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(Tuman y cols

. 323

y Christopherson y cols

. 28 )

detectaron una inci-

dencia cinco veces superior de oclusión del injerto después de la

anestesia general (en comparación con la regional). La mayoría de

las oclusiones se produjo en los primeros 1-3 días después de la

cirugía, período tras el cual se mantuvo la diferencia establecida

entre la incidencia de oclusión del injerto para ambas técnicas anes-

tésicas (6 semanas y en adelante)

( fig. 52-15

). Esta evolución tem-

poral sugiere que la técnica anestésica podría haber influido sobre

la oclusión del injerto. El grupo de Bod

e 334

detectó una incidencia

global de oclusión del injerto muy baja, pero las diferencias en el

control hemodinámico, en la técnica quirúrgica y en la población

de pacientes podrían explicar este hallazgo. Por ejemplo, la angios-

copia intravascular intraoperatoria se utilizó para inspeccionar los

injertos y confirmar su permeabilidad antes de completar la cirugía

y todos los pacientes fueron atendidos en la unidad de cuidados

intensivos durante 48 horas tras la cirugía. Por tanto, la optimiza-

ción del tratamiento, en cuanto a la permeabilidad del injerto, puede

negar cualquier efecto beneficioso atribuido a las técnicas regiona-

les. También es importante recordar que ninguno de estos estudios

estaba diseñado de forma específica para valorar el resultado qui-

rúrgico (es decir, permeabilidad del injerto) de forma prospectiva.

Una revisión retrospectiva de más de 300 derivaciones femoropo-

plíteas-tibiales no demostró diferencias en los índices de trombosis

del injerto entre la anestesia epidural (14%) y la general (9,4%

) 335

.

El mecanismo que se ha propuesto para explicar los benefi-

cios de la anestesia regional es el efecto de la técnica anestésica

sobre la coagulación. La anestesia general se asocia a un estado de

hipercoagulabilidad en el período postoperatorio inicial, que se

1790

Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV

Figura 52-15

 Probabilidad acumulada de reintervención para reinjerto, trombectomía o amputación en un período de seguimiento de 6 semanas. La

reintervención fue significativamente más frecuente tras la anestesia general que epidural.

(De Christopherson R, Beattie C, Norris EJ y cols.: Perioperative

morbidity in patients randomized to epidural or general anesthesia for lower extremity vascular surgery. Perioperative Ischemia Randomized Anesthesia Trial

Study Group.

Anesthesiology

79:422-434, 993.)

Figura 52-16

 Concentraciones de inhibidor del activador del plasminógeno 1 (PAI-1) en unidades de actividad (UA) por mililitro medidas en el preoperatorio

y a las 24 y 72 horas del postoperatorio tras la revascularización de la extremidad inferior. Las concentraciones de PAI-1 aumentaron en el grupo de anestesia

general desde 13,6±2,1UA/ml hasta 20,2±2,6UA/ml a las 24 horas y volvieron a valores basales a las 72 horas. Por el contrario, en el grupo de anestesia

regional no se observaron cambios a lo largo del tiempo de las concentraciones de PAI-1.

(Adaptada de Rosenfeld BA, Beattie C, Christopherson R y cols.:

The effects of different anesthetics regimens on fibrinolysis and the development of postoperative arterial thrombosis. Perioperative Ischemia Randomized

Anesthesia Trial Study Group.

Anesthesiology

79:435-443, 1993.)