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catéteres venosos centrales no siempre son útiles en los casos con-

vencionales, se debería plantear la monitorización de la presión

venosa central en pacientes con una disfunción renal importante,

en los que se debe monitorizar con cuidado la volemia, y en pacien-

tes con una alteración significativa de la función ventricular o con

insuficiencia cardíaca congestiva. En estos casos, la monitorización

con un catéter de arteria pulmonar puede ser útil, aunque dado el

riesgo relativamente bajo de pérdida de sangre y pérdida de líquidos

hacia el tercer espacio durante las intervenciones vasculares de la

extremidad inferior, el catéter de la arteria pulmonar suele reser-

varse para pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva activa o

angina inestable. Ya hemos descrito los criterios que empleamos

para indicar la monitorización hemodinámica cruent

a 28 .

Como se

ha comentado antes, la monitorización computarizada del segmento

ST es útil para controlar la isquemia miocárdica.

Anestesia regional o general

Todavía se sigue discutiendo cuál es el régimen de anestesia intrao-

peratoria y de analgesia postoperatoria más adecuado para los

pacientes de alto riesgo que van a someterse a cirugía vascular. La

preocupación por la calidad y el incremento de los costes de la asis-

tencia perioperatoria han movido a los clínicos a establecer estánda-

res terapéuticos que sean seguros y eficientes al mismo tiempo. Las

complicaciones postoperatorias después de la cirugía vascular son

habituales y afectan de forma negativa a la evolución clínica y al

consumo de recursos. Se pueden mejorar los resultados clínicos y

disminuir el consumo de recursos médicos en los pacientes que se

van a someter a cirugía vascular mediante la instauración de un

régimen de anestesia y analgesia concreto

s 56,323 .

Si fuese posible

lograr este objetivo, la selección del régimen anestésico y analgésico

resultaría sumamente beneficiosa para los pacientes, los proveedores,

los pagadores y la sociedad en general.

Desde hace años se viene debatiendo la idoneidad de la anes-

tesia regional o de la general para la cirugía vascular, pero sólo en la

última década se han realizado ensayos clínicos aleatorizados pros-

pectivos bien diseñados. Los primeros ensayos no aleatorizados mos-

trabanuna tendencia a sufrir sesgos notables, ya quemuchosmédicos

tenían la idea infundada de que la anestesia regional era más segura

para los pacientes con patología cardíaca o pulmonar avanzada.

Incluso los estudios prospectivos deben ser interpretados con pru-

dencia, ya que muchos de ellos adolecen de deficiencias de diseño y

metodología, como poblaciones de pacientes heterogénea

s 56,156,323 ,

falta de estandarización o de control de los tratamientos periopera-

torio

s 27,32,56,66,154,156,158,323 ,

uso de modalidades no equivalentes para

aliviar el dolor postoperatori

o 27,32,56,156,158,323

y posibles sesgos del

investigado

r 27,28,32,56,66,154-156,158,323 .

Debería sabersequemuchos ensayos

clínicos han tratado de optimizar la prestación y el control de las

técnicas anestésicas, lo que puede enmascarar los verdaderos riesgos

asociados al anestésico. Un ejemplo de ello es el control hemodiná-

mico estricto, los umbrales para la transfusión y los regímenes de

analgesia postoperatoria que se han empleado en los ensayos clíni-

co

s 28,33

. El médico debe saber además que el índice global de com-

plicaciones descrito en los ensayos clínicos puede parecer muy alto,

pero esto se puede explicar por la vigilancia intensiva que se suele

emplear en los ensayos clínicos. En general, a menudo es mejor elegir

la técnica de anestesia y analgesia con la que el personal de un centro

concreto esté más familiarizado porque, por ejemplo, la falta de

familiaridad y el control inadecuado de los catéteres epidurales

puede ocasionar complicaciones graves. Mi hipótesis personal es que

el factor más importante para mejorar el pronóstico tras la cirugía

vascular es la optimización global del tratamiento perioperatorio,

más que la selección del anestésico o el analgésico.

En ocasiones es posible completar las intervenciones quirúr-

gicas, como la embolectomía y la reparación de un seudoaneurisma

femoral, con anestesia local y sedación intravenosa. Dado que existe

la posibilidad de que estas intervenciones puedan ampliarse hacia

una reconstrucción arterial más cruenta, debería considerarse una

anestesia regional o general antes de comenzar la intervención para

evitar una reconversión no planificada a una anestesia general.

En algunas situaciones, es preferible una técnica de anestesia

(regional o general) sobre otra. El paciente puede mostrar preferen-

cia por una técnica u otra por diversos factores. Deberían evitarse

las técnicas regionales en los pacientes que no colaboran, dementes

o que no pueden permanecer tumbados. Puede resultar difícil intro-

ducir la aguja o el catéter en pacientes con una malformación grave

de la columna o instrumentación raquídea previa. Las infecciones

locales, la patología neurológica que afecta a la parte inferior del

cuerpo, y los fármacos que modifican la hemostasia deben conside-

rarse, en mayor o menor grado, una contraindicación para la anes-

tesia regional. Es frecuente que la población que se va a someter a

una cirugía vascular reciba tratamiento con anticoagulantes y

antiagregantes plaquetarios, lo que a menudo impide la realización

de técnicas raquídeas o epidurale

s 324

. Las hemorragias sintomáticas

en el interior del neuroeje (hematoma raquídeo o epidural) son una

complicación potencialmente devastadora que podría dar lugar a

lesiones neurológicas permanentes. Yo considero que la anticoagu-

lación preoperatoria con heparina o warfarina y cualquier trata-

miento trombolítico representa una contraindicación para la

anestesia raquídea y epidural. Los pacientes en los que se acabe de

suspender la administración de estos fármacos deben valorarse

de forma individualizada antes de realizar técnicas neuroaxiales. El

anestesista debe tener en cuenta el fármaco empleado, el tiempo de

suspensión, el estado de la coagulación en dicho momento y la

administración simultánea de fármacos que modifiquen la hemos-

tasia. La realización de técnicas regionales durante la heparinización

sistémica intraoperatoria no parece representar un riesgo impor-

tant

e 325

. Aunque se ha recomendado suspender la cirugía cuando

sale sangre por la aguja neuroaxial, esta recomendación no cuenta

con respaldo suficient

e 326

. Es mucho más importante conocer la

recomendación de no retirar los catéteres epidurales hasta que se

han suspendido los anticoagulantes durante el postoperatori

o 324

. El

uso y las indicaciones de la heparina de bajo peso molecular siguen

aumentando y existen datos que sugieren un riesgo significativo de

hematoma raquídeo o epidural cuando se combinan técnicas regio-

nales con estos fármaco

s 327

. Las recomendaciones actuales indican

que se deben retrasar las técnicas regionales al menos 12-24 horas

tras la última dosis de heparina de bajo peso molecula

r 324

. La utili-

zación de antiagregantes es un tema complejo y es importante

recordar las diferencias farmacológicas entre los fármacos cuando

se desean emplear técnicas regionale

s 324,328 .

Aunque en algunos

centros controlan de rutina el tiempo de hemorragia en los pacien-

tes que han tomado ácido acetilsalicílico en los 7 días previos a la

realización de una técnica de anestesia regional programada, no

existen pruebas de que el tiempo de hemorragia resulte útil en este

cas

o 329,330 .

En general, cuando se desea una técnica regional en un

paciente con cualquier duda sobre una anomalía de la coagulación,

se opta por la anestesia raquídea con la aguja de menor diámetro

posible antes que por la anestesia epidura

l 327

. Todos los especialistas

deberían revisar un exhaustivo informe de consenso sobre anestesia

neuroaxial y anticoagulación que se ha publicad

o 324

.

Dados los riesgos relativos asociados a la anestesia neuroaxial

en pacientes sometidos a anticoagulación o tratamiento trombolí-

tico, algunos especialistas defienden una práctica más generalizada

de bloqueos de nervios periféricos, como los nervios ciático, femoral,

poplíteo y del tobillo (v. cap. 42). Las técnicas continuas con catéter

permiten conseguir una anestesia intraoperatoria y analgesia posto-

peratoria. Recientemente se ha introducido en la práctica clínica el

estudio con ecografía de alta resolución de las estructuras nerviosas,

la guía mediante electrodos percutáneos y el uso de catéteres esti-

muladores. Los bloqueos nerviosos periféricos probablemente se

asocien a menos efectos secundarios sistémicos y del neuroeje, pero

se dispone de poca información clínica en la población de cirugía

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

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