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mayoría de los casos se utiliza hemodiálisis, y generalmente es el

método de elección. La diálisis peritoneal se prefiere en pacientes

con: 1) cirugía cerebral, accidente cerebrovascular o traumatismo

reciente, porque el riesgo de desplazamiento de líquido o de hemo-

rragia después de la heparinización es mayor con la hemodiálisis;

2) cirugía cardíaca o infarto de miocardio reciente, porque el riesgo

de hipotensión y arritmias es mayor con la hemodiálisis; 3) hemo-

rragia aguda reciente, y 4) coagulopatía grave. La diálisis peritoneal

también se utiliza con frecuencia en niños.

El principio de la diálisis se basa en el establecimiento del

equilibrio de los productos de desecho en la sangre del paciente

a través de una membrana semipermeable hacia el baño de diálisis.

La diálisis peritoneal utiliza el peritoneo del paciente como

membrana de intercambio, evitando la necesidad de cánulas

vasculares y de equipo costoso. La tasa de intercambio de volumen

durante la diálisis peritoneal es de 1 a 3 l/h. La eliminación de

moléculas pequeñas es menor que con la hemodiálisis (p. ej., urea,

25 frente a 150ml/min), pero la eliminación de moléculas

grandes es mayor. El contenido iónico del dializado se puede al­

terar para adaptarlo a las necesidades del paciente, y se puede hacer que el líquido sea hipertónico o hipotónico en relación con

el plasma para eliminar o añadir líquido al volumen del líquido

extracelular del paciente. La diálisis peritoneal es menos eficiente

que la hemodiálisis, por lo que los tiempos de diálisis son mayores.

Además, existe el riesgo de peritonitis, y el dolor durante la diálisis

puede ser intenso.

La hemodiálisis es la técnica de diálisis más utilizada en la

actualidad. Originalmente se introducían derivaciones de polite-

trafluroetileno (teflón) entre la arteria radial y una vena del ante-

brazo con un conector entre ambas para permitir el acceso a la

circulación. En la actualidad el acceso vascular habitualmente se

realiza mediante la creación de una fístula arteriovenosa termino-

lateral en el antebrazo o mediante la inserción de un injerto arte-

riovenoso protésico si los vasos son inadecuados. Durante la

hemodiálisis, que se realiza dos o tres veces a la semana, se hepa-

riniza al paciente y al circuito externo para evitar la formación de

coágulos. Las tasas de flujo son habitualmente de 500ml/min, por

lo que se expone la sangre del paciente a 120 l de líquido durante

una diálisis estándar de 4 horas. La variación del contenido iónico

y la osmolaridad del dializado permiten la corrección de las alte-

raciones del equilibrio hídrico y electrolítico. Si los desplazamien-

tos de líquido y electrólitos son demasiado rápidos se puede

producir desequilibrio asociado a la diálisis; este síndrome se

caracteriza por debilidad, náuseas y vómitos, y ocasionalmente

convulsiones y coma. En el intervalo entre tratamientos no se

produce formación de coágulos, porque el circuito derivado es

corto y el flujo sanguíneo es rápido (150 a 300ml/min).

Se ha utilizado con éxito la infiltración local, el bloqueo

axilar y la anestesia general para la creación de fístulas arteriove-

nosas (v. caps. 42 y 43). Son adecuadas varias precauciones anes-

tésicas. Los pacientes urémicos pueden estar debilitados, en cuyo

caso se deben administrar dosis menores de todos los fármacos,

incluyendo los anestésicos locales. Se pueden combinar la hiper-

potasemia, la acidosis y la sobredilatación para producir irritabili-

dadmiocárdica; las soluciones de anestésicos locales que contengan

adrenalina se deben utilizar con precaución. Si se utiliza adrena-

lina, no son necesarias concentraciones mayores de 1:200.000, y

probablemente sean adecuadas soluciones tan diluidas como al

1:400.000. El bloqueo del plexo braquial puede facilitar mucho la

introducción de cánulas porque produce analgesia combinada con

vasodilatación periférica. Bromage y Gerte

l 68a

señalaron que el

bloqueo del plexo braquial tenía una duración un 38% menor en

pacientes con insuficiencia renal que en pacientes con función

renal normal. Sin embargo, este hallazgo no se confirmó en un

estudio posterior de pacientes con insuficiencia rena

l 68b .

Preservación de la función renal

La realización de estudios de preservación de la función renal es

difícil porque la IRA tiene múltiples etiologías, aparece en múlti-

ples situaciones clínicas, afecta a pacientes con riñones normales o

con nefropatía previa, y el tratamiento se inicia antes o después del

inicio de la insuficiencia renal recién diagnosticada

(v. cap. 86)

. Se

estima que el 5% de los pacientes hospitalizados tienen insuficien-

cia renal, que se asocia a una mortalidad mayor del 50%. La opti-

mizaciónde los pacientes con insuficiencia renal y elmantenimiento

de la función renal siguen siendo objetivos importantes. Es crucial

en las estrategias de conservación de la función renal el manteni-

miento de un aporte adecuado de oxígeno mediante el mante­

nimiento del volumen sanguíneo circulante y la capacidad de

transporte de oxígeno.

Durante décadas se ha utilizado la dopamina para prevenir

o mejorar la insuficiencia renal. Se ha criticado el uso de dopamina

debido a la ausencia de estudios clínicos prospectivos, extensos y

aleatorizados que muestren un resultado positivo y permanente. Un

estudio con potencia adecuada de pacientes sépticos en cuidados

críticos mostró que la dopamina a una dosis de 2

m

g/kg/min durante

casi 4 días no protegía de la disfunción rena

l 69

. Un extenso metaa-

nálisis realizado por Friedrich y cols

. 70

incluyó a 3.359 pacientes de

61 estudios que utilizaron dopamina a una dosis de 5

m

g/kg/min o

menos. El análisis mostró un aumento significativo de la diuresis

del 24% el día 1, aunque las mejorías de la creatinina sérica y de la

eliminación de creatinina observadas el día 1 no eran significativas

clínicamente. En conjunto, el tratamiento con dopamina no tuvo

ningún efecto sobre la mortalidad, la necesidad de tratamiento sus-

titutivo renal o la incidencia de efectos adversos. El uso no incluido

en ficha técnica del antagonista del receptor de dopamina 1 fenol-

dopam ha generado interés en la conservación renal. Un metaaná-

lisis que incluyó a 1.290 pacientes de 16 estudios aleatorizados

realizado por Landoni y cols.

, 71

que incluyó pacientes de unidades

de cuidados críticos y pacientes sometidos a cirugía mayor, indicó

que el fenoldopam reducía la necesidad de tratamiento sustitutivo

renal y la mortalidad durante los episodios de lesión renal aguda.

Los autores advertían que es necesario un estudio multicéntrico y

extenso con potencia adecuada para confirmar estos resultados.

Se ha descrito que el manitol tiene un efecto protector renal si

se administra antes de una agresión renal preisquémica. Se ha pro-

puesto que este efecto beneficioso se produce por vasodilatación renal

a través de las prostaglandinas, por la inactivación de los radicales

libres al reducir los efectos de la lesión por radicales libres de tipo

hidroxilo, y por mantener o mejorar la producción de orina como

diurético osmótico para reducir la obstrucción tubular. Se siguen

administrando diuréticos del asa en la práctica clínica, sin datos

reproducibles de un efecto beneficioso renoprotector perioperatorio.

Un metaanálisis de Ho y Sherida

n 72

que analizó a 849 pacientes de

23 estudios aleatorizados y controlados evaluó la necesidad de trata-

miento sustitutivo renal y la mortalidad. Los hallazgos mostraron una

ausencia de respaldo de cualquier efecto beneficioso clínico signifi-

cativo de la furosemida. Se ha utilizado y evaluado el antioxidante

N

-acetilcisteína y el tratamiento intravenoso con NaHCO

3

principal-

mente en el contexto de la nefropatía inducida por contraste, con

conclusiones inconstantes en relación con un efecto beneficioso sobre

la conservación renal. En un análisis de 12metaanálisis que evaluaron

la

N

-acetilcisteína durante la exposición a un contraste intravenoso,

en nueve se encontró mejora de la evolución rena

l 73 .

Se citó la hete-

rogeneidad significativa entre los estudios como el principal motivo

por el que esta revisión no pudo llegar a una conclusión sobre el efecto

beneficioso positivo del tratamiento con

N

-acetilcisteína.

Se han publicado otros diversos estudios de tratamiento de

conservación de la función renal, que incluyeron el uso de péptido

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Anestesia por subespecialidades en el adulto

IV