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Cuando se necesita un bloqueo sensitivo de dermatomas torá-

cicos altos, la vía de abordaje más fiable es un bloqueo epidural

torácico, para el cual se necesita experiencia, ya que puede dañarse la

médula espinal. Cuando el anestesiólogo no suele realizar bloqueos

epidurales torácicos en lactantes, algunos autores recomiendan una

vía de abordaje caudal con introducción del catéter en dirección cefá-

lica hasta una distancia que puede alcanzar la altura torácic

a 169

. Esta

técnica, no obstante, requiere experiencia y también suerte: el catéter

se coloca en un lugar erróneo en casi el 30% de los casos, incluso en

manos experta

s 154,170

y pueden producirse complicaciones graves

(p. ej., traumatismos medulares o vasculares durante la inserción,

contaminación bacteriana, roturas o bucles del catéter alrededor de

una raíz nerviosa durante los intentos de retirada del catéter

) 171-173 .

Entre las contraindicaciones específicas para la anestesia epi-

dural están las malformaciones graves de la columna y la médula

(no la espina bífida oculta), lesiones o tumores intramedulares y,

para la mayoría de los autores, el síndrome de la médula anclada.

En la mayor parte de los casos debería evitarse la anestesia epidural

en los niños con antecedentes de hidrocefalia, hipertensión intra-

craneal, epilepsia inestable o disminución de la distensibilidad

intracraneal, pero estos trastornos no constituyen contraindicacio-

nes absolutas, según el context

o 174 .

Además, la cirugía previa de la

columna suele dificultar o imposibilitar, desde el punto de vista

técnico, la realización de una anestesia epidural (y también intra-

dural), pero no constituyen contraindicaciones a menos que haya

lesiones subyacentes de la médula espinal.

Técnicas

Anestesia epidural lumbar

La vía de abordaje normal al espacio epidural lumbar en los pacien-

tes anestesiados se realiza a través de la línea media, por debajo del

espacio L2-L3, que representa el límite inferior del cono medular.

En los casos de anomalías de las apófisis espinosas o de deformi-

dades vertebrales puede utilizarse una vía de abordaje paramedial.

El niño se coloca en decúbito lateral con el lado a operar en declive

y la columna arqueada para agrandar los espacios entre las apófisis

espinosas

( fig. 71-6

). En los pacientes conscientes puede usarse una

posición en sedestación.

La elección del medio para la técnica de pérdida de resisten-

cia (PDR) ha sido motivo de un intenso debate en el pasado. El

medio más fiable en los lactantes es el gas (aire, o preferiblemente

CO

2

), mientras que en los niños mayores de 8-10 años, el suero

salino es tan fiable como en los adultos.

La distancia desde la piel hasta el espacio epidural guarda

relación con la edad y el tamaño del paciente (v.

fig. 71-4 )

, pero

1mm/kg es una aproximación útil entre los 6 meses y los 10 años

de edad. Las sondas ecográficas permiten medir con precisión la

distancia desde la piel hasta el ligamento amarillo (v.

fig. 71-1 )

.

Cuando la punta de la aguja ha penetrado en el espacio

epidural se desconecta la jeringa de la técnica de PDR y no debería

refluir por la aguja ningún líquido biológico (sangre o LCR). El

paso siguiente consiste en inyectar el anestésico local lentamente,

bien a través de la aguja epidural o bien por el catéter. Puede

apreciarse el desplazamiento progresivo de la duramadre ali-

neando la sonda de ecografía con la línea de las apófisis espinosas

durante la inyección en los lactantes menores de 2 año

s 175

. Los

catéteres no deberían insertarse más allá de 3 cm para intentar que

no hagan bucles o nudos, para que no se lateralice el bloqueo o

para evitar migraciones erráticas. La tunelización de los catéteres

disminuye la incidencia de extracciones accidentales y de conta-

minación bacterian

a 176 .

Los catéteres que se inserten a grandes

distancias deben controlarse de la misma forma que los catéteres

caudales.

El volumen de la solución anestésica depende de la altura de

la analgesia necesaria para completar la cirugía; para bloquear 1

neurómero se necesita aproximadamente 0,1ml por año de eda

d 177 .

Los volúmenes que suelen inyectarse habitualmente oscilan entre

0,5-1ml/kg (hasta 20ml), y el límite superior del bloqueo varía

entre T9 y T6 en más del 80% de los pacientes.

Los bloqueos epidurales con punción única son adecuados

para numerosas intervenciones quirúrgicas pediátricas, especial-

mente cuando se administran conjuntamente adyuvantes como

clonidina (1-2

m

g/kg), ketamina sin conservantes (0,25-0,5mg/kg)

y en los casos apropiados, morfina (30

m

g/kg). En las intervencio-

nes de cirugía mayor con dolores postoperatorios de larga duración

es preciso colocar un catéter epidural para infundir anestésicos

locales

( tabla 71-9 )

.

La analgesia epidural controlada por el paciente (PCEA)

puede ser una alternativa interesante en los niños maduros que

comprenden el concepto de analgesia controlada por el paciente y

que están dispuestos a usarla. En un estudio prospectivo de 128

niños mayores de 5 años se mencionaba un índice de éxitos del

90,1%; el 6,1% de los niños detuvo la PCEA por la aparición de

efectos secundarios y solamente un 3,8% por una analgesia inade-

cuad

a 178 .

El anestésico local era bupivacaína al 0,0625% o al 0,125%,

con fentanilo (2-10

m

g/ml); el ritmo de infusión de base era menor

o igual a 0,2ml/kg/h, permitiéndose bolos de 1-3ml cada 15-30

minutos con una dosis máxima de bupivacaína de 0,4mg/kg/h.

En otro estudio prospectivo con 58 niños (límites de edad:

7-12 años) que iban a someterse a una cirugía ortopédica de la

extremidad inferior se comparó una infusión epidural continua de

ropivacaína al 0,2% (0,2ml/kg/h) con una PCEA con un ritmo de

infusión de base de 1,6ml/h y bolos de 2ml (intervalo de cierre de

10 minutos) de la misma solución. Las puntuaciones del dolor

fueron excelentes e idénticas en ambos grupos, pero los niños del

grupo con PCEA necesitaron la mitad de dosis de ropivacaína

horaria comparado con el grupo con infusión continu

a 179 .

Anestesia epidural sacra

Gracias a la osificación incompleta del sacro hasta los primeros

años de la edad adulta, puede accederse al espacio epidural sacro

en los niños desde atrás, a través del espacio S2-S3. Este espacio se

identifica palpando 0,5-1 cm por debajo de la línea que une a las

dos apófisis espinosas ilíacas posterosuperiore

s 180 ,

aunque pueden

utilizarse otros espacios sacro

s 181 .

El procedimiento es el mismo

que para el abordaje lumbar. Como las apófisis espinosas sacras

están atróficas, la aguja de Tuhoy puede orientarse en dirección

cefálica, o preferiblemente caudal, para contactar la duramadre con

la porción convexa de la punta de la aguja, reduciendo de este

modo el peligro de punción dural accidental. Debe prestarse aten-

ción a la íntima proximidad de la piel con el espacio epidural

comparado con los abordajes lumbares (v.

fig. 71-4 )

. Puede inser-

tarse un catéter, si se juzgase conveniente (empleando la misma

técnica que la usada para colocar un catéter epidural lumbar), para

proporcionar analgesia postoperatoria de larga duración.

Anestesia regional en los niños

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Sección V

Anestesia pediátrica

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Figura 71-6

 Bloqueo epidural. 1, Vía de abordaje torácica (línea media);

2, vía de abordaje lumbar (línea media); 3, línea de abordaje intervertebral sacra.