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demostrado en estudios clínicos que la administración profiláctica

de diuréticos de asa mejore el pronóstico ni disminuya la necesidad

de diálisis en pacientes con un fracaso renal agudo. La administra-

ción de dosis bajas de dopamina (3

m

g/kg/min) dilata la vascula-

tura renal y aumenta el flujo sanguíneo renal y la diuresis. A pesar

de estos efectos beneficiosos, los ensayos clínicos no demuestran de

forma clara que la dopamina aporte protección renal alguna

durante la isquemia. El mesilato de fenoldopam, un agonista selec-

tivo de la dopamina de tipo 1 que dilata de forma preferencial los

lechos vasculares renal y esplácnico, ha obtenido recientemente

resultados prometedores como fármaco protector rena

l 121,122 .

En este momento, la protección renal óptima durante la

cirugía de los AAT debe basarse en hipotermia, manitol y en la

prevención de la hipotensión y la hipoperfusión renales.

Control de la coagulación y metabólico

La coagulopatía es una complicación frecuente durante la repara-

ción del AAT. Durante la transfusión masiva se produce una coagu-

lopatía por dilución en la que disminuye el número y la función de

las plaquetas tras reponer aproximadamente un volumen de sangre

(v. cap. 45).

Cuando se administran entre uno y dos volúmenes de

sangre llega un momento en el que los factores de la coagulación se

diluyen lo suficiente como para aumentar la hemorragia. Otros factores

que contribuyen son la heparina residual; la isquemia hepática, dado

que en el hígado se genera la mayor parte de los factores de la coagu-

lación, y la hipotermia persistente después de retirar la circulación

extracorpórea. La coagulopatía grave puede evitarse en ocasiones

administrando de forma precoz plasma fresco congelado y plaquetas.

El tiempo de protrombina, el tiempo de tromboplastina parcial, las

concentraciones de fibrinógeno y el recuento plaquetario deben

medirse con frecuencia. Pueden ser necesaria la administración de

crioprecipitados para corregir la coagulopatía, sobre todo cuando se

prolongan el tiempo de protrombina y el tiempo de tromboplastina

parcial, y la hipervolemia impide la administración de volúmenes

importantes de plasma fresco congelado. Cuando a pesar de estos

esfuerzos persiste la coagulopatía, resulta útil administrar un trata-

miento antifibrinolítico con ácido

ε

-aminocaproico, y también se

puede emplear desmopresina para aumentar las concentraciones cir-

culantes de los factores de von Willebrand y VIII. Es preciso alcanzar

el grado de normotermiamediante un recalentamiento completo antes

de interrumpir la derivación, aumentando la temperatura ambiental

tras la separación de la derivación y mediante un calentamiento con

aire forzado de la superficie cutánea de la parte superior del cuerpo.

La gasometría arterial y las concentraciones de electrólitos

deben medirse con frecuencia. La administración de bicarbonato

sódico estaría indicada para tratar la acidosis metabólica que

aparece durante y después del pinzamiento. La hiperpotasemia

debería tratarse de forma intensiva, sobre todo en pacientes con

oliguria o anuria. Los principales tratamientos agudos de la hiper-

potasemia consisten en cloruro cálcico y bicarbonato sódico.

Reparación aórtica endovascular

La cirugía endovascular representa uno de los avances más apasio-

nantes en el tratamiento de las vasculopatías y está revolucionando

las modalidades terapéuticas vigentes de la patología aórtica, como

los aneurismas, la disección, la rotura y las lesiones traumáticas. Los

abordajes endovasculares surgieron como una alternativa menos

cruenta a las reparaciones abiertas de los aneurismas de aorta abdo-

minal y como opción terapéutica en los candidatos quirúrgicos de

alto riesgo. El uso de injertos endoluminales como tratamiento de la

arteriopatía periférica se inició de forma experimental a finales de

la década de 1960. La viabilidad de esta técnica para el tratamiento

del aneurisma de aorta abdominal se demostró a nivel experimental

2 décadas después. En 1991, Parodi y cols

. 248

publicaron la primera

aplicación clínica de esta técnica en cinco pacientes con aneurismas

de la aorta abdominal. Estos autores colocaron un injerto de tubo de

dacrón endoluminal anclado a una endoprótesis a través de la canu-

lación retrógrada de la arteria femoral común bajo anestesia regional

o local. La expansión de los globos de las endoprótesis fijaba los

extremos del injerto a la pared aórtica y excluía al aneurisma de la

circulación sistémica. La técnica resultó satisfactoria en tres de los

cinco casos realizados. Desde estos primeros trabajos, se ha obser-

vado un incremento explosivo de la aplicación de este tipo de dis-

positivos endoluminales para tratar la patología aórtica. Estos

dispositivos supusieron casi un 50% (29.542 de 61.598) de las repa-

raciones programadas de aneurismas de aorta abdominal entre los

beneficiarios de Medicare entre 2001 y 200

4 249

.

El interés por los injertos aórticos endoluminales se ha

ampliado y ahora incluye a patologías de la aorta torácica y toracoab-

dominal. Los injertos endovasculares se han convertido también en

una alternativa viable a la reparación abierta de la rotura aórtica y de

la patología aortoilíaca oclusiva compleja. A medida que aumente la

experiencia con los sistemas de injerto y endoprótesis endoluminales

y con las técnicas endoluminales, junto con el refinamiento progre-

sivo de estos dispositivos, el abordaje endovascular se podrá aplicar a

más pacientes con afecciones aórticas cada vez más compleja

s 250

.

Dispositivos de injerto-endoprótesis

y su aprobación

La FDA aprobó en 1999 la utilización en Estados Unidos de dos

dispositivos endovasculares de injerto-endoprótesis para la repara-

ción de los aneurismas de aorta abdominal infrarrenal con un período

de vigilancia de 5 años. Este período de vigilancia se ha ampliado a

toda la vida del paciente, porque se han publicado casos de rotura del

aneurisma y de muerte. La aprobación por parte de la FDA de estos

dispositivos se hizo sin la habitual exigencia de un ensayo controlado

aleatorizado. En su lugar, la FDA permitió que se considerase como

grupo control a un grupo de pacientes «emparejados» tratados

mediante reparación abierta. Uno de los dos dispositivos aprobados

para su uso en 1991 fue retirado de la aplicación clínica por la difi-

cultad para colocarlo y desplegarlo. Otros tres dispositivos de injerto-

endoprótesis más han recibido la aprobación en Estados Unidos y

posiblemente se aprueben más en un futuro inmediato. Otros gobier-

nos del mundo han aprobado varios sistemas de injerto-endoprótesis.

Estos dispositivos se emplean «fuera de indicación» o como parte de

estudios médicos sobre dispositivos en fase de investigación en indi-

caciones distintas de la reparación de aneurismas de la aorta abdo-

minal infrarrenal. Desde la aprobación por parte de la agencia

reguladora, se ha producido un incremento rápido en el número de

reparaciones de aneurismas de aorta abdominal por vía endovascular

en todo el país. Los injertos-endoprótesis empleados para reparar los

aneurismas de aorta abdominal infrarrenal tienen forma de Y. Este

injerto-endoprótesis suele tener un diseño modular y está elaborado

con materiales sintéticos con refuerzos de las endoprótesis a modo

de pilares. El tronco principal más grande está diseñado para la aorta

distal y las dos ramas más pequeñas para las arterias ilíacas.

Desde el estudio inicial publicado por Dake y cols. en 199

4 251 ,

se han observado grandes avances en el tratamiento endovascular

de la patología aórtica torácica. En 2005, la FDA aprobó el uso de

un dispositivo de injerto-endoprótesis torácico para tratar aneuris-

mas de la aorta torácica descendent

e 252 .

Otros dos dispositivos

están a la espera de la aprobación de la FDA. En todo el mundo

se comercializan ya varios dispositivos de injerto-endoprótesis y se

han empleado ampliamente para un gran abanico de patologías

Anestesia para la cirugía vascular

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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