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permite enfriar y calentar, algo beneficioso, aunque no absolutamente

esencial. Entre las variantes de la derivación de las cavidades cardíacas

izquierdas está la canulación del cayado aórtico o de la aorta torácica

descendente proximal en lugar de la aurícula izquierda. Gracias a este

circuito se alivia al ventrículo izquierdo del incremento de la poscarga

duranteelpinzamientoaórtico.Cuandosecanulalaaurículaizquierda,

se alivia la precarga del ventrículo izquierdo y disminuye el gasto

cardíaco. De cualquier modo, se controla la hipertensión proximal, se

reduce el esfuerzo del ventrículo y se garantiza la perfusión de la aorta

distal. Mis colaboradores y yo hemos obtenido resultados aúnmejores

canulando la vena pulmonar en lugar de la aurícula izquierda. Este

método consigue el mismo efecto que la canulación auricular, pero

se asocia a menos irritabilidad auricular. Cuando se combina la hipo-

termia (30°C) con la canulación auricular, aproximadamente el 15%

de los pacientes desarrolla una fibrilación auricular nuev

a 199

. Aunque

la mayoría recupera el ritmo sinusal al recalentarlos, puede ser nece-

saria una cardioversión directa.

Durante la derivación cardíaca izquierda es esencial monito-

rizar la presión arterial por encima y por debajo de las pinzas aór-

ticas. Yo visualizo en el monitor la presión arterial femoral y radial

de forma simultánea y trato de mantener una presión arterial media

de 80-100 mmHg por encima de la pinza, y al menos de 60 mmHg

por debajo de la misma. Es preciso controlar cuidadosamente el

volumen intravascular, el flujo de la bomba de derivación y los

fármacos vasoactivos para conseguir las presiones arteriales desea-

das. El control de la derivación cardíaca izquierda exige una comu-

nicación y una colaboración continuas entre cirujanos, anestesistas

y perfusionistas. Lo habitual es que ajustemos el flujo inicial de la

bomba al 50% del gasto cardíaco del paciente en el momento de

aplicar la pinza aórtica proximal. Posteriormente, se ajusta el flujo

para mantener las presiones distal y proximal deseadas. En esta fase

es muy raro que nos veamos en la necesidad de administrar vaso-

dilatadores. El cirujano puede completar la anastomosis proximal

sin prisas si no hay isquemia de órganos vitales. Cuando se realiza

un pinzamiento aórtico secuencial, pueden reimplantarse las arte-

rias intercostales realizando ajustes mínimos del flujo de la bomba.

Al final puede reducirse notablemente el flujo de la bomba durante

la reimplantación de las arterias viscerales y renales. En este

momento, la perfusión distal sólo se dirige hacia las extremidades

inferiores. Nosotros solemos emplear de rutina una hipotermia

moderada (32 °C) durante la derivación para proteger los órganos

vitales durante los períodos de isquemia obligados. Una vez com-

pletadas las anastomosis distales, se aumenta el flujo de la bomba y

el paciente se calienta por métodos activos hasta los 37 °C.

Parada circulatoria hipotérmica profunda

Los aneurismas complejos que afectan al cayado de la aorta necesitan

a menudo una circulación extracorpórea programada con un inter-

valo de parada circulatoria hipotérmica (15°C) profunda (PCHP), ya

que el flujo sanguíneo cerebral se interrumpe de forma transitoria

durante la cirugía

(v. cap. 50).

La derivación puede llevarse a cabo

canulando la arteria femoral y la vena femoral (es decir, derivación

femorofemoral). Durante este intervalo de PCHP, algunos centros uti-

lizan también la perfusión cerebral selectiva anterógrada (es decir,

arteria innominada) o retrógrada (es decir, vena yugular interna) con

sangre oxigenada fría para ampliar la duración máxima segura de la

parada circulatori

a 200

. Si no se aplicara esta técnica, parece que el límite

seguro de la PCHP serían 45-60 minutos, aunque se han descrito

paradas de hasta 90 minutos con perfusión cerebral selectiv

a 201

.

La PCHP también puede resultar necesaria siempre que la loca-

lización, extensión o gravedad de la patología aórtica impida colocar

una pinza aórtica proximal durante la reparación de la aorta torácica

o toracoabdomina

l 202

. Esto suele suceder en pacientes con anteceden-

tes de reparación del cayado aórtico, en los que las adherencias y

cicatrices dificultan o impiden la colocación de la pinza en la aorta

proximal durante la reparación del AA

T 203 .

La PCHP elimina la nece-

sidad de pinzamiento aórtico proximal y permite conseguir un campo

exangüe para realizar la anastomosis de la aorta proximal. Algunos

centros defienden la aplicación de la PCHP durante la reconstrucción

aórtica compleja, porque la hipotermia profunda puede mejorar la

función de los órganos terminales y de la médula espina

l 204,205

. Habrá

que sopesar meticulosamente este beneficio potencial frente a los

riesgos inherentes a la circulación extracorpórea con una parada cir-

culatoria prolongada. Tras completar la anastomosis proximal y las

anastomosis entre las arterias intercostales y el injerto en condiciones

de PCHP, se canula el injerto aórtico y se restablece el flujo por la

derivación a la parte superior del cuerpo. Durante el período de deri-

vación hipodérmico con flujo bajo se completan las anastomosis dis-

tales y a continuación se inicia el recalentamiento.

Técnica anestésica

No existe ninguna técnica anestésica que, por separado, se consi-

dere la estrategia terapéutica de elección para la reparación del

AAT. En general, la anestesia equilibrada se proporciona combi-

nando un opiáceo, un anestésico inhalatorio potente a dosis bajas,

una benzodiazepina y un relajante muscular de acción prolongada.

La técnica intravenosa total puede resultar óptima si se asocia a la

monitorización de PEM transcraneales. La inducción de la aneste-

sia general debería ser lenta y controlada. Debería evitarse la hiper-

tensión, ya que el estrés agudo sobre el aneurisma puede condicionar

su rotura. La frecuencia cardíaca debe mantenerse en o por debajo

de los valores de referencia, porque la isquemia miocárdica suele

guardar relación con la frecuencia cardíaca. La extubación siempre

se debe llevar a cabo en la UCI y sólo después de un período sig-

nificativo de estabilidad hemodinámica y metabólica. El régimen

analgésico postoperatorio debe centrarse en controlar el dolor y en

mantener una situación hemodinámica estable.

Isquemia y protección de la médula espinal

La paraplejía es una complicación devastadora de la cirugía aórtica.

La incidencia de paraplejía en la reparación de una coartación es

del 0,5-1,5%, en los aneurismas de la aorta torácica es del 0-10%, en

la reparación de la aorta toracoabdominal del 10-20% y puede

alcanzar el 40% en la reparación de AAT disecantes extenso

s 206-210

.

La médula espinal recibe su irrigación desde dos arterias raquí-

deas posteriores (

25%) y una anterior (

75%)

( fig. 52-12

). Las arterias

raquídeas posteriores, que irrigan los tractos sensitivos de la médula,

reciben el flujo desde las arterias cerebelosas posterior e inferior, las

arterias vertebrales y las arterias radiculares posteriores. La arteria

raquídea anterior, que irriga los tractos motores de la médula espinal,

está formada por dos ramas de la porción intracraneal de las arterias

vertebrales. El segmento cervical superior de lamédula recibe lamayor

parte de su flujo sanguíneo desde las arterias vertebrales. La porción

torácica de la arteria raquídea anterior recibe flujo de las arterias radi-

culares anteriores (una o dos cervicales, dos o tres torácicas y una o

dos lumbares). La arteria radicular más grande se denomina arteria

radicularmayor (ARM) o arteria deAdamkiewicz. LaARMconstituye

el principal aporte sanguíneo de los dos tercios inferiores de lamédula.

El aporte segmentario para la ARM es variable (T5-L5), pero se loca-

liza entre T9 y T12 en aproximadamente un 75% de los casos. La

variación del origen de la ARM explica por qué incluso la reparación

de un aneurisma de la aorta infrarrenal se asocia a una incidencia de

paraplejía del 0,25%. No se comprende bien el impacto concreto que

conlleva un sacrificio extenso de la arteria segmentaria sobre la per-

fusión medular durante la reparación del AAT.

Se han empleado diversos métodos para prevenir las lesiones

isquémicas de la médula espinal. Se ha demostrado que la perfu-

sión aórtica distal con soporte extracorpóreo reduce la incidencia

de paraplejí

a 211 .

Es probable que cualquiera de los diversos métodos

de derivación distal resulten beneficiosos cuando se prevea un

tiempo de pinzamiento superior a 30 minutos, pero posiblemente

no aporten beneficio alguno cuando dure menos de 20 minutos. El

drenaje del LCR se utiliza a menudo para mejorar la perfusión

medular durante la reparación de los AAT y suele combinarse con

Anestesia para la cirugía vascular

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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