos (es decir, aterotrombosis). La trombosis

puede dar lugar a una oclusión completa y a complicaciones de

relevancia clínica (p. ej., infarto de miocardio [IM] agudo) o, en caso

de hemorragia dentro de la placa, a una progresión de la misma.

El American Heart Association Committee on Vascular

Lesions ha elaborado una clasificación numérica de los tipos de

lesiones ateroscleróticas definidas según criterios histológico

s 1

. En la

figura 52-1

se resume la clasificación más actualizad

a 2 .

Las lesiones

de tipos I, II y III son siempre pequeñas y clínicamente silentes. Las

vías hasta que se desarrolla la enfermedad clínica varían con el desa-

rrollo de lesiones de tipo IV (v.

fig. 52-1 )

. Aunque las lesiones IV a

VI pueden progresar de forma que obstruyan la luz de una arteria

de calibre mediano o grande y produzcan un incidente clínico (es

decir, IM, ictus o isquemia de la extremidad), las manifestaciones

clínicas de la enfermedad aterosclerótica suelen asociarse a lesiones

del tipo VI. Los criterios de la histología de tipo VI suelen estar inte-

rrelacionados y comprenden uno o varios de los siguientes: defectos

de la superficie, hematoma y trombosis. La regresión de los lípidos

desde las lesiones de tipo IV, VyVI puede determinar unamorfología

de la lesión similar a la de las lesiones de tipos VII y VIII.

La inflamación de la pared arterial tiene un papel fundamen-

tal en el inicio y la progresión de la aterosclerosi

s 3,4

. Como conse-

cuencia de este nuevo concepto, la inflamación se ha convertido en

una diana terapéutica para la prevención y el tratamiento de la

aterosclerosis y sus complicaciones. Las estrategias farmacológicas

establecidas, como las empleadas en la prevención de los IM recu-

rrentes y la muerte, pueden tener efectos antiinflamatorios inespe-

rados. Por ejemplo, los inhibidores de la hidroximetilglutaril

coenzima A (es decir, las vastatinas) disminuyen las concentracio-

nes de colesterol unido a LDL, pero también ejercen acciones anti-

inflamatorias, como disminuir la adhesión de los leucocitos y la

activación de los macrófago

s 5

. Los marcadores séricos de la infla-

mación se están utilizando como marcadores del riesgo de ateros-

clerosis. El incremento de las concentraciones plasmáticas de CRP,

un reactante de fase aguda generado en respuesta a citocinas infla-

matorias (sobre todo interleucina-6), se está empleando para estra-

tificar el riesgo cardiovascula

r 6,7

. Las concentraciones de CRP

guardan relación con el riesgo de muerte e I

M 8

y con el desarrollo

de vasculopatía periféric

a 9 .

La capacidad del ácido acetilsalicílico

para disminuir el IM posiblemente guarde relación con sus acciones

antiagregante y antiinflamatoria (es decir, disminuye las concentra-

ciones de CRP

) 10 .