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(con nitroglicerina o nitroprusiato sódico) de forma selectiva

durante el despliegue del injerto-endoprótesis.

Tratamiento anestésico

Se han descrito técnicas de anestesia loca

l 259

, regiona

l 260

y genera

l 261

para llevar a cabo la reparación aórtica endovascular poco después

de su introducción. Son varias las técnicas regionales que se han

empleado, como bloqueos paravertebrales, anestesia raquídea, anes-

tesia raquídea continua, anestesia epidural y anestesia combinada

raquídea y epidural. La anestesia general se empleaba en general

con los dispositivos de primera generación porque los tiempos

quirúrgicos solían ser prolongados. A medida que los centros han

ido adquiriendo experiencia con los dispositivos de nueva genera-

ción, se ha conseguido reducir el tiempo de la intervención y cada

vez se emplean con más frecuencia técnicas locales y regionales,

sobre todo con sedación intravenosa. Se ha descrito una técnica de

sedación con dexmedetomidina y anestesia loca

l 262 .

A pesar de los

avances de la técnica y de la viabilidad clara de la anestesia regional

y local, estas técnicas no han logrado todavía una aceptación gene-

ralizada a gran escala. Un análisis de los datos sobre los tipos de

anestesia a partir del registro EUROSTAR (5.557 reparaciones

endovasculares de aneurismas de la aorta infrarrenal) describía el

uso de anestesia local, regional y general en el 6%, el 25% y el 69%

de los pacientes, respectivament

e 263 .

El estudio sobre la influencia

del tipo de anestesia en el pronóstico a partir de los datos del

EUROSTAR indica que el uso de anestesia regional o local puede

disminuir la duración del ingreso en la UCI, la duración del

ingreso hospitalario y las complicaciones precoce

s 263

. Un análisis

posterior de los pacientes de alto riesgo de este registro señala que

la anestesia local o regional pueden aportar cierto beneficio en

cuanto a la mortalida

d 264 .

Un análisis retrospectivo de 229 repara-

ciones endovasculares de aneurisma de aorta abdominal con anes-

tesia local y sedación intravenosa o anestesia general puso de

manifiesto índices similares de morbilidad cardíaca y pulmona

r 261 .

Se ha descrito una disminución de las necesidades de líquidos

intraoperatorio

s 261,265

y del soporte vasopreso

r 265

con la anestesia

local. Dada la naturaleza retrospectiva de estos estudios y el impor-

tante sesgo de selección en relación a la asignación de la técnica

anestésica, es prematuro elaborar recomendaciones acerca del uso

de anestesia local, regional o general. Igual que sucede durante la

reparación aórtica abierta, posiblemente sea más importante de

cara al pronóstico global mantener la perfusión y la función de los

órganos vitales mediante el establecimiento de una hemodinámica

perioperatoria estable que el tipo de técnica anestésica elegido.

Yo suelo optar por una anestesia general para la reparación

aórtica endovascular en pacientes que necesitan una disección

inguinal amplia o cualquier grado de disección retroperitoneal y en

los casos de reparaciones complejas, en las que resulta más probable

tener que reconvertir la técnica a una reparación abierta. Una técnica

equilibrada con fármacos de acción relativamente breve optimiza al

máximo la flexibilidad del tratamiento. Las necesidades de opiáceos

suelen ser mínimas (2-4

m

g/kg de fentanilo) y el dolor postoperato-

rio se controla con facilidad. Se debería disponer de esmolol, ni­

troprusiato sódico, nitroglicerina y fenilefrina, administrándolos

cuando sea preciso para mantener una situación hemodinámica

adecuada. La anestesia epidural y raquídea se emplea de forma selec-

tiva en función de las preferencias del paciente y el cirujano.

La colocación de un catéter en la arteria radial debería cons-

tituir una rutina en todas las reparaciones endovasculares aórticas.

Se debería elegir el lado derecho, porque puede ser necesario colocar

un catéter percutáneo en la arteria braquial izquierda para la an­

giografía aórtica. La monitorización mediante un catéter venoso

central y en la arteria pulmonar no debería constituir un elemento

de rutina. Se recomienda colocar dos catéteres intravenosos perifé-

ricos de calibre ancho. Aunque las pérdidas sanguíneas y las nece-

sidades de líquidos no suelen ser excesivas, existe un riesgo real de

pérdidas de sangre rápidas. La probabilidad de rotura aórtica aguda

obliga a disponer de líquidos, sangre y dispositivos para infusión

rápida. La sonda vesical es necesaria en la mayor parte de las inter-

venciones. La monitorización de la diuresis puede ayudar a orientar

la fluidoterapia, sobre todo cuando se emplean volúmenes elevados

de solución de lavado heparinizada y material de contraste radio-

lógico, y cuando se administran diuréticos (es decir, manitol o furo-

semida). La finalidad de la fluidoterapia debería ser mantener la

normovolemia. A menudo se administra una infusión de bicarbo-

nato isotónico en los pacientes con disfunción renal para disminuir

la incidencia de nefropatía por contrast

e 266

. Con frecuencia es nece-

sario calentar al paciente mediante métodos activos para prevenir

la hipotermia, sobre todo durante intervenciones prolongadas.

Las reparaciones endovasculares que afectan a la aorta torácica

descendente necesitan una preparación y una monitorización adicio-

nales. Estas intervenciones se suelen realizar en el quirófano con anes-

tesia general. Aunque los dispositivos de última generación tienen

mucha menos tendencia a la migración del injerto al desplegarlos,

durante esta fase se suele emplear hipotensión (hasta alcanzar una

presión arterial sistólica 100 mmHg) inducida con fármacos (nitro-

prusiato sódico o nitroglicerina). La monitorización mediante ETE se

utiliza con frecuencia y puede resultar de suma utilidad para identifi-

car las zonas de apoyo proximal y distal del injerto-endoprótesis, los

puntos de entrada y de salida de las disecciones, las luces verdaderas

y falsas y la exclusión del aneurisma. Aunque los trabajos publicados

sobre reparaciones endovasculares de la aorta torácica descendente

son escasos, se han descrito defectos neurológicos compatibles con

una isquemia medula

r 267,268

. Los factores de riesgo más importantes

parecen ser la reparación de un aneurisma de aorta abdominal con-

comitante o previa y la exclusión de un segmento torácico largo de la

aort

a 267-269 .

La hipotensión postoperatoria también puede influi

r 268

. Se

han descrito casos de paraplejía tardía a los 10 meses de la reparación

endovascular de aneurismas de aorta torácic

a 270

. El drenaje del LCR

revierte de forma demostrada las deficiencias neurológicas de apari-

ción tardía tras la reparación endovascular de un AA

T 217,218,268 ,

lo que

ha llevado a algunos centros a realizar este drenaje perioperatorio del

LCR en todos los pacientes de alto riesg

o 268

. La monitorización

intraoperatoria de los potenciales evocados raquídeos y la oclusión

temporal con globo (15 minutos) de la aorta torácica antes de des-

plegar el injerto-endoprótesis son métodos para valorar el riesgo de

que el paciente padezca una isquemia medula

r 271

.

Endofugas

La incapacidad de lograr o mantener la exclusión completa del saco

aneurismático respecto del flujo de sangre arterial, la denominada

endofuga, e

s una complicación específica de la reparación endovas-

cular de la aorta. El temor es que cualquier presurización del saco

aneurismático (es decir, endotensión) pueda asociarse a un aumento

de tamaño con rotura del aneurisma. Las endofugas se pueden detec-

tar mediante arteriografía, tomografía computarizada, resonancia

magnética y ecografía dúplex. Un sistema de clasificación desarro-

llado para las endofugas distingue cuatro tipo

s 272

. Las endofugas de

tipo I se producen cuando existe un sellado inadecuado entre el

injerto-endoprótesis y la pared aórtica en los puntos de anclaje proxi-

mal o distal. La endofuga de tipo II se produce cuando existe un

llenado retrógrado del saco aneurismático a partir de las arterias

intercostales, lumbares, mesentéricas inferiores o testiculares per-

meables. La endofuga de tipo III se relaciona con un fallo estructural

del injerto-endoprótesis que permite que la sangre fluya directamente

hacia el saco aneurismático. Este fallo estructural puede deberse a

Anestesia para la cirugía vascular

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Sección IV

Anestesia por subespecialidades en el adulto

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