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no se detectan diferencias asociadas a la técnica anestésica en la

isquemia miocárdica o la morbilidad cardíac

a 27,28,33

.

El dolor postoperatorio es uno de los múltiples factores que

contribuyen a la respuesta de estrés quirúrgica. En estudios donde se

compara la analgesia epidural con la analgesia con opiáceos parente-

rales para controlar el dolor postoperatorio después de una cirugía

mayor, suele describirse una mejoría del control analgésico con las

técnicas epidurales. Una revisión demetaanálisis reciente apoya la idea

de que la analgesia epidural proporciona mejor analgesia parente-

ral que los opiáceos parenterale

s 341

. Sin embargo, los estudios históricos

que constituyen la base de este metaanálisis no han realizado un buen

control, especificación y, sobre todo, optimización del tratamiento en

los grupos con un tratamiento diferente a la anestesia epidural. Por

desgracia, este tema sigue siendo una limitación importante de los

ensayos más reciente

s 156,342 .

Las técnicas de analgesia epidural proba-

blemente seguirán siendo mejores que las técnicas de analgesia no

epidurales subóptimas. Yo considero que la analgesia intravenosa con-

trolada por el paciente es la mejor forma de administración de anal-

gesia con opiáceos y que debería emplearse como grupo sin analgesia

epidural en todos los estudios sobre dolor postoperatorio. La analgesia epidural postoperatoria no siempre obtiene mejores resultados que

la analgesia intravenosa con opiáceos controlada por el pacient

e 343

. Es

importante recordar que la analgesia epidural controlada por el

paciente obtiene mejores resultados que la analgesia epidural en bolos

intermitentes o en infusión continua. Por tanto, el modo de adminis-

tración es un factor importante, tanto para la analgesia epidural como

para los opiáceos parenterales. El especialista debe recordar también

que la superioridad del control analgésico descrita con las técnicas

epidurales es relativa y que la analgesia parenteral consigue un control

adecuado del dolor de forma constant

e 344

. En el único ensayo doble

ciego realizado en pacientes de cirugía vascular, Norris y cols

. 33

no

observaron diferencias en las puntuaciones del dolor postoperatorio

en pacientes distribuidos al azar a un grupo de analgesia epidural

controlada por el paciente o a otro de analgesia intravenosa controlada

por el paciente después de una cirugía aórtica. En este ensayo se opti-

mizó el manejo del dolor postoperatorio (es decir, epidural e intrave-

noso), semantuvodurante 72horas y se controlópor parte del personal

de una unidad de dolor agudo. Hasta en un 6,3% de los pacientes

puede fracasar el catéter epidural postoperatori

o 345 .

Tratamiento anestésico

Diversas técnicas anestésicas, como la anestesia general, la regional

(epidural o raquídea) o las combinadas, se han empleado con

buenos resultados en la reconstrucción de la extremidad inferior.

La anestesia general se suele administrar mediante una técnica

equilibrada, con opiáceos, anestésicos inhalatorios potentes, óxido

nitroso y relajación neuromuscular. La inducción de la anestesia

debe realizarse de forma controlada, de manera que se mantenga

un perfil hemodinámico estable. El mantenimiento de la anestesia

se consigue con dosis bajas de anestésicos inhalatorios (isoflurano,

desflurano o sevoflurano) en óxido nitroso al 50% y un opiáceo

(3-5

m

g/kg de fentanilo). Dado que la práctica totalidad de los

pacientes se extuban en el quirófano, por lo general se evitan dosis

altas de opiáceos. El objetivo es mantener una situación hemodi-

námica estable y prevenir la isquemia miocárdica en los períodos

intraoperatorio y postoperatorio. Con frecuencia es preciso admi-

nistrar a demanda betabloqueantes y fármacos vasoactivos.

La anestesia regional puede llevarse a cabo con técnicas epidu-

rales o raquídeas. Entre las desventajas de la anestesia raquídea están

la duración de acción limitada en el contexto de una cirugía de la que

se desconocen tanto su duración como su complejidad. La altura del

bloqueo simpático puede controlarse menos que con la técnica epidu-

ral. La hipotensión es un efecto compartido por ambas técnicas y debe

tratarse de forma inmediata mediante la administración prudente de

líquidos y vasopresores. Una ventaja de la técnica epidural es que

permite seguir administrando fármacos durante el postoperatorio

para la analgesia y para atenuar la respuesta de estrés. Un catéter epi-

dural lumbar resulta ideal para las intervenciones vasculares en la

extremidad inferior. Los dermatomas que se tienen que anestesiar

están inervados a la misma altura a la que se introduce el catéter, ya

que la incisión se suele practicar en la región L1 a L4. Se recomienda

administrar volúmenes pequeños de anestésico local, ya que por lo

general es suficiente con un bloqueo hasta T10. En general, la dosis

inicial es de 9-12ml (incluida la dosis de prueba) y se administra más

fármaco a demanda. Como los pacientes que se someten a cirugía

vascular suelen ser de una edad avanzada y por tanto propensos a

presentar bloqueos en niveles más altos, unas dosis más elevadas

pueden determinar un bloqueo simpático más alto con una hipoten-

sión significativ

a 346

. Un bloqueo simpático alto plantea problemas, ya

que disminuye la perfusión coronaria y aumenta las necesidades de

líquidos y vasopresores. Durante el período postoperatorio puede apa-

recer una insuficiencia cardíaca congestiva cuando se resuelve la sim-

patectomía y se contrae el espacio intravascular. Cuando se administra

una dosis de prueba epidural, debería prestarse atención a la frecuencia

cardíaca y a la presión arterial. Esta última puede ser un indicador

más fiable de inyección intravascular, ya que los pacientes de cirugía

vascular pueden mostrar un aumento nulo o escaso de la frecuencia

cardíaca como consecuencia del tratamiento con betabloqueantes

y la menor respuesta

b

-adrenérgica secundaria al envejecimient

o 347 .

Cuando se produce hipotensión por la simpatectomía, una infusión de

fenilefrina a dosis baja resulta útil para disminuir las necesidades

de fluidoterapia intravenosa. Creo que esta estrategia es más fisiológica

que la administración de grandes volúmenes de líquidos.

Consideraciones postoperatorias

El dolor y la ansiedad deben vigilarse cuidadosamente en el período

postoperatorio, ya que la respuesta de estrés y la isquemia miocárdica

son dos de la mayores preocupaciones en dicho momento. Hay que

optimizar la volemia, evitar una anemia significativa (mantener la

hemoglobina 9g/dl) y controlar cuidadosamente la frecuencia cardíaca

y la presión arterial. El análisis computarizado del segmento ST resulta

útil para identificar la aparición de cambios isquémicos. Los pulsos

periféricos deben controlarse con frecuencia para verificar la per­

meabilidad del injerto de la extremidad inferior. El aumento de la

presión arterial y los anticoagulantes pueden ser necesarios cuando

la perfusión periférica es limitada. Cuando los injertos se coagulan o

se estenosan puede ser necesario practicar una cirugía urgente.

La analgesia postoperatoria puede llevarse a cabo adminis-

trando opiáceos epidurales o intravenosos mediante dispositivos de

analgesia controlada por el paciente o mediante opiáceos epidurales

con anestésicos locales en infusión continua o con un dispositivo de

analgesia controlada por el paciente. En la analgesia epidural contro-

lada por el paciente se debería emplear una concentración diluida

de anestésico local para que pueda realizarse una valoración neuro-

lógica de las extremidades inferiores y descartar un hematoma raquí-

deo o epidural. La bupivacaína (0,0625%) resulta ideal en este sentido.

Puede añadirse fentanilo (5

m

g/ml) e infundir la solución a razón de

2ml/h, con un bolo a demanda (analgesia controlada por el paciente)

de 2-4ml y un intervalo de cierre de 10 minutos.

Endarterectomía carotídea

La estrecha asociación entre el ictus y la enfermedad oclusiva de la

carótida es bien conocida. La causa principal de enfermedad oclu-

siva de la carótida es la aterosclerosis, la cual suele afectar a la bifur-

cación de la carótida común, y se extiende a menudo hasta las

carótidas interna y externa. Las manifestaciones clínicas de la arte-

riopatía carotídea representan un espectro de trastornos que culmi-

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

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